UNA VISIÓN ANTICIPADA
Tragó saliva, contrito y sin poder contener
los lagrimones que le marcaban surcos en las mejillas, miró la enorme oquedad interior, el vacío en el que cabía un bando de gaviotas
gritonas. Suplicante volvió a mirar a la izquierda, aquella que en su momento
de gloria lo recibió con alharacas, extendiendo a sus pies una alfombra roja que él pisó con aire triunfal. ¿“Marcial, eres
el más grande”? Seguían mirando al tendido, pero por el rabillo del ojo
celebraban, entre risas y cachondeo, su desconcierto de mocita seducida y
entregada.
A los que se había unido en un frente común, rompiendo
puentes a mordiscos, ¿dónde estaban? Les hizo señales agitando los brazos:
“! Eh, colegas
modernos y progresistas, que soy yo, el que quemó naves y parentelas de
proximidad para estar con vosotros, el que meó más lejos aquel día de gloria!”.
Silencio. “¿No me veis? Ocupé el centro y
me recibisteis como a uno de los vuestros!”. Silencio. “Soy el del verbo florido, el látigo contra lo
añejo, la naftalina, la España en blanco y negro”. Silencio. “Soy el que zurró la badana a la parentela para ser
tan moderno y progresista como vosotros, el que tiene altura de estadista”.
Silencio “¡Pero si lo dijeron incluso El País, Escolar, Ferreras!..”. Silencio.
Cayó de
rodillas, le temblaba la mandíbula, la soledad y la indiferencia le corneaban
hasta morderle las tripas. Entre
risotadas le llegaba el canturreo, a dos voces: “Pobre tonto, ingenuo
charlatán, fuiste paloma por querer ser gavilán”. Arrepentido, con la soledad
aplastando sus recuerdos de gloria, miró hacia los suyos, que le habían jaleado
hasta sangrarles las manos, pero solo encontró miradas esquivas y de reproche.
Arriba las palmeras, indiferentes, miraban las nubes y tampoco lo veían. ¿Era
invisible? Giró y giró buscando una salida mientras el suelo comenzó a
retirarse de sus pies, con un estruendo de “¡pardillo, pardillo, pardillo!”.
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