sábado, 24 de febrero de 2018

HOMBRE MALO


                      La calma del encinar
                      HOMBRE MALO

                                                                                                                                                                Tomás Martín Tamayo
                                          tomasmartintamayo@gmail.com
                                          Blog Cuentos del Día a Día


Unamos nuestras voces, gritémoslo para que llegue a los confines de la Tierra: ¡Hombre malo, hombre pupa, hombre caca! Que se enteren los niños y sobre todo las niñas, el hombre es bruto, torpe, sucio, malévolo y bajo su apariencia de persona, esconde, sin excepción, a un ser depravado, de bajos instintos y amoral, cavernícola capaz de violar a sus propios hijos y alimentarse con la sangre virgen de jóvenes inocentes que, por su inexperiencia, siguen creyendo que es una persona buena y  su padre un ser admirable, ejemplar y respetable. ¡Error, como hombre,  no hay padre bueno! El padre es el que secuestra, abandona y maltrata ¡Hombre malo,  hombre calambre! Hay que propagarlo hasta que no quede la más mínima duda de que, por naturaleza, somos tan inferiores que imponemos la superioridad bruta, matando, robando, violando y cortando la cabeza a seres indefensos.

Que no quede ninguna duda, el hombre  ha pervertido el lenguaje para denigrar a la mujer, para someterla, envilecerla y aprovechar su superior inteligencia en beneficio propio. El hombre es un ser lascivo que concentra todos sus sentimientos en la entrepierna y es incapaz de ponerse un zapato sin pensar utilizar el cordón para atar con él a  candorosas jovencitas. ¡Hombre malo, muy malo!

Que sí, que el hombre ha impuesto su ley con la quijada de un burro, a base de mamporros,  para vivir como un parásito, sucio, desgreñado, sudoroso y pestilente, mientras que su esclava, la mujer, limpia y abnegada, se encarga de las tareas más ingratas, pare, cuida de la prole y trabaja para llevarle la pitanza al bicho que la tiene encadenada por su fuerza bruta. La bella y la bestia, sí, pero sin dulcerías musicales, porque se trata de una bestia desalmada, cuyo mejor retrato es el de Saturno devorando a sus hijos. En el hombre todo es podredumbre, no hay excepciones porque su comportamiento es instintivo y obedece al impulso animal que lo domina, porque en la escala zoológica, lejos de la mujer, se ha anclado entre el mono aullador y el búfalo cafre. Y en lugar de progresar va retrocediendo. ¡Ay, qué malo!

¿Qué ha hecho el hombre desde que comenzó a caminar sobre dos patas? ¡Nada, porque el bicharraco solo piensa con la tercera! Está demostrado que el cerebro del  hombre es una amalgama de pitos pequeños, con los que piensa. ¿Algo notable, algún acto heroico, hechos relevantes que lo acrediten como ser humano? ¿Alguno ha trabajado, se ha entregado a su familia, ha dado la vida por sus hijos o por su país? ¿Alguien conoce a un hombre que haya escrito algo más que obscenidades, todas ellas encaminadas a engañar, abusar y maltratar a la pobre mujer que, siendo muy superior en todo, se ve sometida y ninguneada? ¡Hombre calambre!

El hombre que muestra deferencia y cortesía hacia la mujer es porque es un machorro paternalista  irrecuperable, empeñado en mantener unas diferencias grotescas para subrayar su hegemonía de género. ¿Mirar a una mujer? ¿Con qué derecho? Es necesario cortar de raíz a los predadores sexuales que se atreven a detener su mirada  en un escote generoso  o en una falda menguante, que al falo lo carga el diablo y después ya se sabe. ¡Hombre pupa!

La ironía es que algunas, que llevan toda la vida soportando tanta brutalidad, confunden equiparación de derechos con igualdad, quieren parecerse al hombre y luchan para achicar incluso las diferencias físicas. Acabarán orinando de pie, todo un adelanto y evidencia de supremacía.



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