sábado, 31 de octubre de 2020

LA CALMA DEL ENCINAR

 

                       
                                           UNA VISIÓN ANTICIPADA

                                                                                Tomás Martín Tamayo

                                                                                                       Foto: Magdalena de la Fuente

 El ruido de la techumbre al caer atronó sus oídos hasta ensordecerle, y despertó aunque no estaba dormido. Con el sudor perlando su frente,  miró alternativamente a derecha e izquierda pero no había nadie. Se encontraba en medio de la nada y, a lo lejos,  todos de perfil silbaban distraídos. Con el techo abierto, el suelo comenzó a ondularse, amenazando dejarle en el vacío, colgado de su ceguera. Todavía saboreaba el aplauso interesado y no entendía que él, el Cánovas del momento, la figura emergente que había escenificado un “hasta aquí hemos llegado” con tanto valor y osadía, el que había ganado una batalla en la que todas las apuestas le señalaban como perdedor, se viera en una situación tan penosa, sin techo, casi sin suelo y aferrado, como una vieja corista, a la ilusión de su día más luminoso. Y al aplauso del adversario.

 

 Tragó saliva, contrito y sin poder contener los lagrimones que le marcaban surcos en las mejillas, miró la enorme oquedad  interior,  el vacío en el que cabía un bando de gaviotas gritonas. Suplicante volvió a mirar a la izquierda, aquella que en su momento de gloria lo recibió con alharacas, extendiendo a sus pies una alfombra roja  que él pisó con aire triunfal. ¿“Marcial, eres el más grande”? Seguían mirando al tendido, pero por el rabillo del ojo celebraban, entre risas y cachondeo, su desconcierto de mocita seducida y entregada.

 

 A los que se había unido en un frente común, rompiendo puentes a mordiscos, ¿dónde estaban? Les hizo señales agitando los brazos:

“! Eh, colegas modernos y progresistas, que soy yo, el que quemó naves y parentelas de proximidad para estar con vosotros, el que meó más lejos aquel día de gloria!”. Silencio. “¿No me veis? Ocupé el centro  y me recibisteis como a uno de los vuestros!”. Silencio.  “Soy el del verbo florido, el látigo contra lo añejo, la naftalina, la España en blanco y negro”. Silencio. “Soy  el que zurró la badana a la parentela para ser tan moderno y progresista como vosotros, el que tiene altura de estadista”. Silencio “¡Pero si lo dijeron incluso El País, Escolar, Ferreras!..”. Silencio.

 

Cayó de rodillas, le temblaba la mandíbula, la soledad y la indiferencia le corneaban hasta morderle  las tripas. Entre risotadas le llegaba el canturreo, a dos voces: “Pobre tonto, ingenuo charlatán, fuiste paloma por querer ser gavilán”. Arrepentido, con la soledad aplastando sus recuerdos de gloria, miró hacia los suyos, que le habían jaleado hasta sangrarles las manos, pero solo encontró miradas esquivas y de reproche. Arriba las palmeras, indiferentes,  miraban las nubes y tampoco lo veían. ¿Era invisible? Giró y giró buscando una salida mientras el suelo comenzó a retirarse de sus pies, con un estruendo de “¡pardillo, pardillo, pardillo!”.

 

 

____________________________________________________________

 

 

*Si desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com.  Todos los envíos se efectúan por consentimiento expreso del solicitante.  Si los recibe y no quiere seguir  indíquelo a ese mismo correo.

 

*A excepción del correo electrónico facilitado, no dispongo de ningún otro dato, en la mayoría de los casos ni siquiera de la identificación del titular del mismo.

 

*En los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.

 

*Todos mis artículos están abiertos en el blog Cuentos del Día a Día y se publican en la edición impresa y digital del periódico HOY.

sábado, 24 de octubre de 2020

LA CALMA DEL ENCINAR

 

                                 ¿ESTO POR QUELLO?

