La calma del encinar
VA DE MONJES
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
A Pedro Sánchez le
ha salido un aliado inesperado, el prior de la Basílica del Valle de los Caídos,
porque,
a estas alturas, la imagen de un monje aferrado a sus “poderes
celestiales”, contra el Gobierno, contra
la jerarquía eclesiástica y contra el Tribunal Supremo, le pone una flor en el
culo y bendice la decisión torticera de un Ejecutivo bla, bla, bla, empeñado en
rentabilizar el pasado por carecer de proyectos para el presente. El
empecinamiento del prior Cantera, parece sacado del ideario del maquiavelito
Iván Redondo. Incluso los discrepantes con el “erre que erre” para mantener
vivo a Franco, bajamos la guardia porque “El padre coplillas” de la basílica-cementerio
nos alinea con el Gobierno, con el Tribunal Supremo y con El Vaticano. No es
David contra Goliat, es un empecinado contra una estrategia electoral, que
convierte el asunto en “cosa de ellos”. Nos han quitado de en medio y ya no
tenemos nada que ver porque esto, torticeramente, se ha convertido en una razón
de Estado contra un fraile nostálgico. Así de fácil.
Entre el
numantinismo de un monje que desoye incluso a sus superiores y planta cara a
las decisiones judiciales y el empeño de sacar rentabilidad política a una
exhumación, no queda otra que tragar
saliva, ponerse de perfil y encogerse de hombros. Además del agotamiento que
produce el ordeño permanente de un pasado superado, parece necesario que se
pase página, para que el Gobierno se
dedique a gobernar y no siga aferrado a las pamplinas con estos juegos y
entretenimientos. Esperemos -sé que es
mucho esperar- que cuando Franco esté fuera de la Basílica, no saquen otro
conejo de la chistera para desviar la atención de lo importante. Ya están
señalando que la tumba de Queipo de Llano está en una iglesia de Sevilla…
¡Lagarto, lagarto!
Pero por viejuno que
resulte un gobierno mirando por el retrovisor, más mohoso se me antoja un
fraile empeñado en detener el mundo con las hilachas de su hábito. No hay
color. Cuando el cardenal Cisneros abrió el balcón y señaló, “¡Estos son mis
poderes!”, tenía la fuerza de la razón y, sobre todo, la razón de la fuerza. El
prior, no, ni fuerza ni razón. A Carmen Calvo se le ha suavizado la cara de
“catadora de vinagre” y ayer hasta sonreía, afilándose las uñas, para dar un
zarpazo al ratoncillo osado. Ella y su jefe saben que el prior, desviando la
atención y poniéndose delante del morlaco, les ha abierto las puertas de la
Basílica, tendiéndoles alfombras hasta la tumba de Franco. Bernini, en “El
rapto de Proserpina” captó muy bien la inutilidad de la resistencia de la bella,
frente a la fuerza descomunal de Plutón.
El Tribunal Supremo
en su sentencia señala más de lo que afirma, pero frente a la pretenciosa
rebeldía del benedictino se ha vuelto explícito y cualquier procedimiento para
la exhumación le parece adecuado. ¡Vaya rabieta la de los togados! ¿Acabarán
sacando a Franco de noche y con escalo? Pues también lo aceptarían, porque
ahora lo importante es que nadie cuestione su autoridad y para eso lo mejor es
cerrar el capítulo de las incertidumbres y de los recursos sin resolver. Que
saquen a Franco, aunque sea con la UME y sembrando de tanquetas el Valle, para
doblegar a un monje tozudo. ¡Qué papelón para Paco Martínez Soria!
Y de Madrid a Barcelona, porque la
Abadía de Montserrat no quiere perder protagonismo y acogerá una vigilia de oración por los
golpistas. Va de monjes.
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