La calma
del encinar
¿SALIMOS
MÁS FUERTES?
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
He sido de los que se tomaron el confinamiento en serio y durante 60 días
no salí de mi casa. Mi único contacto
con la calle era el aplauso de las ocho de la tarde, pero Internet me mantuvo
al día y entre libros, series, películas, digitales, llamadas, redes y correos
electrónicos, estuve bien informado. Mi banco me recordaba su puesta a punto
para la situación, mis seguros me decían que pensaban en mí y las grandes
distribuidoras me animaban a comprar “online”, con facilidades y descuentos… Todo dentro de
lo normal, pero el confinamiento abrió también el apartado de las gilipolleces.
No estoy sordo, pero una marca de audífonos se ha empeñado en calibrar mi sordera porque, según me dicen, oigo menos que un guijarro, y tres
ópticas se empeñan en poner remedio a una ceguera casi de bastón blanco, que yo ignoraba. Mi próstata está ahí pero, aunque no me ha pasado factura, me
insisten en un tratamiento milagroso para poner remedio a una prostatitis
inminente. ¿Cómo saben tanto de mí?
El cabello en retirada, pero no es algo que me perturbe porque yo no soy
José Bono y tengo asumido que lo que se va es porque no merece quedarse. Y si
Sinatra murió calvo... ¿Cápsulas vegetales para dormir? Duermo, que no es poco
y, cuando el sueño se resiste, algo de melatonina o una tila hacen milagros. ¿Ofertas
de viajes a precios de saldo para cuando acabe la pandemia? ¿Aparatos de
gimnasia para ponerme “musculitos”?
¿Precocinados a domicilio?
Mi operador de telefonía me ha recordado que, por edad, seré atendido de
forma prioritaria. Preocupación que comparten con la compañía de gas-electricidad
y el seguro del coche… ¡Vamos, que me quieren,
que piensan en mí! Unos me daban 72
horas para aprovechar una oferta conjunta de portátil, cámara fotográfica y
móvil de última generación, a un precio simbólico “que no se podía rechazar”,
pero que rechacé.
Pero el apartado más chirriante se abrió con los “viagreños”. ¡Qué
preocupación por mi vida sexual! Ofertas de “enderezantes” que garantizan el
paraíso de una excitación ilimitada y proezas jamás soñadas. Además, fortalecidas
con complementos vitamínicos que logran el objetivo sin alterar el pulso y
estimulan el apetito… ¿Y esa apremiante necesidad mía ha llegado a Sudáfrica,
China, EE.UU y Canadá? El mundo es un clínex. Lo comenté a un amigo y me dio la
clave: “Saben nuestra edad y saben que no llueve café en el campo, eso es
todo”. Aclarado.
“Buenostá”, que diría el mío Jaime Álvarez-Buiza. Sordo, ciego, calvo, distraído,
prostático, con insomnio y disfuncional… pero con la posibilidad de protagonizar
“Garañonman”, o algo así, por la ingesta de unas pastillitas. Ya puesto,
también pensaré en el chollo de un adminículo que alarga la cosa como un
confinamiento. ¿También “pichicorto”? -¡Ven, coronavirus, ven!- Me adjuntan
fotos del “antes y el después”, para que vea como una humilde avellanita puede
transformarse en “El Cipote de Archidona”… ¿Se refieren a eso con lo de “Salimos
más fuertes”? Ya me siento Popeye .
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