viernes, 19 de junio de 2009

NO ES ESO, NO ES ESO


A raíz de publicar un par de artículos con referencias críticas hacia la vicepresidenta del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, he recibido algunos correos con chistes sobre ella, con profusión de imágenes, muchas burdamente manipuladas, en las se destaca su fealdad, comparándola con primates y abundando en los costosos modelos de firma que usa para su indumentaria de cada día. Un amable lector me envió “30 fotos de 30 días”, animándome a que indague en el precio elevadísimo de su ropaje, porque, según sus cálculos, ni con el triple del sueldo que cobra como vicepresidenta, podría sufragar el suntuoso gasto en vestidos y complementos. Otro recurre a la portada del Vogue y un tercero me adjunta el estudio económico, que público un periódico nacional, de un grupo de expertos en moda… ¡Gracias, pero nada de esto me interesa!

Yo estoy agradecido al que me lee, esté o no esté de acuerdo con lo que escribo y también a los que se toman la molestia de manifestarme su criterio sobre mis opiniones, pero resulta que lo que menos me importa de la vicepresidenta del Gobierno es su belleza, su aspecto físico o su indumentaria. No es eso. Creo sinceramente que no es criticable ni censurable que esa señora no sea una beldad estandarizada y que recurrir a eso es descender, irse por las ramas y carecer de argumentos. La madre Teresa de Calcuta no se caracterizaba por tener un deslumbrante aspecto físico y no por eso dejó de ser admirable y admirada. La belleza o la fealdad nos vienen impuestas de natura y debemos rechazar, por principios morales, éticos e incluso estéticos, descalificar a las personas con clasificaciones tan simplistas. Feas y guapas deben tener un lugar al sol y lo más aberrante es rechazar a una persona por ser gorda, flaca, alta, baja, guapa, fea, joven, vieja, blanca o negra…

A mi no me gusta la vicepresidenta del Gobierno porque sé que miente, porque me resulta cínica, porque es capaz de justificar lo injustificable y, sobre todo, porque tiene un pobre concepto de todos los demás, a los que nos considera poco menos que necios de libro. Su capacidad de histrionismo le permite defender una cosa y la contraria sin cambiar el semblante, porque usa el mismo gesto para lo obvio que para lanzar su repertorio interminable de mentiras ¡Eso es lo criticable en ella! Su belleza o su fealdad no añaden nada para lo que de verdad debe importar en una vicepresidenta del Gobierno.

En YouTube puede verse un video en el que la vicepresidenta, con total oportunismo y desvergüenza, manipula a los alumnos de un instituto, al que había ido para inaugurar el curso. Ése día dio una vuelta más al torniquete de la impudicia verbal que la caracteriza. Sin sonrojarse y con los brazos elevados, casi levitándose, definió los dos modelos políticos que hay en España manipulando la verdad de forma tan torticera, grotesca y ramplona, que resulta vomitivo verla y oírla. ¡Ahí está su verdadera fealdad! La otra, la física, es algo que no debería ser motivo de mofa ni de descalificación. Pérez Reverte, escribió en una ocasión que “ocho de cada diez personas con los que me cruzo por la calle, son feas de cojones” Fue muy generoso.

jueves, 18 de junio de 2009

ANUNCIOS POR PALABRAS


Casi todos los periódicos y revistas tienen su sección de “anuncios por palabras”, que reflejan las ofertas más variopintas del día. Sin salir de HOY, uno puede encontrar secciones dedicadas a motor, ofertas inmobiliarias, trabajo y academias, pero la más voluminosa es la de “otras secciones”, donde se incluye “relax”, la oferta reina, que ocupa más del 50% del espacio. En “relax” utilizan un lenguaje propio, escueto y muy directo, basado en los guiños, en los sobreentendidos y en la complicidad con los posibles clientes que, a juzgar por la voluminosa oferta, deben ser muchos. A base de sintetizar las ideas y exprimir el mensaje, logran elaborar un discurso completo en una sola palabra: “ardiente”, “necesitada” “ven” “tuya” “caliente”, “sabrosa”… Otros dan un paso más y caen en las matizaciones, pero expresadas como un trallazo de urgencia: “culito respingón”, “jovencita morbosa”,”madurita explosiva”, “morena caliente”, “rubia brasileña”.

