sábado, 2 de septiembre de 2017

GESTOS

                           La calma del encinar
                           GESTOS

                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                         tomasmartintamayo@gmail.com
                                                         Blog Cuentos del Día a Día

Necesito abrazar a un musulmán”, afirmó Javier Martínez, el padre del niño de 3 años asesinado en La Rambla por el pirado de la furgoneta zigzagueante. Y para dar satisfacción a la necesidad, salió a la puerta de una mezquita y llevando del hombro al imán de Rubí, lo abrazó ante todos los medios. El imán lloraba tapándose la cara y el padre del niño lo consoló”. ¿Conmovedor? Para mí fue un gesto histriónico e innecesario por su exhibición pública. ¿Necesitaba abrazar a un musulmán y, además, necesitaba hacerlo de forma tan  ostensiblemente pública? ¿Un abrazo para que se viera? ¿No servía un abrazo sentido en la intimidad? Entiendo que el dolor puede entorpecer el juicio y empujar hacia estos gestos que lo único que delatan es cierto desajuste emocional. Su buenismo llegó hasta sentirse “solidario con el dolor de los familiares de los terroristas”, recordando agradecido las llamadas de varios alcaldes y de la Casa Real, porque “somos muy, muy, muy, muy personas” (¿?). Después quiso conocer a la forense que había atendido a su hijo: “Que sepas que acabas de hacerle la autopsia a un ángel”. Gestos. Gestos que no censuro, pero que tampoco entiendo, aunque imagino que ese señor estaba roto de dolor. Nuestra educación es expansiva en la gestualidad y quién sabe lo que hay detrás de cada gesto. No somos ingleses.

 Tiberio decretó el destierro de dos senadores porque habían osado interpretar sus gestos: “Solo yo puedo interpretarlos”. Uno de ellos había ido a pedirle clemencia para un hermano que, como recaudador, había “distraído” parte de los impuestos. El senador se comprometió a devolverle al emperador el triple de lo robado por su hermano y Tiberio, benévolo y paternal,  asintió con la cabeza y lo llevó del brazo hasta la puerta. El senador interpretó el gesto como un perdón y fue hasta la casa de su hermano para darle la buena nueva, pero al llegar vio su cabeza clavada en el dintel de la puerta. “Tu hermano era un ladrón y tú un temerario por atreverte a interpretarme, porque el mismo gesto puede indicar una cosa o la contraria, según me parezca”. El atrevimiento le costó el destierro.

¿Cómo interpretamos el gesto del rey, asistiendo a la primera manifestación en la que participa la Corona? ¿Por qué ahora y por qué en Cataluña? Ha habido actos terroristas con casi doscientas víctimas y, aunque nunca faltó la solidaridad de la Casa Real, a la hora de las manifestaciones siempre permaneció al margen. Al respecto, dos preguntas: ¿Hubiera asistido si la manifestación es en Cáceres o Toledo? Una vez inaugurado el ciclo, ¿asistirá el rey a las manifestaciones futuras? Eso apretará mucho su agenda y su tiempo para los imprevistos.

¿Y el gesto de Rajoy, supuestamente serio, cuando afirma con rotundidad que no habrá referéndum en Cataluña? ¿Indica que no habrá referéndum o con su negativa está afirmando que puede haberlo porque, en no pocas ocasiones, sus negativas son afirmaciones y sus afirmaciones, negativas? Como Tiberio, solo él puede saberlo.

Otro gesto difícil de entender es el de los aprovechados que, al socaire de una manifestación contra el terrorismo, sacan sus bravatas separatistas, porque les importan menos las víctimas que sus delirios.

Tiberio llevaba razón, los gestos no son interpretables y en el circo,  el mismo movimiento de cabeza puede indicar muerte o perdón. “Eso es según”, decía Machaquito cuando se le ponía en una encrucijada.
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