La calma del encinar
QUÉ PENA
DE LEYENDA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día

De los tres jefes
indios que en coalición lograron vencer a Custer, estaban localizadas las
tumbas de Toro Sentado y Caballo Loco, pero durante 110 años buscaron
inútilmente la del huidizo Lobo Largo, que había sido determinante en la mayor catástrofe de la época para la
caballería norteamericana. Lobo Largo y sus guerreros afrontaron los mayores
riesgos durante la batalla y fue herido en el pecho, en el cuello y en una
pierna, que quedó prácticamente descarnada, pero se negó a participar en las
festividades del triunfo y desapareció misteriosamente durante su convalecencia.
Se creyó que había muerto, dejando instrucciones muy concretas para que nunca
se conociera el lugar donde reposaban sus restos, pero siguieron buscándolo en las
colinas que reflejaban su sombra, cada mes de junio. Otros estaban convencidos
de que seguía vivo y aseguraban que lo sentían cerca cada vez que se adentraban
en las praderas que fueron testigo de sus hazañas… ¡La verdad desnuda historias
muy bonitas, lástima!

Parece que nadie
estaba interesado en conocer más sobre la desaparición y tras el funeral, sin preguntas, el silencio
respetuoso. Inteligencia india. ¿Pero por qué estaba la tumba del jefe sioux en
Londres? Tras la batalla de Little Big Horn, Lobo Largo quedó malherido y se
ocultó durante dos años para que nadie pudiera verlo maltrecho, indefenso o
vencido. Después, por razones que se desconocen, viajó a Europa y se refugió en
Londres, donde acabó enrolándose en el circo de Búfalo Bill, para hacer acrobacias
sobre su caballo y posar con los niños para fotografías de recuerdo…
¡Ojala no lo hubieran encontrado nunca! Las Colinas Negras de Dakota enmudecieron, su
sombra desapareció y el viento silenció el resoplar de su caballo. ¡Qué pena de
leyenda!
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