Son telegramas que logran comunicar un mundo de fantasía a los usuarios, economizando texto y garantizando la inmediatez como un valor añadido. Las ofertantes saben que el cliente no quiere perder su tiempo en chácharas y zalamerías y hay alguna que se compromete casi al imposible: “En 20 segundos”. O sea, antes de sacar la cartera, antes de mirar el género y entre el hola y el adiós. Está muy claro que en este mundillo se prescinde de las fases previas y que alguno hasta puede aliviarse mientras el camarero vacía el cenicero. El tiempo es oro y si el tango predicaba “que 20 años no es nada”, Adriana lo reduce a 20 segundos, que es considerablemente menos. Todos los mensajes tienen sabor de urgencias y van directamente a lo que el usuario busca, aunque también los hay más prosaicas que se pierden en ofertas de risa “apasionadamente tuya” “busco hombre educado para sexo real”, “Karla, besucona, 160 pechos”… Esta Karla no debe ser la de “en 20 segundos”, porque desabrochar un sujetador de 160 senos debe pasar de la media hora.

Pero en estos mensajes también hay localismos, provincianismos y nacionalismos: “Don Benito, madurita complaciente”,”Villanovense cariñosa”, “Almendralejo, morbosa”, “Españolas guapas y simpáticas”, “Española auténtica”, “Francesa atrevida”, “Italiana alto standing”, “Madurita brasileña”. Para que la oferta sea completa, también tiene su importancia la cuestión racial, “Negrita, 18 añitos”, “Japonesas jóvenes”, “Leticia, portuguesa”, “Mulata brasileña”, “Jovencita puertorriqueña”. Tampoco faltan las que hacen un guiño romántico. “Tú y yo, a solas”, “Sola para ti”, “Te espero, llámame”. O las limpias: “higiene garantizada” Otras ofertan algo aparentemente insustancial, pero que seguro que saben lo que ofertan y porqué lo ofertan: “Recién llegada del Brasil”. Yo interpreto que aquí hay una especie de “ven, date prisa, estréname”. Y además de las que se clasifican como “alto standing”, están las culteranas: “Universitaria”, “enfermera”, “empresaria”, “separada culta”, “traductora” y muchas políglotas: “francés, griego y tailandés”. Vale.

Pero el mensaje más cifrado, el que envuelve la oferta en un aparente imposible, es “Primera vez”. Esta Adriana, debe andar inmaculada y se está reservando para el primer príncipe azul que llame a su timbre por 25 euros. Y hasta puede que haya un príncipe azul que acuda al reclamo, dispuesto a ser el primero, a estrenarla, aunque tenga que esperar a que pasen otros tres delante. Hay gente p´ató.

viernes, 5 de junio de 2009

EL HIJO TONTO DE ROBIN HOOD


Me divierte que, en la nuca de cada españolito, resople el aliento pestilente de la SGAE, que acabará cobrándonos por lo que cantemos o podamos cantar en la ducha. No es ninguna exageración, porque ya nos cobran por la sospecha de las tropelías que podamos hacer si compramos un nuevo ordenador, un dvd, cd, móviles o reproductor musical. Ahora mismo ningún país, ni siquiera los bananeros, tiene un proteccionismo tan aberrante, nauseabundo y gilipollezco como el que Zapatero mantiene con los caraduras del “club de la ceja”, que acabarán cobrándonos incluso por nuestros ocultos pensamientos.

