La calma del
encinar
DIFÍCIL
PORTUGAL
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos el Día a Día
Saber
portugués no garantiza a nadie entender a los portugueses, que suelen tener una
visión muy propia, muy portuguesa, en sectores tan comunes y globalizados como
el turismo. “Portugal vai á sua passagem”, dicen en una guía turística oficial.
Efectivamente, Portugal va a su paso, aunque con su paso pisen a la gallina de
los huevos de oro. El turismo es responsable directo de más de un millón de
empleos y supone casi el 7% del PIB, pero ellos siguen a su paso, que a todas
luces es un paso cambiado, porque limita mucho las posibilidades de crecimiento
en el sector. Los portugueses venden poco y mal, lo que no impide que algunos
mantengamos una querencia extraña hacia Portugal.
¿Tiene mucho
atractivo obligar al turista a esperar hora y media para pagar el peaje de
Elvas hacia España? Pues el pasado domingo sucedió y seguro que nadie pondrá
remedio a semejante disparate, porque las soluciones fáciles, como levantar la
barrera para deshacer el embudo en el momento de máxima concentración de
vehículos, no se contemplan en Portugal. Kilómetro y medio de cola para pasar
por ventanilla y poder pagar 16 euros. Voces, gritos de protesta, bocinazos,
hombres y mujeres orinando en la cuneta y
ellos “á sua passagem”, según contaba Evaristo Fdez. de la Vega en HOY.
En la playa de
Comporta, la más cercana que tenemos los pacenses, alquilar una sombrilla y dos
tumbonas cuesta veinte euros, lo que explica que su ocupación sea mínima,
porque en la mentalidad del portugués no entra bajar los precios para
alquilarlas todas. Y hay que añadir tres euros de aparcamiento, treinta y dos
del peaje y el combustible. Eso si se lleva la nevera o el bocadillo, ya que
comer allí cuesta un mínimo de cuarenta euros por persona, aunque es fácil
encontrar mesa porque, como en las tumbonas, la ocupación es mínima. Un baño en
“nuestra” playa de Comporta, llevando la comida, cuesta cuatro horas y
cincuenta euros. Para pensárselo.
La prensa
portuguesa recoge con frecuencia la queja de la hostelería porque en muchos
pueblos de la raya, el sector ha caído casi un 50%, lo que no supone ninguna
novedad para los asiduos porque, inexplicablemente, Portugal sube los precios
en la misma proporción que baja su expectativa hotelera. Si baja la demanda encarece
la oferta. ¡Con un par! Comer en Portugal sale más caro que hacerlo en cualquier
costa española. Hay que buscar mucho para encontrar un folleto en español y en
los restaurantes portugueses, incluso en algunos fronterizos, siguen empeñados
en hacer guiños a los ingleses, italianos, franceses y alemanes, pese a que el
70% seamos españoles. En Madeira, en septiembre, no había guías ni folletos turísticos en español y la
explicación del responsable de la oficina es para enmarcar: “No hay porque
están agotadas”.
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