La calma del encinar
A DIOS SE LE TUTEA
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
A Dios se le tutea, pero los diosecillos llevan delante al
conductor y el “excelentísimo señor”. Siguen siendo “presidentes” para los
pelotas del entorno más inmediato y hasta conservan el tratamiento de “hipermegaguays”
en la correspondencia y en los actos oficiales. De por vida. A ellos no se les
puede bajar del pedestal de lo que fueron y unos por otros –hoy por ti y mañana
por mí- mantienen los privilegios, aunque sea a la baja, porque no todos tienen
el mismo desparpajo y desvergüenza. Entre los jetas también hay escalas. Eso sí, al cochecito no renuncia nadie. Diez
años después de haber pasado a la escala de ex, el excelentísimo señor don Juan
Carlos Rodríguez Ibarra sigue manteniendo coche oficial, conductor y dos
funcionarios para alimentar su ego personal. ¿Qué quién lo paga? Qué pregunta.
Va y viene a
capricho, se pasea por España disparando con nuestra pólvora, mientras Extremadura, su querida Extremadura, con la más alta tasa de paro, le pone coche en su puerta, le paga conductor y le
llena el depósito para que su excelencia disponga según le venga en gana. En
estos diez años se le conocen cero servicios a la comunidad y su sabiduría
parece reservarla para abrocharse la chaqueta.
Espero que no se confunda de botón o que se la abrochen los dos
funcionarios que tiene a su servicio.
¿Funcionarios? Sí, funcionarios de 56.283, 37.475 y 32.667 euros/año, que están a su
disposición y a nadie más tienen que rendir cuenta en ese ente fantasmal que se ha inventado para perpetuar su nombre:
“Fundación Centro de Estudios Presidente Rodríguez Ibarra”. ¡Desde luego es un caso para estudiar! Y no se
trata de un miembro de la saga norcoreana de Kim Jong, sino de un líder socialista con
superextra paga de jubilado, que se pasó 24 años peleándose con marqueses y
duquesas porque no soportaba que, con su dinero, vivieran como duquesas y
marqueses. A él no le viene la alcurnia de ninguna nombradía real, ni ha
heredado dehesas del bisabuelo que regaló
caballos al rey, pero pisó la alfombra a los veintipocos y se ha jubilado sin
tocar suelo, porque para eso parece tener un lema que bien podría subir a su
escudo heráldico: “Porque yo lo valgo”.
Manda güev con el líder socialista, que después de diez años
sigue aferrado a la teta de los privilegios y que, encima, tiene el rostro tan
curtido como para no avergonzarse de mantener semejantes canonjías y seguir en
la mamandurria de una tierra que el único mal que le hizo fue confiar en él. Y
que no nos salió gratis, porque aunque la soga ahogara a otros, a él nunca le
faltó su paga de general.
No apelo a los
socialistas porque, por razones obvias de corporativismo cateto, se callarán y
jamás harán nada contra el gran mandarín, pero ¿y los del PP, los de Ciudadanos
y los de Podemos? Podemos lo ha intentado, pero ahí sí que tienen un compromiso
de sangre PSOE y PP, para no perder prebendas mutuas. Ninguno de los dos
partidos quiere ponerle el cascabel al gato, porque eso supondría tirar de la
cuerda y no se sabe lo que puede aparecer al final de ella.
A Dios se le tutea, pero a las estatuas de las deidades
ripiosas, propias de murga de Carnaval, no hay quien le mueva la peana.
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