¿Quién no abriría un negocio si el Gobierno se comprometiera, a priori, a cubrir sus pérdida y, en todo caso, a garantizarle unos beneficios concretos, aunque el negocio fuese una ruina? Pues no es ciencia ficción, porque Zapatero garantiza a la SGAE, buque insignia del “club de la ceja”, unos ingresos anuales superiores a los 75 millones de euros, pero en caso de que no logren esa cantidad, el Gobierno, con nuestros impuestos, pagará la diferencia, para que los pobrecitos Victor Manuel, Ana Belen, Bosé, Serrat, Sabina, Almodóvar y demás intelectuales puedan llegar a final de mes sin apreturas, que mantener sus mansiones les cuesta un pastón y el servicio se ha puesto por las nubes. Zapatero manda al paro a cuatro millones de parias con sus políticas sociales, pero garantizando a los del pesebre de la cejita porque su bienestar no es negociable, porque lo importante no es lo que hagamos o dejemos de hacer, sino cubrirle el riñón a toda esa pobre gente que después, cuando él los llama, acuden presurosos con el dedito en la ceja. ¡Marchando una de política social!

Todos los que hoy respaldan a Zapatero, mañana se avergonzaran de haber mantenido, ellos sabrán porqué, una postura tan inexplicable, con el hijo tonto de Robin Hood, que para imitar a su padre robaba a los pobres y se lo daba a los ricos. Este socialismo de alto standing, impuesto por Zapatero y sufragado incluso por los 4.000.000 de parados, es algo tan vergonzante como el sostenimiento, con el dinero de todos, de una producción cinematográfica que consigue, vía subvenciones, casi el doble de lo que recauda en taquilla. En unos momentos en los que hablar de hambre no es ninguna demagogia, el presupuesto para los culturetas del cine se ha incrementado en un 121% y para garantizar que el asunto se sostenga, la actual ministra de Cultura es una coleguilla, de las acostumbradas a coger subvenciones sin dar explicaciones. Da igual que las películas no se vean, e incluso da igual que el 20% de las películas que pagamos no lleguen a estrenarse nunca, porque los propios productores consideran que es una pérdida de tiempo y de dinero, poner en cartelera semejantes engendros “culturales”. Hoy no hay ni una sola película española que no esté subvencionada y muchas de ellas cobran sólo por presentar el proyecto, aunque después no llegue a filmarse.

¿Acabará el Gobierno de Zapatero subvencionando a los productores del tomate, aunque no tengan tomateras ni tengan tomates? Pues esto es lo que están haciendo con los cebollos de un cine del que los mismos cebollos se avergüenzan. Estos son muy progres, pero les da igual que la pasta les llegue de la extrema derecha, un parado, un pensionista o una monja de clausura… ¡Y mañana a reflexionar!

PRESENTACION DE ALBERTO GONZALEZ


Presentación del libro “El enigma de Poncio Pilatos”, de Tomás Martín Tamayo, por Alberto González Rodríguez, cronista oficial de la ciudad de Badajoz.


D. ALBERTO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ:
GRACIAS. Buenas noches.

Es una satisfacción tener la oportunidad de hacer la presentación de este libro, con el que estoy relacionado desde los inicios de su elaboración.

Siempre es grato, siempre es un acto gratificante, hacer la presentación de un libro, mucho más, cuando se trata de la presentación de un libro de un amigo. Y cuando, además se trata de un libro muy bueno, de un amigo muy bueno, la satisfacción es doble.

La presentación de un libro es algo que se ha convertido, afortunadamente, en un rito obligado. No es suficiente que la criatura nazca, sino que hay que presentarla en sociedad de acuerdo con un protocolo muy medido. De tal manera que ha llegado a concluirse que la presentación de un libro es un poco como el marco para un cuadro; como el pedestal para una estatua; algo que lo realza, que lo pone en situación. Yo me atrevería a decir que incluso es como el manual de instrucciones para un telefonillo o para una cámara digital: La guía que desvela los secretos del instrumento y orienta sobre la manera de obtener su mejor rendimiento.

