La calma del
encinar
URDANGARIN,
DOBLE PENA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuento del Día a Día
Solemos creer que “los de arriba” tienen un ejército de asesores
que miden hasta los suspiros y que todo lo que hacen y dicen está medido con un
calibrador infalible, pero es un error porque, muchas veces, detrás y delante
de “los de arriba” solo hay necios de los que deberían prescindir para no
complicarse la vida. Y tenemos un ejemplo muy cercano: Un listillo de medio
pelo llegó en paracaídas a Extremadura y puso tan “p´allá” a un ex presidente que se
olvidó de vender lo que estaban haciendo para venderse a sí mismo como el mayor
logro. El resultado fue que nadie supo lo que hacían, pero todo el mundo se
reía de lo que vendían: Ocurrencias.
¿Tiene un susurrador ocurrente Iñaki Urdangarin? Debe estar bien informado porque sé que antes de entrar en la cárcel hubo
muchas reuniones y que al final se le sugirió que ingresara en Brieva. Supongo
que entre aislamiento y privacidad primó la privacidad, para excluirlo de
cámaras y lugares comunes, pero someterlo a la soledad de un módulo vacío, en
una prisión de mujeres, hace que cumpla una doble o triple condena. En esa prisión su
familia no tiene que compartir locutorios, soportar los olores de excrecencias
en un “vis a vis” o codearse con los familiares de otros presos, pero son dos
visitas mensuales y el mes tiene treinta días de veinticuatro horas. Ellos
sabrán, creo que deberían calibrar los efectos colaterales de las ocurrencias
que ponen al personal “p´allá”.
El aislamiento fue el
complemento sanguinario, elegido por un tribunal internacional, para hacer más
insoportable la condena a los nazis, en el proceso de Núremberg. Muchos de
ellos acabaron por los patios carcelarios discutiendo con las paredes sus
pesadillas, viendo fantasmas en sus sombras, sintiéndose perseguidos por
figuras en la nubes… Rudolf Hess, el más firme de ellos, acabó ahorcándose,
después de 40 años de soledad en la prisión de Spandau…
Hasta hace pocos años
se castigaba a los presos más inadaptados a “celdas de aislamiento”, pero
cuidando no prorrogar en exceso la exclusión, porque los tiempos penitenciarios
están muy medidos y se sabe que hay
“males carcelarios” que se hacen irreversibles. Muchos no logran salir de la
cárcel ni estando en libertad, después de cumplir su condena. No mezclarse con
los demás tiene un precio muy alto.
Urdangarin ha sido
juzgado y debe purgar su deuda con la sociedad en una prisión, pero no ha sido
condenado a estar aislado, algo que no recoge ni el Código Penal ni la Ley
Orgánica Penitenciaria. Si la prisión puede dejar secuelas, añadirle el aislamiento
es algo que no merece un preso común como él. Además de que es una medida tan
extrema como deshumanizada.
Los que ignoran lo que es una prisión, hablan de los
privilegios que tiene Urdangarin en la cárcel abulense, porque se quedan en que
“disfruta” de patio, gimnasio, salón, duchas o biblioteca para él solo, pero
después de cuarenta y tres años trabajando en II.PP, escuchando a más de tres
mil alumnos, algo debo saber. Si Urdangarin fuera alguien cercano lo estaría
convenciendo para que pidiera de inmediato su traslado a un centro más
convencional, aunque tanto él como su familia tuvieran que desprenderse de
algunos humos. Seguro que el olor de
axilas del populacho es menos peligroso que una soledad sostenida. Deberían
aligerar lo antes posible su aislamiento, porque la pena de prisión se cumple,
pero hay penas colaterales que perduran. Y pueden ser más graves.
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