La calma del
encinar
BIEN EMPEZAMOS
Tomás
Martín Tamayo
Blog Cuentos
del Día a Día
El atuendo de la
Pedroche en Noche Vieja lleva camino de convertirse en un clásico, como la
presencia de Ramón García o el concierto de Raphael, pero su vigencia será
menor porque el de Linares y el otro están en salmuera y llevan una década
acartonados, pero la gansada de la Pedroche, con el único aderezo de enseñar
más y más cada año, solo podrá resolverse poniéndole la ropa que ahora le han
quitado, hasta acabar enfundándola en un original abrigo de las SS, guantes,
gafas oscuras, cuello subido y casco con visera sombreándole la cara. Lo malo
de la carne de circo es que tiene fecha de caducidad.
Media España
pendiente del palmito de una joven que, enseñando mucho de lo mucho que tiene,
enseña menos de lo que puede verse en cualquier playa, pero, una vez más y con
la complacencia general, la mujer florero, la mujer mercancía, la mujer como
oscuro objeto del deseo, la mujer escaparate está servida, sin que el feminismo
galopante haya puesto objeción alguna a semejante utilización. ¿Hay que vestir
a las modelos que anuncian coches porque eso es casquería machuna y desvestir a
la Pedroche dando la campanada durante las campanadas? ¡Ah, que es cuestión de
audiencia, share o algo
parecido!
¿Ofrece la Pedroche algo más que morbo y carne? Ya, ya sé
que ofrece simpatía, una sonrisa dulce, ingenuidad... ¡Por eso la sacan, no seamos mal pensados! Lo
de enseñar palmito es solo una exigencia marginal del guion, algo que no aporta
nada porque lo que España quiere ver es su sonrisa, disfrutar de su gracia y
dominio del verbo. ¡Bueno está -que diría Jaime Álvarez Buiza-, pero donde la cochina
tuerce el rabo es en el después!
Después del seudo striptease, está el análisis concienzudo y
pormenorizado de expertos en la materia, diseccionando cada centímetro de piel
y bordado, con cien reposiciones del momento cumbre, en el que Chicote se atora
ante el paisaje. El historial del modelito, en el que han empleado un año de ingenio,
porque “el parto comenzó a gestarse en enero del año pasado”. Cómo se quita,
cómo se abrocha y lo “ponible” que es combinándolo con otros trapitos. ¿Y eso
es todo? No, hasta aquí ha sido agradable. En el paquete también entra el
maromo de la Pedroche, el cocinero David Muñoz, luciendo en carne propia – ¡qué
gracioso, chacho!- el modelo del año
anterior de su maroma… ¡La repera, es que me parto, me desternillo como no lo
hice ni con las empanadillas de Martes y Trece! Adiós Tip y Coll, Gila, Faemino
y Cansado, Chiquito, Harlen, Eugenio… ¡Ha llegado David Muñoz!
La Pedroche está contenta, feliz y sorprendida “de lo güeno
que está su David” y asegura que tiene ideas nuevas, pero cuando le falte “el
ingenio”, ahí seguirán Raphael y su “ropoponpon”, Jordi Hurtado, que sabe y
gana, la capa de Ramonchu, el concierto de Navidad y la competición de saltos
de esquí. ¡Lástima que hayan desaparecido el calvo de la lotería, las
zapatillas de Carmen Sevilla, la tetona de “Busco a Jacks” y el arqueo de
espaldas de la Obregón! ¿Nadie ha pensado en las reposiciones?
Para sorprendernos, ya debe
estar reunido el equipo de estrategas y diseñadores, porque el próximo 31-D piensa
sacar a la Pedroche medio desnuda, con transparencias y bordados estratégicamente
situados. Todo nuevo, un derroche de originalidad.
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