En el caso presente caso hay que decir que esta presentación es un poco atípica, pues siendo cierto lo que acabo de exponer, que en definitiva la presentación de un libro es descorrer las cortinas que lo muestran al público y que desvela su identidad, en este caso eso no es así del todo. Y digo que en este sentido la presentación que hacemos esta noche es un poco atípica ( no más atípica, desde luego, que la mayoría de las que se han hecho aquí en esta misma carpa ) porque estamos mostrando al público un libro cuyas cortinas se habrían descorrido ya anteriormente en varias ocasiones.

Sin embargo, el protocolo de hacerle el paseillo solemne en la Plaza Monumental de la Feria del Libro de Badajoz, resultaba obligada. Por ello no sobra que aunque el libro no sea la primera vez que se muestra al público, tuviera el refrendo y el respaldo de la presentación en esta Feria Bibliográfica Grande, que es la Feria del Libro de Badajoz.

Para hablar de un libro, de cualquier libro, y de éste en particular, es obligado referirse primero, aunque sea brevemente, al autor. Porque la obra es algo que no puede desconectarse de la referencia del autor. Igual que veremos inmediatamente en relación con el libro: que el personaje que lo protagoniza no puede desconectarse ni descontextualizarse de las circunstancias y de los elementos que la rodean. Y en ese sentido un libro no puede desconectarse de su autor.

Aunque en este caso las referencias no son muy necesarias puesto que el autor, Tomás Martín Tamayo, es sobradamente conocido, tanto en su nivel personal como en su perfil como escritor.

Tomás Martín Tamayo es un escritor de una larga trayectoria. Muy avezado, muy hecho, con mucha experiencia, con una obra muy dilatada, en la que desde el primer momento acuñó el estilo de su identidad como un maestro del relato corto. La mayor parte de su producción y, en mi opinión, lo mejor de su producción, es el cuento, la narración breve, el relato corto, campo en el que ofrece registros muy variados, pues en su obra encontramos desde relatos que son puro divertimentos, hasta otros con dimensión de ensayo, pasando por relatos que son feroces miradas o agudas miradas a la realidad social, a personajes, y hasta por los de fuerte carga erótica. En este terreno está, pues, muy avezado.

También es un autor con experiencia en el campo de la poesía. Faceta. dicho con todo el cariño, que personalmente me parece la más floja en su producción, cuyo abandono no hay que lamentar mucho, porque así tiene más tiempo para dedicarse al relato, que es lo suyo.

En su producción literaria en general, tanto en el relato corto como en la poesía yo creo que de alguna manera Tomás Martín Tamayo es tributario de una serie de insignes plumas como Jesús Delgado Valhondo, Ángel Sánchez Pascual, o nuestro querido y maquiavélico Jaime Álvarez Buiza, aquí sentado en primera fila, haciéndonos los honores.


También es muy avezado Tomás en el artículo periodístico. Artículo periodístico en unas ocasiones de corte político, y en otras de corte sociológico o de corte irónico. Porque la pluma de Tomás siempre está llena de sagacidad, de mordacidad, de agudeza en la observación, de sabiduría en el traslado al papel de sus ideas, y dotada de una habilidad que le capacita para abordar cualquier temática. Pero sea cual sea el estilo en el que ha desarrollado su amplia capacidad creativa, su distintivo ha sido siempre expresarse un estilo periodístico de gran agilidad: Es decir, frase corta, párrafos cortos, muy preñados de contenido. Porque en Tomás no hay paja, en no hay párrafos que haya que saltarse, porque siempre va al puro hueso del discurso.

Sin embargo, nunca había tocado hasta ahora la novela. Por más que, en realidad, la novela que presentamos esta noche “El enigma de Poncio Pilatos” es casi una concatenación orgánica de relatos cortos. Cuando entremos a hacer la disección formal de la obra lo veremos.

De manera que estamos ante la primera novela, que es una primera novela de una calidad sorprendentemente elevada.

