sábado, 26 de octubre de 2019

ENRIQUE SÁNCHEZ DE LEÓN


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La calma del Encinas
ENRIQUE SÁNCHEZ DE LEÓN

                   Tomás Martín Tamayo
                    tomasmartintamayo@gmail.com
                    Blog Cuentos del Día a Día

   

Enrique Sánchez de León fue investido la pasada semana académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Extremadura. Su capacidad de convocatoria se hizo visible, una vez más, en un salón repleto de incondicionales que le respetan, le siguen y le quieren. Entre ellos me encuentro. Fue un acto solemne al que Enrique, que domina la tribuna como pocos, supo impregnar de una pátina de sencillez, sin alejarse del academicismo.

Cuando iba hacia el acto, me encontré con un matrimonio conocido, rondando los cuarenta años, que no sabían quién es Enrique Sánchez de León, pese a que ella es abogada y él médico y alto cargo en la Consejería de Sanidad. Enrique es poliédrico, porque también es caricaturista, escritor, ensayista, dibujante y experto en arte, pero el derecho, la medicina y la política han sido sus frentes más destacados, aunque haya profesionales del derecho, la medicina y la política en Extremadura que ignoran a quien fue el primer ministro de Sanidad y Seguridad Social de la etapa democrática y columna esencial en la política regional y nacional. Así son las cosas.

Seis años después de dejar la presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, a su paso por Badajoz  para gestionar un asunto privado, quiso visitar al alcalde. Sin previo aviso se presentó en el Ayuntamiento y en el antedespacho de Manolo Rojas, le atendió una secretaria. Calvo Sotelo, que iba acompañado por un familiar con vínculos en Badajoz, explicó  brevemente  que deseaba saludar al alcalde. La secretaria cogió bolígrafo y blog de notas: “¿De parte de quién?”. El familiar que acompañaba al ex presidente del Gobierno se adelantó: “¡Señorita, de parte de don Leopoldo Calvo Sotelo!”. La secretaria, sin inmutarse, mientras apuntaba el nombre, volvió a preguntar: “¿Leopoldo Calvo… qué?”. Calvo Sotelo había sido ministro de Comercio, de Obras Públicas, de Relaciones con la Comunidad Europea, vicepresidente y presidente del Gobierno. ¿Memoria de pez o “la insoportable levedad del ser”?
Enrique Sánchez de León y yo somos paisanos, de Campillo de Llerena (aunque él nació en Badajoz) y nuestras familias vivían en la misma calle, frente por frente, pero hay entre nosotros unos años de diferencia que nos impidieron coincidir. Muy pronto supe de él porque era un orgullo para el pueblo  y mi padre, amigo del suyo,  decía que Enrique, además de inteligente y trabajador, era muy bueno. Mi padre llevaba razón. Enrique es un humanista, incapaz de descender a las miserias que aportan las vendettas y rencores. Es un hombre grande al que no soportan los mediocres y miserables encastillados en la envidia.

Él ignoraba mi existencia, pero yo seguía la suya con interés, porque  no dejaban de llegar noticias de sus éxitos profesionales, unas buenas oposiciones, relevantes cargos institucionales y un descaro político inicial que le llevó a disputar un escaño para el Consejo Nacional del Movimiento al teniente  general Pérez-Viñeta, el designado por el Régimen y del círculo de confianza de Franco. ¡Y  ganó! Por semejante osadía, que rozaba el despropósito y la desfachatez, el mismo Franco le recibió en El Pardo porque “¿Quién es ese joven?”.

