La calma del
encinar
Y DALE CON FRANCO
Tomás Martín Tamayo
La partitocracia ha estrangulado a la democracia y lleva camino de
acabar con los propios partidos que se nutren de ella, cada día más lejanos y
oxidados. La descomposición del sistema es tal que ya no funcionan ni los
filtros internos y hasta es posible que en su seno, con absoluto
desconocimiento, y pese a llevar la firma de la portavoz del grupo socialista,
se acepten iniciativas como la de desenterrar a Franco para llevar sus restos
fuera del Valle de los Caídos. Una memez sublime que sólo puede salir de una
cabeza hueca y desconectada de la realidad. Parece que la genial idea se acuñó
en la brillante testa de Odón Elorza, que desde que perdió la alcaldía de San Sebastián
anda lloriqueando, como Boabdil el Chico por la pérdida de Granada.
La tontuna fue de inmediato jaleada por la progresía al uso, por esos
que, como no tienen nada que aportar, ordeñan el recuerdo de Franco como único
recurso para justificar su parasitismo y seguir viviendo del cuento. ¡Es
curioso, pero estas garrapatillas siguen chupando en la oreja del perro que
dicen odiar! ¿Qué sería de ellos sin Franco? “Contra Franco vivían mejor” y
treinta y ocho años después de su muerte siguen empeñados en mantenerlo vivo,
porque Franco es su principio, su intermedio y su fin. A los zánganos que
vivían a la sombra de Franco debemos sumar los zánganos que viven a la sombra
de su memoria o de su tumba. Incluso les están pasando el testigo a sus hijos
para que sigan explotándolo, como si fuera una herencia familiar. Así es que el
tal Elorza, más bien cogorza, presentó en el Congreso una iniciativa reclamando
al Gobierno la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos.
Recordemos.
Franco murió en 1975 y Felipe González, con mayoría absoluta, accedió a
la presidencia del Gobierno siete años después, pero durante los 14 años que
duró su mandato, pese a la cercanía temporal y lo abiertas que estaban las
heridas, nunca le dio por hurgar en el panteón del dictador. Pero es que después
llegó Zapatero y, aunque era más propenso a estas diarreas, estuvo otros ocho
años sin buscarle nuevo cobijo a la lápida. Es decir, que los socialistas han
gobernado en España durante casi 22 años y en todo este tiempo el ínclito
Olorza no se enteró de que en el Valle de los Caídos, en lugar preeminente,
estaba la tumba que ahora quiere levantar. Parece claro que el diputado socialista
vasco, además de pocos problemas, está completamente descentrado y que la
naturaleza fue con él muy cicatera al repartir el don de la oportunidad. Una
vez más ha hecho el ridículo y ahora, lo peor, arrastrando a su partido, porque,
cuando en el PSOE se dieron cuenta, la nueva “elorzada” había recorrido un
largo camino.
Lo peor de todo esto es que con semejantes patochadas se acrecienta la
lejanía entre una calle que lo está pasando mal y unos políticos que parecen
estar completamente desconectados de la realidad, asentados en su torre de
marfil y a su avío. Y lo peor de lo peor es que estas idioteces soplan las
llamas casi apagadas de los nuevos redentores que están al acecho, pero los
“cogorzas” no llegan tan lejos, lo de ellos a seguir jugando. Y chupando.
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