Para hablar de la obra hay que referirse a sus dos aspectos principales: los contenidos y la forma.

En cuanto a los contenidos, lo primero que sorprende es el personaje. Porque estamos hablando de una novela --luego veremos vista desde qué perspectiva-- sobre Poncio Pilatos. ¿Por qué Poncio Pilatos? Pues, de primera intención, porque ésta no es una obra oportunista. En el panorama de la multiplicidad de publicaciones con que el mundo cultural afortunadamente nos sorprende, observamos que hay un gran número de libros contingentes, de libros ocasionales, de libros que se montan en el estribo de la última. novedad del chismorreo, del último suceso de actualidad, de la última contingencia o personajillo del mundo del espectáculo o de la política -- lo que viene a ser casi igual-- aunque se trate de un suceso fugaz o de un personaje inane. Hay una gran cantidad de libros de se tipo articulados aprisa y corriendo sobre algo intrascendende, pero que en cierto momento suena por lo que quiera que sea. No es preciso citar casos concretos, pero cualquiera de ustedes podría ponerle título y nombre a muchos de ellos.

Sin embargo, el personaje y el hecho en que se fija Tomás Martín Tamayo para hacer su libro, no sólo no es de actualidad, sino que es un personaje extraño, impopular, alejado de la frivolidad y la actualidad; un personaje, yo me atrevería a decir, en principio, poco "librable". Porque es un personaje desconocido, un personaje con no buena prensa, que más incita al rechazo que al afecto. Desconocido en su sentido más profundo hasta que Tomás lo aborda enfocándolo de un modo novedoso, aproximándose a sus aspectos positivos, y encajándolo perfectamente en su contexto histórico. El que Tomás se haya metido por los resquicios de la historia, y entre la enorme variedad de personajes con un halo atractivo ( siempre es muy brillante escribir sobre Napoleón o sobre Alejandro Magno o sobre Cristóbal Colón o sobre otro gran personaje) se haya detenido en Poncio Pilatos creo que ya es el primer acierto de la obra, porque garantiza que cualquier cosa que se diga sobre un personaje tan ignorado y malinterpretado siempre es novedoso y, consecuentemente, siempre muy atractivo, sobre todo si se enfoca con la habilidad que lo ha hecho Tomás Martín Tamayo.

Tomás hace con Piñatos en su libro lo que esos maestros de la repostería, alguno de los cuales también ha estado también en esta carpa, hacen con las tortillas de patatas: esto es desfragmentarlo. Porque los cocineros, de acuerdo con eso que algunos han dado en llamar nueva cocína, y que yo prefiero silenciar como lo llamo, desfragmentan la tortilla de patatas... Lo malo es que luego no fragmentan nada, y el producto resultante es una cosa que a mí más me suena a burla que a gran producto del fogón.

Tomás, sin embargo, desfragmenta a Poncio Pilatos, lo desmonta, como se hace con los viejos relojes, y vuelve a montarlo, en una operación de precisión relojera en la que, en lugar de sobrarle piezas, como les pasa a los malos artesanos, las encaja una a una para recomponer un mecanismo mejor que el inicialmente desmontado. Porque Tomás sabe encontrar exactamente en cada una de las piezas-facetas del personaje desmontado su mejor significado y función. Y de un personaje que antes de ser desmontado sólo existía una visión unitaria, muy elemental y primaria, realiza una reconstrucción en la que el personaje, que una vez terminado de montar resulta fascinantemente distinto a aquel que habíamos encontrado en el inicio, porque descubre facetas y ofrece ideas, actuaciones, y circunstancias, ciertamente insospechadas antes de haber leído la novela.

