sábado, 26 de enero de 2019

EL ABISMO O YO



                            La calma del encinar
                          EL ABISMO O YO

                                                     Tomás Martín Tamayo
                                                     Blog Cuentos del Día a Día
                                                     tomasmartintamayoi@gmail.com


Juan Martín Díez,  el militar español que desde una guerrilla derrotó   al ejército napoleónico, estaba tan identificado con su apodo que atendía y firmaba como: “El Empecinado”. Lo mismo podría hacer Pablo Iglesias que, en su empecinamiento, por ególatra y obstinado, es incapaz de verse retratado como Saturno, devorando a su hijo. Podemos, en apenas 5 años, ha pasado de la Puerta del Sol, aglutinando al 15M,  a convertirse en un proyecto familiar con sede en un chalet de lujo de El Galapagar. Poco tiempo para recorrido tan grande, pero Pablo Iglesias se ha asentado en el “El abismo o yo” y, convencido como está que el invento es suyo, no lo dejará hasta que el abismo lo succione. Falta poco.


El óxido de casta se ha infiltrado en la formación morada, hasta hacer chirriar sus engranajes y hoy es un partido más, pero viejuno en las formas hasta entronizar en su cúpula de mando a las compañeras sentimentales del macho alfa, que las sube o las baja según su personal latido. Cuando concluyó su relación con Tania Sánchez, la mandó al gallinero del Congreso y, para no dejar duda sobre quién manda, dio visibilidad a Irene Montero, su nueva pareja, que ahora comparte con él liderato y periodo de maternidad. ¿Han dicho algo las feministas? “Chitón en boca”, que da calambre.

Los “tics” bolcheviques de Pablo Iglesias son tan añejos que incluso estas tropelías las pasa a bendición de unas bases para que vitoreen, puño en alto, las pelusas de su ombligo, con un estalinismo tan rancio  que posiblemente sonrojaría hoy al mismo Stalin. Lo de someter a refrendo la compra de la chocita fue de una impostura digna de ser estudiada  en Psicología, Psiquiatría y  en las facultades de Ciencias Políticas.
 
¿Quién queda de los fundadores del “soviet supremo” inicial, tras las purgas y depuraciones del nuevo Iósif Vissariónovich? La foto de fundación ahorra muchas palabras, todo el banquillo lo ocupa él que, aun así, sigue extasiándose ante el espejo, convencido de que son los demás los que llevan el paso cambiado. Y, desde fuera, con el campanillo de apestado, un Monedero que salió de Podemos para entrar en el “club de la comedia”. Si el ego enfermizo de Iglesias se lo permitiera, pasaría  sus decisiones por el tamiz de un análisis marxista y evidenciaría que, con el intento del “sorpasso” al PSOE, logró desplazar a Podemos al  cuarto lugar y bajando hacia la inanidad política. No acierta ni cuando se confunde.
 
 La zona cero de la implosión de Podemos abrió sus puertas al regalarle a Rajoy la continuidad, torpedeando el acuerdo PSOE-C´s,   que solo necesitaba su visto bueno para hacer presidente a Pedro Sánchez. Pero justo es reconocer que en la moción de censura fue muñidor principal para lograr el apoyo de la panda catalana del 3% y toda la peña de separatista, incluidos iluminados y los que odian a España. Viéndolo así, a él le debemos también conocer la esencia filosófica y el manantial político que serpentea por la cabeza de Pedro Sánchez. Y hemos entendido las razones de los barones socialistas que le señalaron la puerta de salida… ¡Qué razón tenían!

Perteneciendo la cúpula de Podemos a estratos sociales acomodados, como demuestran los casos de Luis Alegre, Rita Maestre, Carolina Bescansa, Ramón Espinar, Íñigo Errejón o el mismo Pablo Iglesias, no hay que negarles capacidad para el disfraz y la escena, ni mérito a lo conseguido en tan poco tiempo. Lo venido por lo ido.


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