La calma del encinar
EL TÚNEL DE MIRAVETE
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
Hace años escribí que el túnel de Miravete es la frontera
entre lo excelso y la mediocridad, porque todo depende de en qué lado del túnel
se esté. Si en la parte interior se escribe una novela, pongamos “Aunque sean
soberanos los empeños” de Agustín Muñoz Sanz, “Sin raíces” de Víctor Chamorro o “La agonía
del búho chico” de Justo Vila, como lo
han hecho en este coto provinciano que es Extremadura, apenas trasciende, el eco es mínimo, se
ignora incluso entre sus vecinos y en la mayoría de nuestros medios de
comunicación. Y a Dios pongo por testigo de que sé de lo que hablo y que no lo
hago por mí, que también podría.
Han pasado años, pero la situación sigue siendo la misma y
aunque la referencia hizo fortuna en su día, porque son muchos los que acuden a
ella y señalan al túnel como frontera, tampoco faltaron papanatas que se
sintieron aludidos porque ellos estaban
en la pomada de manigeros y no podían
aceptar que lo que hacían aquí tuviera menos repercusión que lo de la otra
parte del túnel.
¿Estoy diciendo que para triunfar en cualquier disciplina es
necesario salir de Extremadura? Mejor sí, así lo creo. Desde aquí dentro, salvo
la honrosa excepción del dramaturgo Manuel Martínez Mediero, que logró
catapultar su obra sin salir de Extremadura, es prácticamente imposible
trascender porque incluso nosotros mismos reservamos las alabanzas hacia todo
lo que llega de fuera. Ya se sabe, del
túnel para allá, hasta Mozart suena mejor. Hoy, como excepción puntual, me permito
señalar a Jesús Sánchez Adalid, aunque mejor le iría si hubiera dejado el túnel
atrás.
Muchos de los
prohombres del panorama literario actual lo son porque están al otro
lado. Landero, Cercas o Carrasco
(“Intemperie”, qué maravilla), son lo que son por méritos propios, pero también
porque respiran otros aires. Que nadie crea que resto méritos a sus obras, sé
que fuera no atan los perros con longanizas y que si no hay un sustento de
calidad no se llega pero ¿es suficiente la calidad para triunfar desde
Extremadura? ¿Con esas mismas obras hubieran llegado desde aquí? He ahí un
dilema doble que yo creo resuelto: No y no.
Desde aquí, por referirme solo a los poetas, incluso los
mejores, como Jesús Delgado Valhondo, Lencero, Pacheco, Álvarez Buiza, Ada
Salas Plácido Ramírez, Sánchez Pascual, Pérez Walias, Santiago Corchete, Féliz
Morillón, José Iglesias Benítez, Daniel Casado…
pasan de puntillas y a nadie se
le ocurriría proponerlos para un reconocimiento tipo “Premio Cervantes”. Y creo
que solo Valhondo y Pacheco tienen la Medalla de Extremadura, un galardón que
desde que se abrió a propuestas dispares y de coleguitas, cada día se devalúa más. A
este paso el mérito va a consistir en no tenerla.
Nosotros aplaudimos lo que se aplaude fuera y
despreciamos la obra silenciosa que se
hace en esta parte del túnel. Si son vecinos o gente que se toma la caña a
nuestro lado… ¡Poquita cosa! Somos muy papanatas y nos dejamos deslumbrar por
la cohetería que nos llega. ¡Pero si un alfeñique que vino de la nada, llegó a
gobernarnos con Monago! Así nos va.
Algún día, si estoy de humor y viene al pelo, escribiré
también de los columnistas extremeños, que esa es otra. Como dice Bart Simpson:
“No prometo prometerte que te lo prometeré ahora, pero prometo prometerte que
te lo prometeré algún día”. Ese día no ha llegado.
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