                                               

                                                                                                   Tomás Martín Tamayo

 

Espero y deseo que la revisión del callejero en muchos pueblos -Madrid incluido-, para bajar del mismo a próceres históricos del PSOE, haga reflexionar a algunos socialistas que, con ardor guerrero, mucha temeridad y poca reflexión, se impusieron la tarea de purificarlo personalmente, llegando a excesos caprichosos,  como  etiquetar de  “fascistas/franquistas” a personas que nunca estuvieron en el ideario franquista ni fascista. En la provincia de Badajoz  la purga saltó de pueblo en pueblo y con la presión de retirar subvenciones, se forzó a bajar de calles y plazas  nombres que ni remotamente entraban en el espíritu de la Ley de Memoria Histórica. Un juez paró el furor revisionista y desde entonces, menos mal, se hizo el silencio. Da para una serie este capítulo, lo sé, pero prefiero ser condescendiente y no pasar de aquí. Punto.

 “Hoy la Avenida Primo de Rivera de Cáceres ha pasado a llamar Clara Campoamor y el Parque de Calvo Sotelo, Gloria fuertes. Hoy nuestro callejero es un poquito más digno”.  Lo escribió Luis Salaya, alcalde de Cáceres, en su cuenta de Twitter. Al margen de la penosa y delatora  “dejadez” en la redacción, demostraba haber leído poco, que en historia está pez o que quien le asesora no le quiere bien. Coger la antorcha de un revisionismo cegato, fiándose de “expertos” parecidos a los que tuvo el Gobierno durante el primer confinamiento, es un disparate, pero como algunos creen que “todo vale para el convento”, estos sarpullidos  redentores seguirán alterando la convivencia… ¿Para ordeñarlos electoralmente? Te equivocas, Luis Salaya.

 Me aseguran que la Avenida de Primo de Rivera de Cáceres no rinde homenaje a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, sino a su padre, el general Miguel Primo de Rivera. Pero, aunque así fuera, la Ley de Memoria Histórica no hace señalamientos a periodos anteriores al 18 de Julio de 1936. La Ley hace una proclamación general  sobre motivos inequívocamente políticos o ideológicos, DURANTE la Guerra Civil, extensivos a los que tuvieron lugar en la dictadura POSTERIOR.

 José Antonio Primo de Rivera, fusilado el 20 de noviembre de 1936, fue detenido y encarcelado el 14 de marzo, cuatro meses antes. ¿Todos los “Primo de Rivera” están contaminados y deben ser perseguidos? Ah, bueno, si es cuestión de apellidos  pongámonos de perfil, pero ni el padre, Miguel, ni el hijo, José Antonio, tuvieron participación alguna DURANTE la Guerra Civil, ni “en la dictadura POSTERIOR”. Los muertos no entran en guerras ni participan en represiones, aunque haya mucho “vivo” aferrado a los muertos.

 Y si resbalón es lo de Primo de Rivera, patinazo a lo grande lo de Calvo Sotelo, asesinado de un pistoletazo por un socialista, guardaespaldas de Indalecio Prieto, el 13 de Julio de 1936. El inicio de la Guerra Civil lo vio  Calvo Sotelo desde la tumba y desde ella debió participar en la  represión posterior. ¿Por bajar esos nombres es el callejero de Cáceres más digno?  ¡Háztelo mirar, Luis Salaya!

 
Retirar de calles, parques  y plazas los nombres de Largo Caballero, Indalecio Prieto y otros muchos, es el “ojo por ojo” que nos dejará a todos bizcos. Y romper placas y bajorrelieves  con la sutileza de una maza, es caer  en los mismos excesos redentores. ¿Hasta cuándo el ordeño de la Guerra Civil? ¿Esto por aquello? Gilipolleces, España está en otros afanes.

 

 

 

*Si desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com.  Todos los envíos se efectúan por consentimiento expreso del solicitante.  Si los recibe y no quiere seguir  indíquelo a ese mismo correo.

 

*A excepción del correo electrónico facilitado, no dispongo de ningún otro dato, en la mayoría de los casos ni siquiera de la identificación del titular del mismo.

 

*En los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.

 

*Todos mis artículos están abiertos en el blog Cuentos del Día a Día y se publican en la edición impresa y digital del periódico HOY.

 

domingo, 18 de octubre de 2020

El artículo de JAIME ÁLVAREZ BUIZA


DOMINGO, 18 DE OCTUBRE DE 2020

LOS AÑOS Y EL SILENCIO

           

Yo era el bebé rechoncho del centro.