El protagonista de la novela es Poncio Pilatos, pero hay dos que también desempeñan un papel fundamental, aunque es necesario saber encontrarlos. Están permanentemente ahí. Uno, otro como cañamazo sobre el que se urde toda la novela, es la política; porque todo el engranaje de la obra es un discurrir por los vericuetos de la política, cuya sombra está incidiendo permanentemente, de una manera o de otra, sobre todo el desarrollo de la acción novelística. Me refiero a la política como ese complejo entramado de intrigas, de personajes malévolos, de personajes sabios; a ese trepar, que parece que es una de las constantes de la política; a ese apuñalarse unos a otros. Todo eso es un segundo personaje muy importante en la novela, o un segundo protagonista, que no es una sola persona, sino un conjunto de personas movidas únicamente por sus intereses y sus miserias..

El tercer personaje, en realidad el verdadero protagonista y referente insoslayable de toda la acción, y de alguna manera el personaje central de la obray que sin embargo, no aparece prácticamente en ella, es Jesús, porque, naturalmente, sin Jesús no existiría Poncio Pilatos, como muy bien explica en la novela Tomás. Pese a lo cual, sólo de manera muy fugaz, muy lateral, muy secundaria, aparece en la novela.

Uno de los grandes aciertos de la obra El enigma de Poncio Pilatos, es que, tratándose de una historia cuyo final todo el mundo conoce, se convierte en una especie de novela de intriga, una especie de novela policíaca, en la que, por más que se conozca su final, uno no cesa en su interés, en ni una sola de las páginas, para ir viendo qué es lo que ocurre en la siguiente.

En su planteamiento Tomás no deja claro –ahora nos lo dirá con sus propias palabras– si se propuso hacer una novela histórica, si se propuso hacer una novela, si se propuso hacer una historia, o qué es lo que se propuso. Porque la verdad es que, fuera cual fuera su pretensión, le han salido ocho o diez libros distintos en un solo libro, ya que, visto desde fuera, puede decirse que El enigma de Poncio Pilatos es una novela histórica, perfectamente encuadrable en el modelo de lo que ahora se considera una novela histórica, es decir, coger un marco temporal, coger un marco de circunstancias, y unos personajes reales seguirle la pista, desarrollar la biografía de uno o de varios personajes, permitiéndose la licencia, para más enriquecer el propósito de su hilo narrativo, de incorporar otros de ficción y algunas circunstancias cuya existencia histórica es imaginaria o no está documentada, pero que Tomás inserta con tal habilidad que, si no fueron reales, perfectamente podían haberlo sido.

En este sentido, pues, es una novela histórica, una rigurosa novela histórica, muy bien cimentada documentalmente y con muchos atisbos de erudición, que pone a disposición del lector un conjunto de informaciones sorprendentemente rica. Pero además de una novela histórica, es una historia novelada, precisamente por estas circunstancias de, sobre el rigor rigor en la documentación que sustenta cada una de sus páginas, se añaden unos personajes suplentarios fascinantes y una trama de enorme atractivo.

Y también es un ensayo, porque Tomás realiza agudos análisis, vierte muchas reflexiones personales, y hace muchas valoraciones de circunstancias y cuestiones, de acuerdo con el esquema que resulta propio del estilo literario del ensayo.

Pero es que, además, la historia es un acabado ejemplo de tratado político. Y de diplomacia, sociología, psicología, y muchas cosas más. La perspectiva que adopta Tomás para aproximarse a los personajes, la penetración y perspicacia con la que se mete dentro de las mentalidades y las actuaciones de cada uno de sus personajes, cuyo número no me detenido en contar, es asombrosa.

Si esta fuera una presentación analítica lo hubiera hecho; pero no es eso, sino una presentación crítico-cualitativa. Por tal razón no se exactamente cuántos personajes presenta Tomás en su novela, aunque deben ser del orden de un centenar. Amplia nómina que pieza a pieza, articulándose entre sí, contribuye a que el resultado final que es la novela tenga sentido en relación con el referente de Pilatos. Ese Pilatos que Tomás desmonta para volver a montarlo, y que funciona con una precisión de relojería suiza.

