La calma del encinar
GESTOS
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
“Necesito abrazar a un musulmán”, afirmó Javier Martínez, el
padre del niño de 3 años asesinado en La Rambla por el pirado de la furgoneta
zigzagueante. Y para dar satisfacción a la necesidad, salió a la puerta de una
mezquita y llevando del hombro al imán de Rubí, lo abrazó ante todos los medios.
El imán lloraba tapándose la cara y el padre del niño lo consoló”. ¿Conmovedor?
Para mí fue un gesto histriónico e innecesario por su exhibición pública.
¿Necesitaba abrazar a un musulmán y, además, necesitaba hacerlo de forma
tan ostensiblemente pública? ¿Un abrazo
para que se viera? ¿No servía un abrazo sentido en la intimidad? Entiendo que
el dolor puede entorpecer el juicio y empujar hacia estos gestos que lo único
que delatan es cierto desajuste emocional. Su buenismo llegó hasta sentirse “solidario
con el dolor de los familiares de los terroristas”, recordando agradecido las
llamadas de varios alcaldes y de la Casa Real, porque “somos muy, muy, muy, muy
personas” (¿?). Después quiso conocer a la forense que había atendido a su
hijo: “Que sepas que acabas de hacerle la autopsia a un ángel”. Gestos. Gestos
que no censuro, pero que tampoco entiendo, aunque imagino que ese señor estaba
roto de dolor. Nuestra educación es expansiva en la gestualidad y quién sabe lo
que hay detrás de cada gesto. No somos ingleses.
Tiberio decretó el
destierro de dos senadores porque habían osado interpretar sus gestos: “Solo yo
puedo interpretarlos”. Uno de ellos había ido a pedirle clemencia para un
hermano que, como recaudador, había “distraído” parte de los impuestos. El
senador se comprometió a devolverle al emperador el triple de lo robado por su
hermano y Tiberio, benévolo y paternal,
asintió con la cabeza y lo llevó del brazo hasta la puerta. El senador
interpretó el gesto como un perdón y fue hasta la casa de su hermano para darle
la buena nueva, pero al llegar vio su cabeza clavada en el dintel de la puerta.
“Tu hermano era un ladrón y tú un temerario por atreverte a interpretarme,
porque el mismo gesto puede indicar una cosa o la contraria, según me parezca”.
El atrevimiento le costó el destierro.
¿Cómo interpretamos el gesto del rey, asistiendo a la
primera manifestación en la que participa la Corona? ¿Por qué ahora y por qué
en Cataluña? Ha habido actos terroristas con casi doscientas víctimas y, aunque
nunca faltó la solidaridad de la Casa Real, a la hora de las manifestaciones
siempre permaneció al margen. Al respecto, dos preguntas: ¿Hubiera asistido si
la manifestación es en Cáceres o Toledo? Una vez inaugurado el ciclo, ¿asistirá
el rey a las manifestaciones futuras? Eso apretará mucho su agenda y su tiempo
para los imprevistos.
¿Y el gesto de Rajoy, supuestamente serio, cuando afirma con
rotundidad que no habrá referéndum en Cataluña? ¿Indica que no habrá referéndum
o con su negativa está afirmando que puede haberlo porque, en no pocas ocasiones,
sus negativas son afirmaciones y sus afirmaciones, negativas? Como Tiberio,
solo él puede saberlo.
Otro gesto difícil de entender es el de los aprovechados que,
al socaire de una manifestación contra el terrorismo, sacan sus bravatas
separatistas, porque les importan menos las víctimas que sus delirios.
Tiberio llevaba razón, los gestos no son interpretables y en
el circo, el mismo movimiento de cabeza
puede indicar muerte o perdón. “Eso es según”, decía Machaquito cuando se le
ponía en una encrucijada.
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