           El día en el que escribo lo que ahora leen es pura anécdota, un detalle aleatorio que nada aportará a lo que aquí yo diga. Y, además, no tengo ganas de mirar el calendario para saber. Lo que me importa es la luz de este sábado y de aquel momento, la efeméride intrínseca del ahora de entonces. Porque tal día como el cual, ese de 1952, 17 de octubre, hace 68 que me asomé al mundo en el Sanatorio de San Francisco.  En Badajoz, España. Nací, mellizo de una niña que esperó media hora mi llegada, a las dos horas y treinta minutos de un día viernes. Y, a pesar de ser el décimo hijo de mis padres, con lo que, por aquello de la enseñanza genética, el aprendizaje y la herencia cromosómica, debería haber sabido comportarme como un buen neonato, pues no fue así, porque no lloré al hacerlo, quizá por sentirme feliz y liberado al no tener que compartir un espacio agobiante, tal vez insuficiente, en los adentros maternos. Las lágrimas vinieron en un después urgente e inmediato, tras de los cachetes que recibí en las nalgas y que, al hacerme llorar, salvaron una vida, la mía, que recién empezaba.

 

Mi melliza y yo.

            Conforme los años han ido viniendo y a su compás, no al mío, incorporaron oscuridad o luz a mis silencios, llegado tal día como el descrito y desde un tiempo atrás de no sé cuándo, he tenido presente entre mis manos una frase de Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens en los carnés), que se quedó grabada en mi mollera desde que la leí y que, para mí y mis neuras, fue, sin duda, un hallazgo definitivamente prodigioso: «Cuando era joven podía recordarlo todo, aunque no hubiese ocurrido; pero ahora estoy perdiendo facultades y dentro de poco ya no voy a poder recordar nada, salvo las cosas que nunca han pasado», decían al unísono Mark y Samuel. No sé qué edad tendrían uno y otro cuando dijeron esto que dicen que dijo uno de ellos, el otro o ambos, pero aunque yo no haya llegado todavía a una indigencia memorística que me obligue a inventar recuerdos y creer en ellos, bien es verdad que, sin saber en el día en el que vivo, me apabullan imágenes y sensaciones tan nítidas, tan claras, tan limpias, tan palpables de aquel sentir de entonces, que deben ser verdad. Mayormente, porque conozco los límites de mi capacidad para poder soñar quimeras que puedan distorsionar lo que yo he sido. Y hay imágenes tan firmemente ancladas a mi ensueño, que me impiden dudar de su certeza.  

 

Quiero decir, llegado a este momento y sin duelo emocional de ningún tipo, que he pasado la vida queriendo convivir con mis carencias, para tener constancia de aquello que no he sido ni jamás podré ser. Y he derrochado sueños obsesionado en un afán maníaco de recuperar tiempos, de almacenar razones (causa-efecto)  y, así, saber quién soy por lo que fui y, llegado el momento, a quién o qué me enfrento con mí mismo por no haber sido o ser como ahora soy. Recapitulo olores, angustias olvidadas, recuerdos polvorientos, como un bibliotecario que cataloga libros e incunables. Y la vida vivida se vuelve, en perspectiva, un presagio de intentos, de acasos imposibles, presencias fugitivas que duermen en estantes olvidados que nadie alcanzará. Un trabajo baldío. Un deambular adrede, sonámbulo y estéril buscando la constancia callada de la pérdida.

 


Vivir, llegado el caso, es tan sólo un relámpago que ilumina el silencio de una tarde de siempre que empieza a amanecer en el ocaso, con una luz marchita que quiere escabullirse de la noche, último sueño absorto de un amor infinito, sin remedio y sin tasa. Y el presente es la espera de un futuro impreciso, una melancolía más profunda y más tenue, más difusa, más íntima, que se aferra a los pasos indecisos que deambulan, sin rumbo, camino de la nada de un silencio obligado. Ilusión retroactiva, incompleta torpeza de las horas que sueñan.  

