sábado, 15 de junio de 2019

LA PRINCESA DE LAS NIEVES


                          La calma del encinar
                          LA PRINCESA DE LAS NIEVES

                              

                 Tomás Martín Tamayo
                                               Blog Cuentos del Día a Día
                                               tomasmartintamayo@gmail.com  
 
Los incas creían que de la ira de los dioses surgían los terremotos, las sequías, las enfermedades y demás desastres que diezmaban su población y, para aplacarlos, efectuaban sacrificios humanos, seleccionando con mucho cuidado a las víctimas, generalmente niñas vírgenes, sin defecto físico, belleza notable, cabello abundante y dentadura perfecta. También ofrecían sacrificios con efecto preventivo, para que hubiera buenas cosechas, reinara la paz entre los pueblos o para que no llegaran las epidemias… ¿Salvajadas del pasado?

Esta semana ha trascendido que en nuestra amiga Arabia Saudí, van a crucificar -¡Sí, a crucificar!- a un joven de 18 años por haber participado en una manifestación cuando tenía  diez. Que el “delito” lo cometiera un niño no frena a las piadosas y democráticas autoridades saudíes para crucificarlo ocho años después.  Eso tampoco impedirá que sigamos mimando a los “primos” de nuestros reyes, porque “poderoso caballero es don dinero”. Hasta don Kichi, el alcalde gaditano, ha aprendido a inclinarse ante él, lo que le ha valido la reelección... En  una región selvática del suroeste del Perú se siguen practicando en la actualidad sacrificios rituales con niñas y niños de las mismas características que los seleccionados en el pasado… ¿Ahora? Sí, ahora.  Y en Irán han amputado la mano derecha a cinco ladrones reincidentes por haber robado unos 300 dólares… ¡Ahora! También se sigue crucificando en Yemen, se ejecuta por lapidación a las adúlteras, sea ahorca a homosexuales… ¡Pero mejor es olvidarnos de ellos, mirar a lo lejos y seguir analizando a las niñas sacrificadas,  allá por 1450! La momia de Juanita, de Urpicha, de Sarita y las de Llullaillaco.

De todas ellas la más conocida y temida es Juanita, o “La Princesa de las Nieves, que después de permanecer 500 años conservada en hielo, la erupción del volcán Sabancayua descongeló su tumba, para “ofertarla” a  los exploradores  que la encontraron, aunque se asegura que fue ella la que los encontró. Todo indica que la ofrecieron para aplacar la ira de los espíritus del volcán y que el volcán, al derretir el glacial de su cima fue el que la devolvió.
 
La aparición de “La Princesa de las Nieves” no fue un caso excepcional, los expertos están convencidos de que muchas niñas y niños, entregados a los dioses como sacrificios vivientes, permanecen sepultados bajo el hielo. El deshielo de los glaciares está devolviendo estas evidencias salvajes que, lamentablemente siguen siendo prácticas en la actualidad, con la diferencia de que las víctimas de nuestros días son arrojadas a pozos ciegos, quemadas en una jaula o sirven de alimento para los cerdos. Aquí no intervienen los dioses.

Juanita, de 44 kilos de peso y 13 o 14 años, vestía ropas carísimas y sigue luciendo una dentadura perfecta, con su sonrisa siniestra. Sorprende a los estudiosos por su estado de conservación, después de haber permanecido entre hielo más de 500 años y a casi 7000 metros de altitud. En Arequipa creen que fue ella misma la que buscó la superficie de las nieves andinas, provocando un seísmo y la erupción del volcán, para poder volver y vengarse por su sacrificio.

 Hoy le apuntan a Juanita todas las desgracias recientes de Perú. Accidentes de aviación, descarrilamiento de trenes, choques de helicópteros, lluvias torrenciales  y hasta la cogida de un torero en la feria arequipeña. Piden que la devuelvan desde los EE.UU, donde la están analizando, porque la “La Princesa Inca” no soporta estar lejos de su tierra y sus ancestros: “Mientras no esté cerca del volcán, su risa de venganza no se apagará”.

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