Años después, “ese jovenzuelo” fue pieza clave en la transición democrática como director general de Política Interior del Ministerio de la Gobernación. Su visión reformista quedó plasmada en documentos esenciales y posiblemente, sin su guía,  el llamado “espíritu de la transición” hubiera tenido menos de espíritu que de espectro. En Extremadura fue impulsor de un pujante movimiento regionalista que, lamentablemente, quedó subsumido en el vientre de ballena que fue UCD…

Enrique Sánchez de León, qué gracia, aún no ha acumulado méritos para tener la Medalla de Extremadura.



sábado, 19 de octubre de 2019

ENERGÚMENOS Y SOPLAGAITAS


La calma del encinar.
ENERGÚMENOS Y SOPLAGAITAS

                        Tomás Martín Tamayo
                        Blog Cuentos del Día a Día
                        tomasmartintamayo@gmail.com



El médico, responsable del centro  ambulatorio de Les Corts, de Barcelona, lucía para la ocasión un jersey a rayas que recordaba… Mantenía sus manos en la espalda, en actitud sumisa, mientras escuchaba paciente la arenga de una especie de “kapo” que, mientras le abroncaba, gesticulaba ante su cara de forma amenazadora: "Que esto no se vuelva a repetir aquí ¿me oíste?” El médico mira al frente, como si intentara no provocar al orangután nacionalista que le increpa de cerca. En un momento, mientras otros miembros de la manada jalean al “espalda plateada”, este, crecido, se acerca más y parece que la agresión va a ser inmediata. El médico  lleva sus manos al pecho, se mantiene firme, con los pies juntos, posiblemente intuyendo el tortazo que parece inminente.  “¿Han echado ya a la doctora?” “Solo faltaría”, responde el médico en tono pausado. “No consentiremos más humillaciones en nuestra propia casa, en  este país no te puedes morir en catalán, es una puñetera colonia…”

El incidente, retransmitido hasta el hartazgo, podía resultar anecdótico porque su protagonista -no seré yo quien escriba su nombre-,  es un tipillo, de mediocre a menos, considerado “botarate” incluso entre los propios separatistas, que han mirado para otra parte ante el bochorno de las imágenes. Es un radical extremo y furibundo, con un solo mandamiento como ideario político: el odio a España. En eso basa su presencia mediática, jaleado siempre por un reducido grupo. Ahora la ocasión la brindaba una pediatra, que atendió a una niña en español, ante la indignación de su… santa madre, que se sintió humillada porque tuvo que traducirle a su hija, discapacitada psíquica, lo que la doctora decía… ¡Pobre niña! Doblemente, pobre niña.

¿Un hecho aislado? Durante las algarabías callejeras, tras la sentencia condenatoria de los golpistas separatistas y jaleados desde las instituciones públicas, una mujer se atrevió a manifestar su opinión, entrando, en una selva cuajada de banderas independentistas, con una bandera española. Qué desfachatez, visto y no visto, un fulano, demócrata al más puro estilo independentista, se la arrebató y cuando intentó recuperarla le dio un zarpazo que la hizo caer al suelo. “Actitud comprensible ante una provocación”, justificó un separatista muy educado, mientras dos “mossos” retiraban a la “provocadora”, para evitar que la pisotearan. La bandera española la desgarraron allí mismo, a tirones, como hacen los cocodrilos en manada con una cebra capturada. Todo civilizado, muy lúdico y democrático.

Finalmente, como pasó con las urnas que “¡jamás se pondrán!”, según afirmaba don Tancredo Cagalera, pese a todas las previsiones y la capacidad de anticipación de Marlaska -¡Qué bueno como juez y qué patata como ministro!- la jauría humana desbordó a las fuerzas de seguridad, que apenas amagan con repeler los empujones y pedradas. Cortan con escolares las principales carreteras de acceso en toda Cataluña y ponen sus banderas en las pistas de despegue del aeropuerto de El Prat. Y se burlan de los “esbirros uniformados” que atentan contra sus derechos democráticos, dando una imagen desastrosa de España y de Cataluña, una de las comunidades más punteras y visibles. Lo de la mujer con la bandera española fue, además de una injerencia intolerable, una provocación que recibió una respuesta proporcionada, pero la participación de Torra en el corte de una carretera obedeció a una actitud noble y de solidaria, por las agresiones de España al pueblo de Cataluña. Amen.