Y sobre todo es un tratado político donde se desvelan una serie de claves que muestran la política, más que por dentro, por detrás, para mostrar todas sus miserias. Dónde, como se dice con carácter jócoso, pero dramáticamente acertado, se aparta del principio según el cual la gente no debe saber nunca ni como se hacen las salchichas, ni como se hacen las leyes. Esto es, como funciona en realidad la política. Mas, con su Pilatos, Tomás muestra descarnadamente al consumidor cómo es, y cómo se fabrica en realidad la salchicha de la política, esa bazofia que la conveniencia de los políticos aconseja que jamás sea conocido por el sufrido ciudadano de a píe.

Y sobre todo, Tomás, que es escritor, y no historiador, ha hecho una obra que es también un perfecto ejemplo para los historiadores. Porque articula una obra en la que queda perfectamente de manifiesto que, primero, el hombre es prisionero de sus circunstancias. Ya decía Spengler en su magnífica obra “Los años difíciles”, que los acontecimientos siempre son más poderosos que los hombres. Los hombres de alguna manera modulan los acontecimientos, pero al final los acontecimientos determinan a los hombres. Pues Tomás demuestra, por una parte, esto, cómo yo tengo la seguridad que cuando ustedes lean la obra descubrirán, obteniendo una visión radicalmente distinta de la que ahora puedan tener de Poncio Pilatos. Y demuestra que cada hombre, cada circunstancia, cada personaje. es inseparable de aquello que influye sobre él. Y que no se puede caer en lo que en términos historiográficos se llama ucronía, que es enjuiciar o ver o tratar de leer cosas que ocurrieron hace muchos años desde la perspectiva y desde los valores de nuestro tiempo.

Estructuralmente, la obra está dividida en siete capítulos, que a su vez se subdividen en una enorme cantidad de subcapítulos, de manera que uno va haciendo periodos de lectura de no más de cuatro o cinco páginas, cada una de las cuales es un relato corto, con vida propia por sí misma, pero que engarzándose hacen el completo de una obra.

Una obra, me parece que es significativo, y aquí eadica una de las expresiones que manifiestan la extraordinaria habilidad en el dominio de la pluma y del lenguaje que tiene Tomás Martín Tamayo, en la que todo es jamón magro. Ahí no hay corteza. Noí no hay tocino. No hay elementos que haya que despreciar. No hay esos periodos que se extienden y se extienden en descripciones innecesarias de dos y tres páginas que, hasta los más empecinados lectores tenemos que saltar porque no aportan nada al discurso narrativo. Frente a ello Tomás va al puro hueso. Domina, retuerce, escurre las palabras y las utiliza para, en una sola línea, o como mucho dos o tres, consumar un presentar , en diseño perfectamente acabado sin necesidad de más florituras ni de más hojarascas, un acontecimiento o un personaje, algunos, realmente estremecedores,. Para los que le sobra, repito, con no más de cuatro o seis líneas.

De tal manera, que cuando la novela histórica al uso en nuestro tiempo, incluso de los autores más afamados, parece que ponen la cota de su calidad en el volumen (hoy las novelas históricas son de 500, de 600, de 700 páginas), a Tomás le sobran y le bastan 200 páginas para decir mucho más de lo que otros autores dicen en toda su producción de novela histórica, porque se va al puro tuétano sin desviaciones.

De manera que, como la presentación de un libro tiene, por una parte, la finalidad de ponerl marco a la obra, y por otra parte, como decía al principio, servir un poco de guía como en el telefonillo, para saber cómo hay que manejarlo, actuando como manual de instrucciones, otra de sus finalidades es incentivar el interés del público hacia su lectura; y lógicamente por su adquisición en la librería. Porque los libros se hacen para ser vendidos.

