miércoles, 2 de enero de 2008

La felicitación de GFV


Nos pide José Luis, el director del E al D, que opinemos sobre el discurso de fin de año de Vara y, disciplinado que es uno, me pongo a la tarea. Confieso que aunque lo he leído, no lo ví/oí en televisión y se me escapan aspectos escénicos que siempre resulta delatores del personaje que habla. Por tanto, me ciño exclusivamente en el fondo del primer discurso/felicitación del recién estrenado Pte de la Junta de Extremadura. ¿Mi opinión? Bien.

Leyéndolo me han venido a la memoria los conocidos “cantos de sirena”: mucho aleteo, mucha cabriola, mucha acrobacia verbal, mucho buenismo, mucha música celestial y nada por aquí y nada por allá. Si algo tenemos que agradecerle a GFV es lo mismo que tenemos que reprocharle: No pierde la compostura pero tampoco se adentra en profundidades, aunque es cierto que ahora se trataba de una salutación navideña y ya llegarán otras ocasiones y debates para calibrar su realismo y capacidad de autocrítica.

Surge inevitable, claro, la comparación con su predecesor. Ibarra era un ruido vacío, el descompromiso respecto a lo que se comprometía y la arrogancia escénica de los que están de vuelta de todo y van sobrados por la vida. Ibarra no tenia duda alguna y machacaba cada palabra y cada frase con la seguridad de un pívot de la NBA, aunque en el fondo ni driblaba, ni tenía balón ni encontraba aro alguno. Se escondía detrás de las gafas y se envolvía en la barba pontifical para dar solemnidad a cualquier parida. GFV no se arrima, pero tiene la precaución de no ir de redentor ni de divo de opereta y la decencia torera de no mancharse la taleguilla a toro pasado. Expone poco/nada, pero no va de salva patria ni pretende engañar al personal. Su discurso puede resultar simplista, porque eso de llamarnos a todos a la tarea común ya lo registró López Bravo, el que fuera ministro de Industria con Franco, cuando popularizó aquel “Vamos a pensar juntos”.

O sea, que bien, que ha presentado una cara limpia y que en su primer encuentro no ha dejado malas sensaciones. Lo que ha hecho ha sido felicitarnos y desearnos lo mejor para el 2008, aunque haya caído en la catetura empalagosa de olvidar el genérico, apostando por el latiguillo del “todos-todas”, -“vascos y vascas”- que están imponiendo los separatistas vascos.

Pues bueno, que él tenga también suerte, en lo privado y en lo público, y que podamos verlo, saborearlo y reconocerlo. Yo sigo alargándole mi personal voto de confianza.

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