 

Dúctil como la vida que se fue, la infancia es una ausencia que vive el imposible de ser lo que ya ha sido y nunca vuelve si no es en la distancia del recuerdo, o en el absurdo amargo del olvido. Y seguir se transforma, cuando menos lo espero, en el afán absurdo de volver a un presente que no existe sino en el inventario de todo lo que ignoro, de lo que pudo ser y no conozco. Me recuesto en mis muertos para dormir el tiempo de este  dulce soñar de amaneceres falsos, sintiéndome culpable de estar vivo. Y, sin saber cómo recompensarles su  presencia, me  duermo amodorrado en el recuerdo sin que ellos hagan nada, tan sólo lo que pueden hacer y mejor saben, que es estar muertos. Y en su silencio ausente, ayudarme a vivir mientras los pienso. No pueden escapar de mi egoísmo: «Es la triste ventaja que tenemos los vivos».

sábado, 17 de octubre de 2020

Felicidades

 

                               FELICIDADES

 

                                                       Tomás Martín Tamayo

 

 

Felicidades porque  hoy cumples 42 años y eres un hombre con suerte. No has tenido que esperar sentado, como Penélope, en el banco de ninguna estación y cogiste el tren, asientos de primera, incluso sin billete. Si un día tengo ocasión pasaré un décimo de lotería por tu… espalda porque, por ahora, el viento de la idiocia sopla tus velas y tus entradas en puerto son tan espectaculares como las de Cleopatra. No eres un Adonis -al verdadero lo mató un jabalí salvaje y a ti te matará tu falsedad domesticada-, pero has sabido ordeñar y sobredimensionar la erótica del poder y bien parece que tienes colas para tu cola, porque es evidente que no te faltan “afroditas”.

 Felicidades porque, aunque no pareces acompañado de una inteligencia superior, eres ladino como para conocer el paisanaje y tu olfato supera los receptores olfativos del elefante. Como buen oportunista supiste ver el momento y te apoderaste de un movimiento popular multitudinario, del que quedas tú y los que tú quieres que queden, porque a los reticentes a servirte de felpudo les has ido dando matarile político, demostrando así su levedad frente a tu consistencia y supremacía. Hoy eres el macho alfa indiscutible, un caudillo, el papa Clemente  del nuevo “Palmar de Troya”.

 Cumples 42 años habiendo hecho realidad lo que ni siquiera pudiste soñar: casa de lujo, servidumbre, fama, feligreses, conductores, escoltas y la chequera repleta. Tienes hasta voceros para tu ego, y al Gobierno cerrando filas para protegerte, pese a que  se te señala por diversos delitos y alientas a separatistas y golpistas. Eso te define a ti y al Gobierno que te cobija.  Por menos, tú, con la moral acomodaticia de los falsarios, exigías dimisiones inmediatas.

 Felicidades porque, frente al desgaste de comunistas históricos, como Carrillo, Anguita, Llamazares, Frutos… sometidos a un ninguneo permanente por la “gauche divine” socialista, tú supiste ver,  entender y traducir al maniquí de pantalones pitillo  para venderle una moto gripada, logrando situarte muy por encima del respaldo que te da la calle. Curioso, el fracaso electoral te encumbró, eres la veleidad del “insomne” y lo que la urna te negó, él te lo regala “porque yo lo valgo”.  Lo llaman democracia. Y, como si fuera poco, llevas contigo  a tu capricho del momento y  a más de doscientos, que se salvaron de tus  purgas por el “sí bwana” incondicional. Tú solo vales por cuatro ministros y una vicepresidencia. Nunca nadie se vendió tan caro.

 Felicidades porque, teniendo en tu cabeza una tienda de antigüedades, luces palmito de modernidad y progresía, como lo evidencian tu aspecto desastrado, zapatos sin lustre, el pelo grasiento, la dentadura amarilla.... ¡Has logrado la excelencia en una España atrofiada, entregada, acojonada y confundida! Y todo por tu olfato depredador, por tu visión clarividente sobre un pasmarote ególatra, ensimismado y sin consistencia ideológica. Éxito rotundo en tu “defensa” de la monarquía, logrando que muchos comiencen a verla con simpatía.

 Y felicidades porque “donde dijiste digo, dices Diego” y te aplauden, te haces “casta” y te aplauden, traicionas tus supuestos principios y te aplauden, te subes el sueldo a capricho y te aplauden,  mientras que los monjes tatuados  y monjas rapadas del nuevo Palmar te siguen, esperando alcanzar una tierra de promisión en la que solo cabes tú.

