La calma del encinar
GENTE NECESITADA DE CARIÑO
Tomás
Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Tengo un amigo, excelente psiquiatra, que explica con
notable sentido del humor la causa de muchas patologías psíquicas. Por su diván
han pasado miles de enfermos y eso le ha permitido hacer un listado final del
desencadenante de muchos de los males que aquejan a sus pacientes: Falta de
cariño. Según sus profundos conocimientos y dilatada experiencia, gente que no
se quiere y/o que no se siente querida, concluyen por caer en alteraciones
emocionales para las que apenas existen fármacos efectivos, más allá de los
dilatados tratamientos presenciales. Además de la falta de cariño, asegura que
hay otras dos razones que se repiten mucho en ciertos desequilibrios psicofísicos:
No foll… bien y cag… mal.
¿Se entiende que por lo que uno escribe en un periódico
alguien acabe odiándote? Pues existen esas personas. No suelen discrepar, no
dan réplica, no argumentan ni expresan su criterio, pero guardan en su interior
un odio que puede aflorar en cualquier momento… ¿Por falta de cariño? Hace años,
mientras tomaba café con un amigo, se acercó a nuestra mesa un individuo al que
no había visto jamás. No dijo nada, pero apagó en mi mano un cigarrillo. Su
proeza dejó en el dorso de mi mano izquierda una cicatriz que no me permite
olvidar aquel triste episodio… ¿Una quemazón de la vida o una cornada de las
letras? Se fue rápido, sin darnos tiempo a reaccionar, pero la policía acabó
localizándolo y cuando le preguntaron por el motivo, dijo que en una ocasión yo
había escrito algo contra la Legión… No recuerdo haber escrito jamás, ni para
bien ni para mal, nada de la Legión, pero eso es secundario. El pobre tipo
adiaba a alguien por haber escrito algo. Y ya está, tal vez por ahí se supuró
la falta de cariño.
Aquel individuo “¿no foll… bien, cag…mal, no se quería o estaba falto de cariño?” Se lo
tengo que preguntar a mi amigo psiquiatra porque en la cicatriz no está escrito.
Las trifulcas de cada día siempre nos ofrecen un abanico de posibilidades y
está en nosotros elegir las menos dañinas, pero los hay que disfrutan
martilleándose los dedos, o apagando un cigarrillo en la mano de otro, y contra
eso no hay psiquiatra que valga. El que nace torcido vive torcido, torcido odia
y torcido muere. Conozco a una que lleva toda su vida escupiendo al cielo -en
la cara le cae-, siempre cabreada, amargada, contra la noche y el día…
¿Responder con crueldad y aplastar su escasa
autoestima? Ganas no faltan, pero cuando me encuentro con gente así, me acuerdo
de mi amigo psiquiatra e intento justificar el odio que los oprime en alguno de
los tres pilares frecuentes de los “piranoides”. En el caso de la amargada a la
que he aludido, creo que se dan los tres, porque no se quiere, no se siente
querida y su cara delataba que “no foll… bien y cag…mal”. Me esforcé por
entenderla, aunque no pude quererla, ni poner remedio a las otras dos “limitciones”.
Con los años me está creciendo el ecologista que llevo
dentro y estoy empezando a considerar que hay que proteger a todas las
especies. Las mismas cucarachas deben de tener su cometido y las setas
venenosas están ahí para algo, digo yo. ¿Por qué negar la existencia o desear
mal a toda esa gente tan necesitada de cariño? Debe ser muy duro no quererse y
saber que no te quieren. Y si encima “no foll… bien y cag…mal”…
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