Si yo tuviera que dar alguna razón final, aparte las que he tratado de exponer, para que ustedes adquirieran el libro y lo lean, les daría una de orden simplemente económica. La de que el que adquiera el libro, hará una buena compra. Pues por el precio de un libro que parece tan fino y tan pequeño, adquirirán no un libro, sino ocho o diez libros. Porque en la novela "El enigma de Poncio Pilatos" adquirirán no solo una novela histórica, sino un riguroso libro de historia, un completo repertorio de biografías, un agudo tratado de política, una obra de psicología, otro de sociología, una trepidante novela de aventuras, y una insuperable creación de intriga. Todos, además, escritos por un amigo.

Yo estoy muy satisfecho de que se me haya permitido hacer la presentación de un libro tan completo.

Y una advertencia final. La de que, aunque el libro de Tomás Martín Tamaño es magnifico, también tiene un punto debil. El prólogo, que es de este modesto, aunque apasionado, presentador.

Muchas gracias. (aplausos)

DÍAS DE LIBROS


Las “ferias del libro” están brotando por todos los rincones de Extremadura y se da la paradoja de que hay municipios que organizan su particular feria sin contar con una sola librería en la localidad. Mi felicitación sincera para todos los concejales de cultura que afrontan este reto con imaginación, porque si no hay libreros locales, se buscan fuera y se les anima, aunque sea subvencionándolos, para que durante unos días coloquen sus mesas y enseñen su producto en los soportales del ayuntamiento o a la sombra de un árbol en el parque. Lo importante es acercar el libro al posible lector y permitir que lo toque, que lo ojee, que lo huela y que lo compre. Si el lector no se acerca al libro, el libro tiene que acercarse al lector, porque si el encuentro se produce acabarán invirtiéndose los términos.

He estado en Cáceres, Navalmoral de la Mata y Jerez de los Caballeros, cerrando el peregrinaje en la de Badajoz. Todas las ferias son distintas y distantes porque distintos y distantes son sus organizadores y sus objetivos, pero al final todas coinciden en el mismo propósito, que es sacar el libro a la calle, hacer un guiño al lector, bajar al escritor de su peana y acercarlo a una realidad que dista mucho de los oropeles de premios y lentejuelas literarias. En el sitio más inesperado te encuentras con gente que lee, que sacan sus conclusiones, que analizan, te comentan pasajes concretos e incluso te ofrecen alternativas. ¡Ese es el premio más alto que podemos recibir todos los que finalmente buscamos en la soledad de la escritura, la complicidad del lector!

En Cáceres me abordó un lector para rebatirme con autoridad una afirmación de mi último libro y para hablarme de Flabio Josefo, Filón, Suetonio, Tácito… con un conocimiento muy profundo de todos ellos. Llevaba una bolsa con libros… ¿A qué se dedica usted?: “He trabajado en el departamento de diseño de una fábrica de porcelana” -¡!-. Una señora, viuda, me enseñó un cuaderno en el que su marido había ido pegando artículos de Bernardo V. Carande, Agapito Gómez Villa y míos. Padres con sus hijos eligiendo un libro, niños en las casetas y en las presentaciones y hasta un soldado, mochila al hombro y leyendo un libro a paso militar ¿Se puede pedir más?

Tengo la satisfacción de haber organizado las primeras ferias del libro en Extremadura, en Badajoz y Cáceres, hace 28 años. Hoy brotan por todos los rincones y aunque las bibliotecas municipales son una tentación abierta, estas celebraciones al aire propician el encuentro, favorecen el intercambio de criterios y pueden despertar al lector y al escritor dormido que habita en cada uno de nuestros pueblos. El libro lleva muchos años muriéndose, pero sigue vivo y ninguna pantalla lo va a sustituir, porque es cómodo, independiente, ligero, limpio, trasportable y económico. El escritor cuando escribe piensa en formato de libro y el lector al leer necesita oler y palpar la textura del papel.

Acabamos de clausurar la XXVIII Feria del Libro de Badajoz, en la que, según el responsable de Boxoyo, “no se ha notado la crisis” Eso dice mucho en favor de la feria y de sus organizadores, en favor de los libreros, de los autores y de los pacenses. Benditos libros.