Y ahora se abre el capítulo de las judicializaciones, porque todos los retirados en volandas por la policía denuncian agresiones, después de haber pasado por las urgencias hospitalarias donde, supongo, omitirán el español en los certificados de las agresiones… ¡Qué poca dignidad! Y no me refiero a la de los energúmenos de Cataluña.
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sábado, 12 de octubre de 2019

VA DE MONJES



                    La calma del encinar
               VA DE MONJES



                                                 Tomás Martín Tamayo
                                                 Blog Cuentos del Día a Día
                                                 tomasmartintamayo@gmail.com



A Pedro Sánchez le ha salido un aliado inesperado, el prior de la Basílica del Valle de los Caídos,  porque,  a estas alturas, la imagen de un monje aferrado a sus “poderes celestiales”,  contra el Gobierno, contra la jerarquía eclesiástica y contra el Tribunal Supremo, le pone una flor en el culo y bendice la decisión torticera de un Ejecutivo bla, bla, bla, empeñado en rentabilizar el pasado por carecer de proyectos para el presente. El empecinamiento del prior Cantera, parece sacado del ideario del maquiavelito Iván Redondo. Incluso los discrepantes con el “erre que erre” para mantener vivo a Franco, bajamos la guardia porque “El padre coplillas” de la basílica-cementerio nos alinea con el Gobierno, con el Tribunal Supremo y con El Vaticano. No es David contra Goliat, es un empecinado contra una estrategia electoral, que convierte el asunto en “cosa de ellos”. Nos han quitado de en medio y ya no tenemos nada que ver porque esto, torticeramente, se ha convertido en una razón de Estado contra un fraile nostálgico. Así de fácil.

Entre el numantinismo de un monje que desoye incluso a sus superiores y planta cara a las decisiones judiciales y el empeño de sacar rentabilidad política a una exhumación,  no queda otra que tragar saliva, ponerse de perfil y encogerse de hombros. Además del agotamiento que produce el ordeño permanente de un pasado superado, parece necesario que se pase página,  para que el Gobierno se dedique a gobernar y no siga aferrado a las pamplinas con estos juegos y entretenimientos. Esperemos  -sé que es mucho esperar- que cuando Franco esté fuera de la Basílica, no saquen otro conejo de la chistera para desviar la atención de lo importante. Ya están señalando que la tumba de Queipo de Llano está en una iglesia de Sevilla… ¡Lagarto, lagarto!

Pero por viejuno que resulte un gobierno mirando por el retrovisor, más mohoso se me antoja un fraile empeñado en detener el mundo con las hilachas de su hábito. No hay color. Cuando el cardenal Cisneros abrió el balcón y señaló, “¡Estos son mis poderes!”, tenía la fuerza de la razón y, sobre todo, la razón de la fuerza. El prior, no, ni fuerza ni razón. A Carmen Calvo se le ha suavizado la cara de “catadora de vinagre” y ayer hasta sonreía, afilándose las uñas, para dar un zarpazo al ratoncillo osado. Ella y su jefe saben que el prior, desviando la atención y poniéndose delante del morlaco, les ha abierto las puertas de la Basílica, tendiéndoles alfombras hasta la tumba de Franco. Bernini, en “El rapto de Proserpina” captó muy bien la inutilidad de la resistencia de la bella, frente a la fuerza descomunal de Plutón.

El Tribunal Supremo en su sentencia señala más de lo que afirma, pero frente a la pretenciosa rebeldía del benedictino se ha vuelto explícito y cualquier procedimiento para la exhumación le parece adecuado. ¡Vaya rabieta la de los togados! ¿Acabarán sacando a Franco de noche y con escalo? Pues también lo aceptarían, porque ahora lo importante es que nadie cuestione su autoridad y para eso lo mejor es cerrar el capítulo de las incertidumbres y de los recursos sin resolver. Que saquen a Franco, aunque sea con la UME y sembrando de tanquetas el Valle, para doblegar a un monje tozudo. ¡Qué papelón para Paco Martínez Soria!

