viernes, 23 de septiembre de 2011

ADIOS, HASTA NUNCA


A la cita en el Congreso de los Diputados para descubrir los tondos (retratos circulares) de Azaña y Adolfo Suárez, no acudió ningún familiar del último, lo que demuestra el buen juicio y la independencia de criterio de toda la familia. Hacia 77 años que no se incorporaban a las paredes del Congreso ningún retrato de dirigentes políticos, pero Zapatero y Bono, antes de irse, han querido protagonizar la hazaña de borrar de la historia de España los 40 años de franquismo, pasando directamente de Azaña a Adolfo Suárez. Bono incluso se lamentó por la ausencia del merecido tondo de Santiago Carrillo. Zapatero, que cada día tiene más pinta de ido, evocó la figura de los dos personajes homenajeados, Azaña y Suárez, haciendo sobre ellos una proyección de su propia peripecia: “quienes abren caminos, suelen convertirse en figuras solitarias e incomprendidas”. Necio.

Es posible que dentro de unos años, cuando la distancia temporal apague los ecos de sus estupideces, algún psiquiatra pueda explicarnos el extraño comportamiento de Zapatero, con su deambular errático de principio a fin. Desde que llegó, sorpresivamente, cabalgando la tragedia de los atentados terroristas del 11-M, su empeño principal fue el revanchismo, intentando a la desesperada reescribir la historia, para romper cualquier atisbo de la reconciliación que se había forjado tras la dictadura de Franco. Despreció la transición y puso todo su empeño en resucitar la división y los enfrentamientos en una España que parecía haber superado la visceralidad y los antagonismos cainitas. Y de alguna forma, con sus torpezas, carencias, falta de escrúpulos y patologías diversas, cuestionó los veintiséis años de democracia y los gobiernos de Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe Gonzáles y José María Aznar.

Zapatero puso en solfa todo lo anterior a su llegada espectacular y utilizó como estrategia electoral de supervivencia el resurgir frentista de las dos españas. Nada bueno se había hecho hasta la llegada de este redentor de pacotilla, empeñado en abrir nuevos senderos con la quilla de su barquichuelo a la deriva. Zapatero ha sido un lastre, un desastre, una ruina sin paliativos, dañino hasta lo enfermizo. La única vía a la que se ha mantenido fiel ha sido la de emponzoñar la convivencia y arruinar a España con su mesianismo estrafalario. Y para ayudarlo en tan peligroso empeño, ahí tuvo siempre a Rubalcaba, el duende que ahora, investido de candidato crepuscular y novedoso, pretende borrar los ocho años de complicidad con el artífice de tanto mal. Con el último pleno del Congreso se escenificó esta semana, por fin, el adiós para siempre de un tiparraco infame y de pesadilla.

El ido se va. Todo lo que ha tocado lo ha emponzoñado y la secuela de sus gilipolleces la seguiremos pagando durante decenios, pero se va con el riñón bien cubierto, porque hasta el último día de su existencia, los mismos a los que ha arruinado seguirán pagándole un retiro dorado. Y hasta es posible que escriba sus memorias desde el despacho que le aguarda en el Consejo de Estado. Allí se encontrará con Maritere Fernández de la Vega y con Ibarra. Juntos podrán echarse unas risas.

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