La calma del encinar
EL ABISMO O YO
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
tomasmartintamayoi@gmail.com
Juan Martín Díez, el
militar español que desde una guerrilla derrotó al
ejército napoleónico, estaba tan identificado con su apodo que atendía y
firmaba como: “El Empecinado”. Lo mismo podría hacer Pablo Iglesias que, en su
empecinamiento, por ególatra y obstinado, es incapaz de verse retratado como
Saturno, devorando a su hijo. Podemos, en apenas 5 años, ha pasado de la Puerta
del Sol, aglutinando al 15M, a
convertirse en un proyecto familiar con sede en un chalet de lujo de El
Galapagar. Poco tiempo para recorrido tan grande, pero Pablo Iglesias se ha
asentado en el “El abismo o yo” y, convencido como está que el invento es suyo,
no lo dejará hasta que el abismo lo succione. Falta poco.
El óxido de casta se ha infiltrado en la formación morada,
hasta hacer chirriar sus engranajes y hoy es un partido más, pero viejuno en
las formas hasta entronizar en su cúpula de mando a las compañeras
sentimentales del macho alfa, que las sube o las baja según su personal latido.
Cuando concluyó su relación con Tania Sánchez, la mandó al gallinero del
Congreso y, para no dejar duda sobre quién manda, dio visibilidad a Irene
Montero, su nueva pareja, que ahora comparte con él liderato y periodo de
maternidad. ¿Han dicho algo las feministas? “Chitón en boca”, que da calambre.
Los “tics” bolcheviques de Pablo Iglesias son tan añejos que
incluso estas tropelías las pasa a bendición de unas bases para que vitoreen,
puño en alto, las pelusas de su ombligo, con un estalinismo tan rancio que posiblemente sonrojaría hoy al mismo
Stalin. Lo de someter a refrendo la compra de la chocita fue de una impostura
digna de ser estudiada en Psicología,
Psiquiatría y en las facultades de Ciencias
Políticas.
¿Quién queda de los fundadores del “soviet supremo” inicial,
tras las purgas y depuraciones del nuevo Iósif Vissariónovich? La foto de
fundación ahorra muchas palabras, todo el banquillo lo ocupa él que, aun así, sigue
extasiándose ante el espejo, convencido de que son los demás los que llevan el
paso cambiado. Y, desde fuera, con el campanillo de apestado, un Monedero que
salió de Podemos para entrar en el “club de la comedia”. Si el ego enfermizo de
Iglesias se lo permitiera, pasaría sus
decisiones por el tamiz de un análisis marxista y evidenciaría que, con el intento
del “sorpasso” al PSOE, logró desplazar a Podemos al cuarto lugar y bajando hacia la inanidad
política. No acierta ni cuando se confunde.
La zona cero de la
implosión de Podemos abrió sus puertas al regalarle a Rajoy la continuidad, torpedeando
el acuerdo PSOE-C´s, que solo necesitaba su visto bueno para hacer
presidente a Pedro Sánchez. Pero justo es reconocer que en la moción de censura
fue muñidor principal para lograr el apoyo de la panda catalana del 3% y toda
la peña de separatista, incluidos iluminados y los que odian a España. Viéndolo
así, a él le debemos también conocer la esencia filosófica y el manantial
político que serpentea por la cabeza de Pedro Sánchez. Y hemos entendido las
razones de los barones socialistas que le señalaron la puerta de salida… ¡Qué
razón tenían!
Perteneciendo la cúpula de
Podemos a estratos sociales acomodados, como demuestran los casos de Luis
Alegre, Rita Maestre, Carolina Bescansa, Ramón Espinar, Íñigo Errejón o el
mismo Pablo Iglesias, no hay que negarles capacidad para el disfraz y la
escena, ni mérito a lo conseguido en tan poco tiempo. Lo venido por lo ido.
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