 
Felicidades porque eres un genio y  luces igual de bonito con coleta o con moñito… ¡Vaya, me saltó el pareado!  Poesía eres tú, felicidades.

 

 

*Si desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com.  Todos los envíos se efectúan por consentimiento expreso del solicitante.  Si los recibe y no quiere seguir  indíquelo a ese mismo correo.

 

*A excepción del correo electrónico facilitado, no dispongo de ningún otro dato, en la mayoría de los casos ni siquiera de la identificación del titular del mismo.

 

*En los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.

 

*Todos mis artículos están abiertos en el blog Cuentos del Día a Día y se publican en la edición impresa y digital del periódico HOY.

sábado, 10 de octubre de 2020

LECCIONES RÁPIDAS Y SENCILLAS

 

                 
LECCIONES RÁPIDAS Y SENCILLAS

 

                                                                    Tomás Martín Tamayo

 

Hace muchos años, en plena euforia monárquica, con un Juan Carlos I al que se reverenciaba en toda España, escribí un artículo -¡pecado de juventud!- cuestionando su legitimidad de origen porque había sido señalado por Franco, del que había “heredado” la Jefatura del Estado… Además de no publicarme el artículo, recibí una atenta llamada de la secretaria del director  de HOY, para invitarme a tomar un café “con el jefe”, en su despacho.

 

Yo barruntaba un “despido” inmediato, pero el “jefe”, hombre inteligente y de autoridad sin titubeos, eligió el registro de la tolerancia: “Llevas varios artículos dando puntaditas contra la monarquía, yo sé de tus veleidades republicanas, pero este periódico no las comparte, te sugiero que no me pongas nunca más a prueba y que no vuelvas a enviar artículos en esa dirección”. No hubo café  pero sí mucha claridad y con pocas palabras, en unos minutos, me enseñó lo que es un periódico, una línea editorial, un director y un columnista. Nunca mais.

 

En Badajoz, horas antes de embarcar para el acuartelamiento cordobés  de Ovejo, donde teníamos que hacer el “campamento” del servicio militar, nos entregaron el petate con los útiles personales. Como soy “tipo medio”, toda la ropa me venía bien, excepto las botas, que eran del 45. Reclamé y me dijeron que intentara cambiarlas o que al llegar a  Ovejo se lo dijera al cabo furriel. En el tren, entre más de 200 aspirantes a reclutas,  ninguno aceptó el trueque y  al día siguiente, con mis botas de “siete leguas”, me dirigí al cabo furriel, que me dijo que eso tenía que autorizarlo el sargento Basilio: ¿Y dónde está? Siempre en la cantina de suboficiales.

 

Con mis botas al hombro y mi ignorancia sobre las “clases” militares, entré en la cantina de suboficiales, de la que un cabo me echó casi a empujones porque “¿dónde coño vas, recluta?”. Se lo expliqué y me dijo que esperara en las escaleras hasta que saliera el sargento Basilio. Mes de Julio, en Córdoba, a pleno sol y sentado en unas escaleras de granito, en las que se podía freír un huevo. Una hora después, el cabo salió para señalarme con gestos al sargento, que bajaba las escaleras con poca seguridad. Resopló al final de ellas, se puso la gorra de plato, sacó pecho y comenzó a caminar sin siquiera mirarme. Yo me acerqué y me puse a su altura. Era muy alto y me miró desde arriba, evidentemente achispado y oliendo a vino recocido:

 

-¿Qué te traes?

-Que ayer en Badajoz me dieron unas botas del 45 y las necesito del 41.

-¿Y a mí qué coño de dices?

-Es que el cabo furriel me ha dicho que solo usted puede cambiármelas.

-¿Yo? Mira chaval, el cabo furriel y tú os podéis ir a tomar por culo. ¡Largo, búscate la vida!

 

Lección aprendida, en un minuto el sargento Basilio me enseñó lo que era la mili. Como lo aprendí todo de golpe, me “busqué la vida” y al día siguiente  calcé unas del 41, mientras que el de la litera de al lado vociferaba, acordándose de la madre del cabronazo que le había cambiado sus botas… Lo vi tan apurado que me dio pena: ¡No te preocupes, eso te lo resuelve el sargento Basilio!

