sábado, 24 de octubre de 2020

LA CALMA DEL ENCINAR

 

                                 ¿ESTO POR QUELLO?

                                               

                                                                                                   Tomás Martín Tamayo

 

Espero y deseo que la revisión del callejero en muchos pueblos -Madrid incluido-, para bajar del mismo a próceres históricos del PSOE, haga reflexionar a algunos socialistas que, con ardor guerrero, mucha temeridad y poca reflexión, se impusieron la tarea de purificarlo personalmente, llegando a excesos caprichosos,  como  etiquetar de  “fascistas/franquistas” a personas que nunca estuvieron en el ideario franquista ni fascista. En la provincia de Badajoz  la purga saltó de pueblo en pueblo y con la presión de retirar subvenciones, se forzó a bajar de calles y plazas  nombres que ni remotamente entraban en el espíritu de la Ley de Memoria Histórica. Un juez paró el furor revisionista y desde entonces, menos mal, se hizo el silencio. Da para una serie este capítulo, lo sé, pero prefiero ser condescendiente y no pasar de aquí. Punto.

 “Hoy la Avenida Primo de Rivera de Cáceres ha pasado a llamar Clara Campoamor y el Parque de Calvo Sotelo, Gloria fuertes. Hoy nuestro callejero es un poquito más digno”.  Lo escribió Luis Salaya, alcalde de Cáceres, en su cuenta de Twitter. Al margen de la penosa y delatora  “dejadez” en la redacción, demostraba haber leído poco, que en historia está pez o que quien le asesora no le quiere bien. Coger la antorcha de un revisionismo cegato, fiándose de “expertos” parecidos a los que tuvo el Gobierno durante el primer confinamiento, es un disparate, pero como algunos creen que “todo vale para el convento”, estos sarpullidos  redentores seguirán alterando la convivencia… ¿Para ordeñarlos electoralmente? Te equivocas, Luis Salaya.

 Me aseguran que la Avenida de Primo de Rivera de Cáceres no rinde homenaje a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, sino a su padre, el general Miguel Primo de Rivera. Pero, aunque así fuera, la Ley de Memoria Histórica no hace señalamientos a periodos anteriores al 18 de Julio de 1936. La Ley hace una proclamación general  sobre motivos inequívocamente políticos o ideológicos, DURANTE la Guerra Civil, extensivos a los que tuvieron lugar en la dictadura POSTERIOR.

 José Antonio Primo de Rivera, fusilado el 20 de noviembre de 1936, fue detenido y encarcelado el 14 de marzo, cuatro meses antes. ¿Todos los “Primo de Rivera” están contaminados y deben ser perseguidos? Ah, bueno, si es cuestión de apellidos  pongámonos de perfil, pero ni el padre, Miguel, ni el hijo, José Antonio, tuvieron participación alguna DURANTE la Guerra Civil, ni “en la dictadura POSTERIOR”. Los muertos no entran en guerras ni participan en represiones, aunque haya mucho “vivo” aferrado a los muertos.

 Y si resbalón es lo de Primo de Rivera, patinazo a lo grande lo de Calvo Sotelo, asesinado de un pistoletazo por un socialista, guardaespaldas de Indalecio Prieto, el 13 de Julio de 1936. El inicio de la Guerra Civil lo vio  Calvo Sotelo desde la tumba y desde ella debió participar en la  represión posterior. ¿Por bajar esos nombres es el callejero de Cáceres más digno?  ¡Háztelo mirar, Luis Salaya!

 
Retirar de calles, parques  y plazas los nombres de Largo Caballero, Indalecio Prieto y otros muchos, es el “ojo por ojo” que nos dejará a todos bizcos. Y romper placas y bajorrelieves  con la sutileza de una maza, es caer  en los mismos excesos redentores. ¿Hasta cuándo el ordeño de la Guerra Civil? ¿Esto por aquello? Gilipolleces, España está en otros afanes.

 

 

 

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