sábado, 3 de octubre de 2020

"Tonteridas" las justas

 

                        

 
 
“TONTERIDAS” LAS JUSTAS

 

                                                             Tomás Martín Tamayo

 

A las dos “V” mayúsculas de la Junta, Vara y Vergeles, solo se le contabilizarán los errores, supuestos o reales, porque no cabe el aplauso en una pandemia que arrastra muerte, quiebro y dolor. Ellos lo saben, es ley de vida, nunca lo harán bien y cada decisión que tomen será cuestionada. El sector sanitario, el educativo, el económico, los funcionarios, los autónomos, la restauración,  pacientes, sufrientes, parados, ocupados, jubilados… tienen razones para mostrar su indignación.  Estamos mentalizados de que “papá Estado” o “mamá Junta”  lo resuelvan todo, pero sin poner ni un suspiro de nuestra parte, y la espera se hace interminable.

 

Conozco a Fernández Vara y, porque le conozco, pese a las picazones que me producen muchos de sus silencios e implícitas adhesiones,  le tengo afecto. Sé que es un hombre cabal, reflexivo y que en sus aciertos y errores no entra la indigencia estratégica de rentabilizar el dolor. Es lo que hace el Gobierno, con un Pedro Sánchez capaz de ordeñar hasta que fluya la sangre. Es verdad que  a GFV, al margen de la erótica del poder, la política no le aporta bienestar porque puede vivir fuera de ella mucho mejor que dentro, aunque creo que esto no lo sabe todavía. Y Vergeles… Que me fustiguen los “kikirikis”, pero creo que es una suerte tenerlo ahí y ahora.

 

El mundo va a ruedas de la Covid-19, buscando paliativos para sus zarpazos y  con poco margen para adelantarse a ellos. No hay precedentes, no está impreso el manual de instrucciones y cada uno sortea como puede sus embestidas porque la “solidaridad interterritorial” es una milonga y de la europea mejor no hablar. Sabemos poco del virus, pero deberíamos saber mucho de nosotros mismos. Mientras no haya “palo y cerrojazo” y se tipifiquen como delito contra la salud pública las acciones incívicas que atentan contra la salud pública, no hay paliativo posible.

 

Con las manadas de ñues pastoreando  libremente por la sabana, todas las medidas se hacen inútiles. ¿Para qué tanta mascarilla si se permite que los fumadores la usen a conveniencia y está permitido que te echen el humo en la cara? ¿Lo evitamos a mamporros? ¿Para qué sirve reducir los aforos de las terrazas, si las mesas son las de siempre y en ellas es imposible establecer una distancia de seguridad? ¿Deja de ser obligatoria la mascarilla si te tomas un café de horas en una terraza? ¿Para qué las sanciones si no se pasan, no se pagan o un juez las invalida?

 

En Badajoz, el sábado pasado, en la margen izquierda del río, cientos de personas hacinadas, de celebración, sin mascarillas, bailando, abrazándose y compartiendo vasos gigantes… ¿La policía para qué? Corren el riesgo de acabar en el río. ¡Estas actitudes son las que finalmente cerrarán bares y terrazas! Nos cerrarán a todos.

 

No se respetan las normas de Tráfico por civismo y responsabilidad, sino por las consecuencias que se derivan de su incumplimiento. ¿Circularíamos a 120, 90, 30 o 20 si no nos sintiéramos vigilados y temerosos de la minuta que nos puede llegar? ¡Que pregunta más tonta! “Tonteridas las justas”, decía Chiquito. Medidas útiles y coercitivas  o  barra libre en la selva.

 

________________________________________________________

 

 

*Si desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com.  Todos los envíos se efectúan por consentimiento expreso del solicitante.  Si los recibe y no quiere seguir  indíquelo a ese mismo correo.

 *A excepción del correo electrónico facilitado, no dispongo de ningún otro dato, en la mayoría de los casos ni siquiera de la identificación del titular del mismo.

 *En los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.

 *Todos mis artículos están abiertos en el blog Cuentos del Día a Día y se publican en la edición impresa y digital del periódico HOY.

 

No hay comentarios: