La estrategia del PSOE es de manual y cada vez que montan un circo, levantan otro al lado para que no se note mucho el primero. Ése ha sido el caso de la trifulca en la Asamblea. Por primera vez en lo que va de legislatura, se debatía algo que realmente preocupa a la ciudadanía y tiene conexión con la calle: la refinería. La respuesta fue toda la tribuna de invitados repleta y más de un centenar de personas en la calle porque el aforo de la Asamblea no daba para más. Todo iba bien y los turnos de oradores se sucedían según lo previsto y, pese al grueso de algunas calificaciones, sin que se culminaran las metas de “sinvergüenza”, “fascista” y “asesino”, que ocupan el podio, calificativos todos salidos de molleras socialistas. Es decir, que el pleno transcurría dentro de una normalidad muy normalita. ¿Qué pasó entonces?
Lo que pasó es que Rodríguez Ibarra, que ya se sabe que tiene la mandíbula de cristal, subió a la tribuna para demostrarnos, una vez más, que él es el más listo, el más alto y el más guapo del colegio. Disparate tras disparate fue encrespando a todo el hemiciclo, hasta que incluso el público asistente se sintió aludido. Una de sus perlas, la que más ha trascendido pero no la peor, fue dirigirse a un diputado, médico de profesión, para increparlo porque mientras esta allí no estaba en su consulta, rebajando las listas de espera... ¿Le llamó la atención el presidente de la Asamblea por semejante disparate? ¡No, en qué cabeza cabe! El presidente de la Asamblea llamó la atención a los que protestaron y, a pesar de los antecedentes insuperables de “sivergüenza, fascista y asesino”, pretendió expulsar del Pleno a dos que dijeron “eso es una sinvergoncería”. ¡Fuera, a los leones! ¿Cómo se atreven a pararle los pies al exquisito Ibarra, conocido por sus versallescos modales y su flema inglesa? El resultado fue el conocido: se montó el circo.
¿De quien es la culpa? De la oposición, claro. Esencialmente del Partido Popular, que no respeta la democracia bla, bla, bla. Pero como el personal tiene muy claro lo que allí paso, como resulta que hay cintas grabadas de todo aquello, como resulta que los periodistas casi no necesitaban preguntar porque estaban presentes y fueron testigos de toda la secuencia de provocaciones del tanden Ibarra/Federico (Ptes de la Junta y de la Asamblea respectivamente), pues ellos, que para eso son muy listos, montan otro circo, para apagar el fuego del circo anterior. El nuevo espectáculo para desviar la atención de verdadero conflicto se llama “reunión de los presidentes de los partidos” “con el afán de que el debate sea sereno...” Todo esto se monta precipitadamente, sin consultar a los protagonistas de la nueva representación y en algún caso concreto, intentando la convocatoria por teléfono y a través de la secretaria del ocupado Federico.
¿En qué fase del estrambote estamos ahora? Bueno, pues ya han logrado que se olvide la verdadera cuestión y ahora todos los focos y tambores miran hacia “la reunión de presidentes de todos los partidos”, de la que no saldrá absolutamente nada. Ahora todos estamos con la respiración contenida esperando la fumata blanca, la foto del sofá y el buen rollito. Aquí paz y después gloria y, ya veremos, como acto de suma condescendencia y reconciliación, hasta es posible que perdonen el castigo a los dos alumnos revoltosos que se atrevieron ha hacer unas risitas mientras Ibarra dictaba su lección magistral. Al final, ya lo verán ustedes, con la ayuda de algún periódico, quedarán como los buenos de la película porque los demás, al parecer, somos tontos de remate.
Lo que pasó es que Rodríguez Ibarra, que ya se sabe que tiene la mandíbula de cristal, subió a la tribuna para demostrarnos, una vez más, que él es el más listo, el más alto y el más guapo del colegio. Disparate tras disparate fue encrespando a todo el hemiciclo, hasta que incluso el público asistente se sintió aludido. Una de sus perlas, la que más ha trascendido pero no la peor, fue dirigirse a un diputado, médico de profesión, para increparlo porque mientras esta allí no estaba en su consulta, rebajando las listas de espera... ¿Le llamó la atención el presidente de la Asamblea por semejante disparate? ¡No, en qué cabeza cabe! El presidente de la Asamblea llamó la atención a los que protestaron y, a pesar de los antecedentes insuperables de “sivergüenza, fascista y asesino”, pretendió expulsar del Pleno a dos que dijeron “eso es una sinvergoncería”. ¡Fuera, a los leones! ¿Cómo se atreven a pararle los pies al exquisito Ibarra, conocido por sus versallescos modales y su flema inglesa? El resultado fue el conocido: se montó el circo.
¿De quien es la culpa? De la oposición, claro. Esencialmente del Partido Popular, que no respeta la democracia bla, bla, bla. Pero como el personal tiene muy claro lo que allí paso, como resulta que hay cintas grabadas de todo aquello, como resulta que los periodistas casi no necesitaban preguntar porque estaban presentes y fueron testigos de toda la secuencia de provocaciones del tanden Ibarra/Federico (Ptes de la Junta y de la Asamblea respectivamente), pues ellos, que para eso son muy listos, montan otro circo, para apagar el fuego del circo anterior. El nuevo espectáculo para desviar la atención de verdadero conflicto se llama “reunión de los presidentes de los partidos” “con el afán de que el debate sea sereno...” Todo esto se monta precipitadamente, sin consultar a los protagonistas de la nueva representación y en algún caso concreto, intentando la convocatoria por teléfono y a través de la secretaria del ocupado Federico.
¿En qué fase del estrambote estamos ahora? Bueno, pues ya han logrado que se olvide la verdadera cuestión y ahora todos los focos y tambores miran hacia “la reunión de presidentes de todos los partidos”, de la que no saldrá absolutamente nada. Ahora todos estamos con la respiración contenida esperando la fumata blanca, la foto del sofá y el buen rollito. Aquí paz y después gloria y, ya veremos, como acto de suma condescendencia y reconciliación, hasta es posible que perdonen el castigo a los dos alumnos revoltosos que se atrevieron ha hacer unas risitas mientras Ibarra dictaba su lección magistral. Al final, ya lo verán ustedes, con la ayuda de algún periódico, quedarán como los buenos de la película porque los demás, al parecer, somos tontos de remate.
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