miércoles, 21 de octubre de 2009

EL CASO GÜRTEL


Hace unos días hemos vuelto a tener noticias del Prestige, asunto recurrente que el Gobierno y sus palmeros sacan de carpeta cada vez que le conviene, porque bien parece que el puñetero barco no deja de escupir chapapote sobre las inmaculadas costas gallegas. Zapatero ha tenido otros tres “prestiges”, pero de esos no nos acordamos porque el marchamo de contaminación de nuestras costas, quedó anclado en aquel vertido. Como todo no lo pueden hacer mal, hay que reconocerle al Gobierno de Zapatero una gran habilidad para manipular a la opinión pública. En eso pueden dar lecciones al mismísimo Goebbels.

Hace unos días, la ministra de Defensa ha vuelto a colocar otra placa en recuerdo por las víctimas de Yak-42, pero pasa de puntilla sobre los soldados muertos en esas extrañas misiones de paz que nos hemos inventado en medio de un fuego cruzado. La abuela del cabo muerto ayer en Afganistán, se quejaba perpleja: “Nos dijeron que lo llevaban a una misión humanitaria y lo llevaron a una guerra”. Las víctimas del accidente en el Yak-42 pasarán a la historia, mientras que los 150 muertos de la era Zapatero, engrosarán el pelotón de los soldados desconocidos. La diferencia estriba en que los del Yak-42 eran soldados en guerra que murieron en un accidente de aviación y todos los demás son soldados en misiones humanitarias y de paz, pero torpedeados por bombas y misiles del enemigo al que queremos ayudar. La muerte los iguala.

Pero igual que rentabilizan a las victimas según el interés político del momento, saben silenciar los mayores escándalos, los que ocuparon portadas en la prensa internacional. Y no me refiero a la etapa de Felipe González. ¿Se acuerda alguien de la “Operación Faisán”? Fue un clamoroso chivatazo de las Fuerzas de Seguridad del Estado, para alertar a ETA de que no debía reunirse en un día y lugar concreto, porque estaban siendo vigilados y los que acudieran iban a ser detenidos. Sucedió en plena tregua, cuando Zapatero sostenía que Otegui era “un hombre de paz” y Josu Ternera un “político con legítimas ideas separatistas”. Un desconocido entró en el bar “El Faisán”, en Irún, y puso en las manos de su propietario un teléfono. Poco después ese teléfono sonó y alguien aconsejó que no se reunieran allí los cabecillas del aparato financiero de ETA, porque estaban controlados. Hay tres imputados. El sumario pasó, como no, a manos del juez Garzón, que en tres años no ha conseguido concretar nada, de nada, de nada. Ahora el fiscal, como no, pide el archivo del caso, porque al parecer no tiene mucha importancia la providencial colaboración entre tres miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado y los terroristas de ETA. ¿Cumplían órdenes superiores? Fue un secándolo internacional tratado con sordina en España. ¿Se imaginan ustedes que esto hubiera sucedido con Aznar como Presidente del Gobierno?

Ahora han dado instrucciones para abrir todos los días con alguna noticia sobre el caso “Gürtel”, con idea de desviar la atención de la crisis financiera, el despilfarro, la subida de impuestos, el paro, el cachondeo… Veremos en qué queda finalmente todo eso, pero estando en su origen el juez Garzón, hay que ponerse en el peor escenario. Esto se alargará sabiamente, con un goteo calculado, durante toda la legislatura y aunque finalmente quede en poco o en nada, Gürtel está teniendo más peso, espacio y titulares, que los cinco millones de parados. Son unos genios.

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