La calma del encinar
¿QUIÉN ES PETE CONRAD?
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
En la puerta de urgencias del Hospital Comunitario de Ajai,
en California, pararon las dos ambulancias que habían recogido a las víctimas
de un accidente de tráfico. Ella de 60 años, en estado grave, con pérdida de
consciencia y él de unos 70, lúcido pero quejándose de un fuerte dolor en el
pecho. Habían derrapado en una curva, con una motocicleta Harley-Davidson y los
dos fueron atendidos de contusiones múltiples, aunque el motorista murió cinco
horas después, sin que la mujer hubiera superado aún el coma profundo con el
que entró. En el formulario de entrada hubo un despiste, propio de las
urgencias y no constaba conexión alguna entre ellos. Por la documentación que
la policía entregó en el hospital, ella era una “indocumentada” porque en su
bolso no encontró ninguna identificación. Él, un tal Pete Conrad, de 69 años,
con domicilio en Huntington Beach, al sur de Los Ángeles.
En un centro hospitalario donde atendían a diario a muchos
accidentados, la muerte de un señor mayor no tenía nada de excepcional y lo
bajaron al sótano, a la espera de que localizaran a sus familiares para que se
hicieran cargo del cadáver. Tres horas después del deceso la policía no había
logrado contactar con ningún familiar y nadie respondía a las llamadas que se
hacían a los dos teléfonos que figuraban en la documentación encontrada. Esa
situación tampoco era novedosa y tras el cambio de guardia, en la policía se
olvidaron del motorista que se enfriaba en los sótanos hospitalarios.
Al día siguiente una emisora de radio recogió el rutinario
parte de accidentes y difundió que “un
motorista, llamado Pete Conrad, según la documentación que
portaba, falleció al salirse de la calzada y se encuentra en el depósito del
hospital, sin que la policía haya logrado contactar con sus familiares”. Indicaron
también que la víctima vestía cazadora beige abotonada, camisa de cuadros,
pantalón vaquero y botas marrones, con las iniciales PC entrelazadas en la caña.
El locutor concluyó la noticia con una interrogante: “¿Quién es Pete Conrad? Si
lo sabes llama a la policía, al hospital o a esta emisora”.
Apenas difundida la noticia por la emisora, varios vehículos
del Ejército irrumpieron en la entrada del hospital, interesándose por el
motorista fallecido. Dos médicos militares se apresuraron a hacer una
valoración de los daños físicos que había padecido y minutos después el
hospital era tomado por cadenas de televisión, periódicos, emisoras nacionales
y altos mandos militares, sembrando el desconcierto en la policía local y en el
personal sanitario, que no entendían el interés por un hecho tan corriente como
un accidente de motocicleta, con resultado de muerte para su conductor. “¿Qué
ha pasado, quién es ese Pete Conrad que tanto interés suscita?”
La historia puede servir para bajarnos de muchas vanidades. Apenas
26 años después de ser una de las personas más conocidas, queridas y respetadas
en EE.UU, recibido como un héroe nacional en la Casa Blanca, aclamado en el
Congreso, con repercusión internacional y perseguido por todos los medios de
comunicación, tras haber pilotado la Gemini 5 y 11, el “desconocido” se enfriaba en el sótano de un hospital sin
que nadie lo hubiera identificado. En 26 años su nombre y su figura habían
desaparecido de la memoria colectiva y hasta en una emisora de radio pidieron
ayuda porque “¿Quién es Pete Conrad?”
Después de Neil
Armstrong y Edwin Buzz Aldrin, Pete Conrad, comandante del Apolo 12, fue el
tercer hombre que pisó la luna. ¡Un absoluto desconocido!
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