sábado, 4 de marzo de 2017

Y ENCIMA CHULITOS



                            La calma del encinar
                            Y ENCIMA CHULITOS

                                                     Tomás Martín Tamayo
                                                      tomasmartintamayo@gmail.com
                                                      Blog Cuentos del Día a Día


Veo las imágenes de los jueces del Tribunal Supremo, escuchando las declaraciones de Mas y Homs, y me da pena de ellos. No debe ser fácil estar en el estrado, acicalados con sus togas, serios, circunspectos, imperturbables, con el enorme hatillo de experiencias, leyes y cavilaciones y presiones que pueblan sus cabezas, mientras dos tipillos intentan cachondearse de ellos. Los jueces los miran, ven como bracean y se pavonean hablando para la clientela, pero los escuchan incluso con aparente interés, manteniendo el tipo de la formalidad que exige el cargo. ¡Pobres jueces!

 Puede que tengan ganas de dar un puñetazo en la mesa o de reírse hasta caer en el suelo, pero se aguantan, mientras la pareja despliega la cobarde estrategia  de la ignorancia. Sacan pecho en el cortijo y desde allí juran desobediencia porque no reconocen autoridad alguna en el Tribunal Constitucional, pero a la hora de la verdad, alegan desconocimiento y niegan actitudes de rebeldía: “Es que no estaba muy claro, no sabíamos, no entendimos que…” Miguel Hernández, sin conocerlos, escribió: “Hombres veo que de hombres/ solo tienen, solo gastan/ el parecer y el cigarro/ el pantalón y la barba.

Mas, brazo derecho sobre la mesa, el izquierdo levantado, señalando con el índice acusador, aseguró  que solo querían comprobar el respaldo del “derecho a decidir”, pero que aquello fue algo así como una consulta de la señorita Pepis, porque no era una votación “legal ni vinculante”. O sea, que ahora se burlan de los jueces o antes se burlaron de los miles que se prestaron a la farsa, como cobayas experimentales de un cachondeo institucional que nos costó millones de euros. ¿Es ese el respeto que tienen al pueblo de Cataluña?

Ellos llegaban crecidos, acompañados hasta la puerta como héroes de la causa, enaltecidos, caminando por el centro de la calle, como matones portuarios, seguros por llevar un cortaúñas en el bolsillo ¡Qué ridículo oír y ver a Francesc Homs, sacando pecho al asegurar que si los juicios del 9-N concluyen en condenas para ellos, “será el fin del Estado español”! Si eso lo dice un jihadista ya estaría bajo siete llaves y media policía buscando al resto de la célula, por lo que supone de amenaza, pero como lo ha dicho un fanfarrón, un enanito  torero que se cree pívot de Los Warriors… Toca reírse una vez más de estos tipos que, para ocultar el fango que les rodea, siguen con el pujolismo ejerciente, al socaire de que el que se mete con ellos lo hace contra Cataluña. Incluso ellos mismos tuvieron un atisbo de vergüenza y enterraron la oficina de recaudación que era CDC, para rebautizarla como PDeCAT. Mismos perros y mismos collares, pero, en vez de llamarse “cacas”, ahora se llaman “boñigas”. Vale, pero que encima nos perdonen la vida y subidos al pedestal de sus corruptelas nos amenacen casi con el exterminio... ¿Usarán contra nosotros el VX, ese pica-pica mortal que han puesto de moda los norcoreanos? Casi no lo necesitan porque solo con verles el careto podemos caer en un soponcio nervioso.

Y ahora la gran pregunta: ¿Sigue este tipillo en libertad? Mientras explica el alcance de su amenaza, dos cerrojazos bien pegados en las narices le haría bajar de la nube, porque a los pobrecillos se les va a vaciar la médula con tanto picholear. Y además van a ir al infierno.




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