La calma del encinar
¿DE QUÉ ME SUENA? (I)
Tomás
Martín Tamayo
Al emperador Vario Avito Basiano, Heliogábalo, lo degollaron a los 18 años por
sus desvaríos. También por gilipollas. Después de descuartizarlo lo arrojaron
al Tíber y el Senado decretó una “damnatio memoriae”, traducción libre latina
de “olvidemos a este gilipollas”, para que su nombre desapareciera de los documentos públicos. Es lo que había hecho
el propio Heliogábalo con Macrino, su predecesor, destrozando a martillazos sus
estatuas para “sacar su nombre de la historia”… ¡Qué imagen, un gilipollas
machacando las estatuas de otro gilipollas, con el aplauso de un pueblo
agilipollado! Me suena.
En estos dos capítulos conoceremos algo sobre Heliogábalo,
porque me recuerda que, en lo de
derribar estatuas y machacar la historia para ajustarla a conveniencia, el
muchachito fue un avanzado. También fue madrugador para usar los bienes
públicos, buscar atajos legales, aliarse con lo peor y entrar a saco en las
arcas de un Imperio del que se sentía propietario.
Aparquemos al virus
y juguemos, que falta nos hace. La peripecia de este mequetrefe puede servirnos
para entender algunos acontecimientos que parecen novedosos. En la historia,
como “sucesión sucesiva de sucesos”, muchos personajes se solapan. Y muchas
gilipolleces también. A mí “la cara” de Heliogábalo me suena. Que cada cual
saque sus conclusiones y establezca paralelismos, si los encuentra, porque, todavía,
el duendecillo de “la verdad” no controla nuestros esfínteres y, de momento, no
está prohibido escribir sobre un tarambana que llegó a emperador, como él a híper-mega
secretario de Estado. Aprovechemos antes de que comiencen a distribuir los
bozales que sustituirán a las mascarillas. Vamos al turrón.
Cuando fue aclamado
como emperador, con catorce años, Heliogábalo, alto y de complexión atlética, ya
era un hombretón fornido, de aspecto agradable, tímido, desconocido y sin formación alguna
para el cargo. Nada sabía de las milicias, tampoco de la administración y solo
tenía atisbos lejanos de la política, porque su padre había sido senador. Estos
atributos, sobre todo los de ser desconocido y sin experiencia en ninguna
disciplina, fueron los méritos que
movieron a la soldadesca a aclamarlo, después de haber degollado al emperador
Caracalla y ante el temor que le sucediera Macrino. Por gilipollas se cargaron
a Caracalla, por gilipollas no quisieron a Macrino y cayeron en manos de Heliogábalo, el gilipollas mayor.
El tipo se confundía incluso pisando uvas pero, ¡que rebonito era el jodío! Y
qué mentiroso.
La aristocracia romana protestó en voz bajita,
casi con lenguaje de signos pero, ante Heliogábalo, se hicieron caquita, se
comieron la lengua y se postraron suplicándole que los usara como felpudo… ¡Qué
escena para Manuel Martínez Mediero: Un remolque de gallinas gilipollas
cacareando ante un pollito gilipollín! ¿De qué me suena?
Heliogábalo no tardó
en rellenar el espacio del desconocimiento sobre su persona y, como era un
desalmado, ignorante, altivo, torpe, oportunista, ególatra y ambicioso,
aprovechó la confusión para imponer sus caprichos, despreciando a los
gilipollas oficiales y rodeándose de la chusma tabernaria de Roma, no menos
gilipollas.
Rompió las normas establecidas desde Augusto,
ignoró los tratados, demostró que la cohesión del Imperio se la refanfinflaba, intercambió
regalos con los enemigos de Roma, burló leyes, usó el tesoro público, situó a
sus familiares y amigos y se saltó las costumbres sociales, políticas y
religiosas. ¡Digamos, por resumir, que a una sociedad agilipollada le creció un
gilipollas en el culo!… ¿De qué me suena?
El próximo sábado
más sobre este Heliogábalo que parece reencarnado en nuestros días.
1 comentario:
J.Javier Agorreta Blázquez
0:56 (hace 7 horas)
para mí
J.Javier Agorreta Blázquez ha dejado un nuevo comentario en su entrada "La calma del encinare":
- ¡Qué país! ¡Que paisaje! Y...¡Qué paisanaje!, amigo José* - Incluidos usted y yo, Don Miguel * * Las personas de este diálogo imaginario son José Blázquez Marcos autor de Por la vieja Extremadura y alumno en la Universidád de Salamanca de Ďon Miguel Unamuno. Ya sé que esto se sale de lo que es en sentido estricto un comentario ,pero tampoco me parece que se salga por la tangente. Muchas gracias. Fraternales saludos
J.Javier Agorreta
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