 

sábado, 3 de octubre de 2020

"Tonteridas" las justas

 

                        

 
 
“TONTERIDAS” LAS JUSTAS

 

                                                             Tomás Martín Tamayo

 

A las dos “V” mayúsculas de la Junta, Vara y Vergeles, solo se le contabilizarán los errores, supuestos o reales, porque no cabe el aplauso en una pandemia que arrastra muerte, quiebro y dolor. Ellos lo saben, es ley de vida, nunca lo harán bien y cada decisión que tomen será cuestionada. El sector sanitario, el educativo, el económico, los funcionarios, los autónomos, la restauración,  pacientes, sufrientes, parados, ocupados, jubilados… tienen razones para mostrar su indignación.  Estamos mentalizados de que “papá Estado” o “mamá Junta”  lo resuelvan todo, pero sin poner ni un suspiro de nuestra parte, y la espera se hace interminable.

 

Conozco a Fernández Vara y, porque le conozco, pese a las picazones que me producen muchos de sus silencios e implícitas adhesiones,  le tengo afecto. Sé que es un hombre cabal, reflexivo y que en sus aciertos y errores no entra la indigencia estratégica de rentabilizar el dolor. Es lo que hace el Gobierno, con un Pedro Sánchez capaz de ordeñar hasta que fluya la sangre. Es verdad que  a GFV, al margen de la erótica del poder, la política no le aporta bienestar porque puede vivir fuera de ella mucho mejor que dentro, aunque creo que esto no lo sabe todavía. Y Vergeles… Que me fustiguen los “kikirikis”, pero creo que es una suerte tenerlo ahí y ahora.

 

El mundo va a ruedas de la Covid-19, buscando paliativos para sus zarpazos y  con poco margen para adelantarse a ellos. No hay precedentes, no está impreso el manual de instrucciones y cada uno sortea como puede sus embestidas porque la “solidaridad interterritorial” es una milonga y de la europea mejor no hablar. Sabemos poco del virus, pero deberíamos saber mucho de nosotros mismos. Mientras no haya “palo y cerrojazo” y se tipifiquen como delito contra la salud pública las acciones incívicas que atentan contra la salud pública, no hay paliativo posible.

 

Con las manadas de ñues pastoreando  libremente por la sabana, todas las medidas se hacen inútiles. ¿Para qué tanta mascarilla si se permite que los fumadores la usen a conveniencia y está permitido que te echen el humo en la cara? ¿Lo evitamos a mamporros? ¿Para qué sirve reducir los aforos de las terrazas, si las mesas son las de siempre y en ellas es imposible establecer una distancia de seguridad? ¿Deja de ser obligatoria la mascarilla si te tomas un café de horas en una terraza? ¿Para qué las sanciones si no se pasan, no se pagan o un juez las invalida?

 

En Badajoz, el sábado pasado, en la margen izquierda del río, cientos de personas hacinadas, de celebración, sin mascarillas, bailando, abrazándose y compartiendo vasos gigantes… ¿La policía para qué? Corren el riesgo de acabar en el río. ¡Estas actitudes son las que finalmente cerrarán bares y terrazas! Nos cerrarán a todos.

 

No se respetan las normas de Tráfico por civismo y responsabilidad, sino por las consecuencias que se derivan de su incumplimiento. ¿Circularíamos a 120, 90, 30 o 20 si no nos sintiéramos vigilados y temerosos de la minuta que nos puede llegar? ¡Que pregunta más tonta! “Tonteridas las justas”, decía Chiquito. Medidas útiles y coercitivas  o  barra libre en la selva.

 

________________________________________________________

 

 

*Si desea recibir mis artículos directamente envíe un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com.  Todos los envíos se efectúan por consentimiento expreso del solicitante.  Si los recibe y no quiere seguir  indíquelo a ese mismo correo.

 *A excepción del correo electrónico facilitado, no dispongo de ningún otro dato, en la mayoría de los casos ni siquiera de la identificación del titular del mismo.

 *En los artículos remitidos no se incluye ninguna publicidad y su reenvío es absolutamente gratuito.

 *Todos mis artículos están abiertos en el blog Cuentos del Día a Día y se publican en la edición impresa y digital del periódico HOY.