Y de Madrid a Barcelona, porque  la Abadía de Montserrat no quiere perder protagonismo y  acogerá una vigilia de oración por los golpistas. Va de monjes.

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lunes, 7 de octubre de 2019

AL OTRO LADO DE LA CALLE


La calma del Encinas
AL OTRO LADO DE LA CARRETERA

                   Tomás Martín Tamayo
                    tomasmartintamayo@gmail.com
                    Blog Cuentos del Día a Día

“Las putas, al otro lado de la carretera” se leía en el cártel. Y por días, Manuela Carmena no pudo ultimar su propósito de sancionar a los usuarios, con una normativa más severa que las de Granada y Barcelona. En Badajoz también estudian seguir esa senda y son muchos los municipios que han establecido un cordón sanitario para que las prostitutas no puedan ofertarse, generalmente “al otro lado de la carretera” y entre matojos que impiden la exhibición. Ahora se habla de la prostitución como de una lacra social que hay que erradicar, como si fuera fácil acabar con una práctica universal que peina milenios. Uno de los primeros anuncios comerciales que se conocen era precisamente de un prostíbulo y puede verse en Pompeya. Aunque no sea cierto, no es gratuita la afirmación de que las prostitutas ejercen la profesión más antigua. Es un negocio mundial, casi de la misma magnitud que el del tráfico de armas y drogas. En España se calcula que la cifra de negocio se sitúa sobre los 20.000 millones de euros anuales.

 Hemos cambiado de criterio, menos mal porque, veinte años atrás, al sector más guay de la sociedad le dio la pirula de presentar a la prostitución como “una profesión tan digna  como otra cualquiera” y como a la modernidad se apuntan todos los cantamañanas, era muy socorrido meter en las tertulias televisivas a una prostituta, para darle credencial de normalidad a un sector “injustamente tratado por una sociedad hipócrita, que las usa y al mismo tiempo las desprecia”. El entrecomillado es fetén.

Hubo prostitutas tan televisivas que dudo de que tuvieran tiempo para ejercer la prostitución, aunque alguna alcanzó tal popularidad que acabó representando al sector en el Congreso de los Diputados…La visualización era tan machacona que parecía un adoctrinamiento programado sobre la prostitución, pormenorizando en sus avatares diarios, ganancias millonarias, viajes, hoteles de lujo, joyas... Por aquellos días, uno de los defensores más radicales de la prostitución era un canario, de sesgo muy definido, que se declaraba filósofo y pintor y que se hizo “especialista” en el tema, de tal forma que su presencia era imprescindible como avanzadilla de la modernidad que representaba la práctica de la prostitución. Entonces lo aborrecía, pero ahora me gustaría escucharle porque seguro que estaría en la orilla de los detractores más radicales.

A veces la realidad se abre camino en el muro de la cerrazón, que acaba claudicando, porque lo que hoy es considerado como una esclavitud, hace pocos años no podía ser una “profesión tan digna como otra cualquiera”. La misma “progresía” disparatada, que ayer jaleaba y daba cancha para que un escogido ramillete de prostitutas se erigieran en portavoces del colectivo, incluso ofreciendo modernidad a una candidatura electoral, hoy rasga sus vestiduras “porque es una práctica denigrante que trata a la mujer como una mercancía”… Con ánimo de incordiar, me pregunto si ese concepto se aplica también al colectivo de prostitutos.

Se sabe que hay proxenetas que tienen incluso sus propios sellos de identidad y tatúan a sus víctimas, como si de una ganadería se tratara. El sello es para el sector como un marchamo de calidad del producto que se ofrece y el intercambio es una práctica común entre las mafias, que se las pasan después de haberlas exhibido, como se hace con el ganado en la FIG de Zafra. Y esto, que todavía se hace, aún era peor hace años, cuando los de  la “gauche divine” hacían apología de la prostitución. Los guay de toda la vida.