La calma del encinar
Y ENCIMA CHULITOS
Tomás Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Veo las imágenes de los jueces del Tribunal Supremo, escuchando
las declaraciones de Mas y Homs, y me da pena de ellos. No debe ser fácil estar
en el estrado, acicalados con sus togas, serios, circunspectos, imperturbables,
con el enorme hatillo de experiencias, leyes y cavilaciones y presiones que
pueblan sus cabezas, mientras dos tipillos intentan cachondearse de ellos. Los
jueces los miran, ven como bracean y se pavonean hablando para la clientela,
pero los escuchan incluso con aparente interés, manteniendo el tipo de la formalidad
que exige el cargo. ¡Pobres jueces!
Puede que tengan
ganas de dar un puñetazo en la mesa o de reírse hasta caer en el suelo, pero se
aguantan, mientras la pareja despliega la cobarde estrategia de la ignorancia. Sacan pecho en el cortijo y
desde allí juran desobediencia porque no reconocen autoridad alguna en el
Tribunal Constitucional, pero a la hora de la verdad, alegan desconocimiento y
niegan actitudes de rebeldía: “Es que no estaba muy claro, no sabíamos, no entendimos
que…” Miguel Hernández, sin conocerlos, escribió: “Hombres veo que de hombres/
solo tienen, solo gastan/ el parecer y el cigarro/ el pantalón y la barba.
Mas, brazo derecho sobre la mesa, el izquierdo levantado,
señalando con el índice acusador, aseguró
que solo querían comprobar el respaldo del “derecho a decidir”, pero que
aquello fue algo así como una consulta de la señorita Pepis, porque no era una
votación “legal ni vinculante”. O sea, que ahora se burlan de los jueces o
antes se burlaron de los miles que se prestaron a la farsa, como cobayas
experimentales de un cachondeo institucional que nos costó millones de euros.
¿Es ese el respeto que tienen al pueblo de Cataluña?
Ellos llegaban crecidos, acompañados hasta la puerta como
héroes de la causa, enaltecidos, caminando por el centro de la calle, como
matones portuarios, seguros por llevar un cortaúñas en el bolsillo ¡Qué
ridículo oír y ver a Francesc Homs, sacando pecho al asegurar que si los
juicios del 9-N concluyen en condenas para ellos, “será el fin del Estado
español”! Si eso lo dice un jihadista ya estaría bajo siete llaves y media
policía buscando al resto de la célula, por lo que supone de amenaza, pero como
lo ha dicho un fanfarrón, un enanito
torero que se cree pívot de Los Warriors… Toca reírse una vez más de
estos tipos que, para ocultar el fango que les rodea, siguen con el pujolismo
ejerciente, al socaire de que el que se mete con ellos lo hace contra Cataluña.
Incluso ellos mismos tuvieron un atisbo de vergüenza y enterraron la oficina de
recaudación que era CDC, para rebautizarla como PDeCAT. Mismos perros y mismos
collares, pero, en vez de llamarse “cacas”, ahora se llaman “boñigas”. Vale,
pero que encima nos perdonen la vida y subidos al pedestal de sus corruptelas
nos amenacen casi con el exterminio... ¿Usarán contra nosotros el VX, ese
pica-pica mortal que han puesto de moda los norcoreanos? Casi no lo necesitan
porque solo con verles el careto podemos caer en un soponcio nervioso.
Y ahora la gran pregunta: ¿Sigue este tipillo en libertad?
Mientras explica el alcance de su amenaza, dos cerrojazos bien pegados en las
narices le haría bajar de la nube, porque a los pobrecillos se les va a vaciar
la médula con tanto picholear. Y además van a ir al infierno.
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