Nada hay a la derecha del Partido Popular, nada hay a la izquierda del PSOE y nada hay entre el PSOE y el PP, que se reparten al alimón el espacio del centro. Mal asunto porque a la derecha del PP y a la izquierda del PSOE existe un electorado que exige su espacio y que a falta del mismo se decantan por “el mal menor”, que es votar lo más cercano. En España existe una izquierda comunista que se encuentra permanentemente vagando por el espacio electoral, sin encontrar un cobijo que la satisfaga, porque si finalmente el comunismo sirve para acabar permanentemente en la oreja del PSOE, para eso es mejor ir directamente a la oreja, sin intermediarios.
Izquierda Unida lleva mucho tiempo comportándose como una filial camuflada del PSOE y así es imposible que pueda ofertar parada y fonda a un electorado que desea una izquierda diferente, más imaginativa, más utópica, más rebelde, menos acomplejada y menos institucionalizada. Mientras mantenga IU el careto de Llamazares, con su apresurado entreguismo y relamiéndose de gusto por su proximidad al poder, toda la izquierda se refugiará en lo que Alfonso Guerra bautizó como “la casa común”, porque para ese viaje a parte alguna no se necesita alforja alguna.
¿Cómo se entiende que después de haber hecho una campaña aparentemente distinta y distante del PSOE, mostrándose “antitérmica”, “antirrefinería”, “antisistema” “antiretiro del presidente”, “antiave”, antiautovía y “antitodo”, al día siguiente se olviden todos los antis para acabar repartiéndose el poder, haciendo dejación de todos los “antis” e incluso amenazando con penas de expulsión a los que se resisten a sentarse a la mesa, a las pitanzas y a las tragaderas con los socialistas? El la pasada legislatura el único que se mostró comunista, distinto y distante, en la Asamblea de Extremadura fue Cristobal Guerrero, al que ahora quieren expulsar… ¿por comunista?
Con un Madrazo columpiándose plácidamente en el Gobierno Vasco y bendiciendo con sus patochadas las políticas del PNV, que está a la derecha de cualquier derecha, cómo se puede transmitir la sensación de que IU está por encima de las mamandurrias circunstanciales? ¿Dónde está la diferencia entre el comunista Llamazares y el ex comunista Pérez Garrido, ahora portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados? La diferencia más visible es que el último se muestra menos pesoista, menos sistema y menos zapatista que Llamazares.
Ahora, con la constitución de los ayuntamientos, se ha vuelto a reeditar la estrategia del entreguismo al PSOE, con el sofisma de que se hace “para que no llegue la derecha al poder”, pero ¿en qué quedamos? ¿No habían repetido durante toda la campaña electoral que el PSOE es la derecha, que ha hecho políticas de derecha y que tiene el mismo comportamiento que la derecha?
En fin, que aunque lo parezca no me alegro del bipartidismo que se está imponiendo, no me alegro de que haya desaparecido un centro equidistante y no me alegro de que IU, la gran promesa de Julio Anguita, ande dando palos de ciego y entregándose de forma efectiva a las políticas que en campaña electoral detecta. ¡Alguien debería comprarles una brújula!
Izquierda Unida lleva mucho tiempo comportándose como una filial camuflada del PSOE y así es imposible que pueda ofertar parada y fonda a un electorado que desea una izquierda diferente, más imaginativa, más utópica, más rebelde, menos acomplejada y menos institucionalizada. Mientras mantenga IU el careto de Llamazares, con su apresurado entreguismo y relamiéndose de gusto por su proximidad al poder, toda la izquierda se refugiará en lo que Alfonso Guerra bautizó como “la casa común”, porque para ese viaje a parte alguna no se necesita alforja alguna.
¿Cómo se entiende que después de haber hecho una campaña aparentemente distinta y distante del PSOE, mostrándose “antitérmica”, “antirrefinería”, “antisistema” “antiretiro del presidente”, “antiave”, antiautovía y “antitodo”, al día siguiente se olviden todos los antis para acabar repartiéndose el poder, haciendo dejación de todos los “antis” e incluso amenazando con penas de expulsión a los que se resisten a sentarse a la mesa, a las pitanzas y a las tragaderas con los socialistas? El la pasada legislatura el único que se mostró comunista, distinto y distante, en la Asamblea de Extremadura fue Cristobal Guerrero, al que ahora quieren expulsar… ¿por comunista?
Con un Madrazo columpiándose plácidamente en el Gobierno Vasco y bendiciendo con sus patochadas las políticas del PNV, que está a la derecha de cualquier derecha, cómo se puede transmitir la sensación de que IU está por encima de las mamandurrias circunstanciales? ¿Dónde está la diferencia entre el comunista Llamazares y el ex comunista Pérez Garrido, ahora portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados? La diferencia más visible es que el último se muestra menos pesoista, menos sistema y menos zapatista que Llamazares.
Ahora, con la constitución de los ayuntamientos, se ha vuelto a reeditar la estrategia del entreguismo al PSOE, con el sofisma de que se hace “para que no llegue la derecha al poder”, pero ¿en qué quedamos? ¿No habían repetido durante toda la campaña electoral que el PSOE es la derecha, que ha hecho políticas de derecha y que tiene el mismo comportamiento que la derecha?
En fin, que aunque lo parezca no me alegro del bipartidismo que se está imponiendo, no me alegro de que haya desaparecido un centro equidistante y no me alegro de que IU, la gran promesa de Julio Anguita, ande dando palos de ciego y entregándose de forma efectiva a las políticas que en campaña electoral detecta. ¡Alguien debería comprarles una brújula!
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