sábado, 28 de enero de 2017

PODEMOS, MUCHA VISTA

                          La calma del encinar
                    PODEMOS, MUCHA VISTA

                                                  Tomás Martín Tamayo
                                                  tomasmartintamayo@gmail.com
                                                  Blog Cuentos del Día a Día



   ¿Cuántos quesos/tendencias/familias diferentes se integran en Podemos? He dejado de contar al llegar a 50. Complicado me parece mantener la cohesión en una formación con tanto tembleque emocional y unida por una argamasa tan inconsistente. Aunque no le resto méritos a lo hasta aquí conseguido, han cometido errores de principiantes, pagando la novatada a alto precio, porque su cabeza visible, amén de sesgos de divismo trasnochado, se comporta como un niñato cabreado, que no es capaz de montar el puzle que tiene entre manos. Lo peor de Pablo Iglesias es que se quiere en exceso y eso le empuja a demostrar que, junto a sus no sé cuántas matrículas de honor, es el más listo. Mal asunto. Con él han llegado hasta aquí, pero con él no irán muy lejos.

   Charles De Gaulle, para explicar la dificultad de armonizar la diversidad francesa, preguntaba: “¿Cómo se puede gobernar un país que tiene 246 clases de queso?”. Se quedó muy corto. Los teóricos mantienen que la variedad es un elemento de cohesión, pero en la práctica se demuestra que en una pajarera con diferentes clases de aves, no es posible el canto armónico de ninguna de ellas y el resultado es un guirigay. ¿Se acuerdan de la Torre de Babel?  La amalgama más cercana la tenemos en una UCD integrada/desintegrada por  dos partidos democristianos, cuatro socialdemócratas, siete de derecha, once liberales y cuatro regionalistas. Aquello fue una grillera, que cumplió una misión e hizo mutis por el foro. El harakiri, vamos.

El futuro de Podemos no es previsible y si en su seno se permitiera la autocrítica, ya habrían llegado a la   conclusión de que lo más importante que han aportado a la vida política española, ha sido mantener a la derecha en el Gobierno. Puede molestar, pero es una verdad inapelable porque en su bagaje no se conoce otra decisión de mayor calado. Pudieron elegir y eligieron no hacerlo, porque les importó más el estar que el ser. Y Pablo Iglesias quería estar en la vicepresidencia y mandando como presidente.

Podemos lleva tres meses acaparando titulares con la supuesta división interna entre “pablistas” y “errejonistas” y cada día veo más claro que ahí hay una estrategia para que se hable de ellos y de su famoso Vista Alegre II, calentando el ambiente y seguir en la pomada sin hacer prácticamente nada más. Creo que los novios no se devolverán las fotografías y que a la conclusión del encuentro se abrazarán para cerrar filas en torno a Pablo Iglesias y demostrar que son capaces de unir el descosido pregonado durante tanto tiempo. Diferencias programáticas de mucho redoble, pero de más calado en la forma que en el fondo. Vamos, que no, que ahí hay gato encerrado y una estrategia muy definida.

En la disparidad de criterios entre Iglesias y Errejón no está el problema de Podemos, sino en su diversidad, a veces incluso antagónica. Trotskistas, anticapitalistas, duros, moderados, marxistas, populistas, obreristas, clase media, comunistas, desdeñados, resentidos, leninistas, eurocomunistas, subjetivistas, objetivistas, rupturistas, federalistas, derechistas, socialdemócratas, socialistas, reformistas, oportunistas, nacionalistas, regionalistas…

Los principales partidos afrontan estos meses sus congresos, pero del que más sabemos es de el Vista Alegre II, el de Podemos, que a mí me suena a mucha vista, aunque no sea muy alegre, y ya veremos si me confundo. Si todo acaba con el abrazo fraternal y nos cuentan que finalmente han primado las ideas, bla, bla, bla… ¡Lagarto, largarto!
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sábado, 21 de enero de 2017

GIRA LA RUEDA SOCIALISTA

                    La calma del encinar
                    GIRA LA RUEDA SOCIALISTA

                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                         tomasmartintamayo@gmail.com
                                                        Blog Cuentos del Día a Día
                  
                      
Mientras Pedro Sánchez sigue deshojando la margarita, porque mira hacia atrás y cada día ve menos banderitas,  y Susana Díaz espera que la gestora que preside Javier Fernández acabe de confeccionarle  el traje a medida que les encargó cuando, a empujones, lograron apartar al secretario general, Patxi López salta al ruedo, fastidiando el mano a mano que, más o menos, tenían controlado. Cada día parece más claro que la misión de la gestora era dinamitar la vuelta de Pedro Sánchez, ralentizando la convocatoria del Congreso hasta agotarlo, mientras le asfaltaban el camino a Susana Díaz. Si algo ha demostrado la actual cúpula del partido es que “ni quita ni pone rey pero ayuda a su señora! Pero una vez más gira la rueda socialista.

Hasta ahora todos los pasos estaban muy medidos, comenzando por el desgaste del ex secretario general, presentándolo poco menos que como un arribista incapaz de luchar por algo que no sea su ego y proyección personal, intentando que lo abandonara hasta el desodorante. Lo estaban haciendo bien, justo es reconocerlo. La otra cara, el agua fresca y cristalina que fluye entre las piedras como bálsamo de fierabrás, es la lideresa del sur, la más de todo, la que aglutina, gana y convence con su gracejo andalusí. Según Vara “es un cañón comunicando y suena a ganadora”. Felipe, Zapatero, Page, Ximo, Bono, Vara… fueron colgando cintas bordadas en la capa de la tuna sultana, mientras ella, todo sencillez, no deja de repetir que “en la cabeza o en la cola, donde mis compañeros me pongan”. ¡Ay, cuanta humildad!

¿Y qué paso? Pasó que habían olvidado al químico, a Rubalcaba, que, como suele, mientras los demás se atusaban el pelo, él maquinaba en la sombra, argamasando una tercera vía capaz de hacer que desistan las otras dos. Hizo sus mezclas, las filtró en la probeta y -¡Eureka!- en el fondo apareció el careto de Patxi López. Hoy se sabe  que detrás de su candidatura a la secretaría general del PSOE, está el genio maléfico de Rubalcaba, que ni en su aparente retiro, deja de condimentar todo lo que se guisa en el partido. Rubalcaba no puede remediarlo y acaba ejerciendo de maestro alquimista, pero convencido de que él no traspasa pantalla, mete la mano entre los faldones de la marioneta de turno para moverla a su capricho.

La tercera vía, abierta por el ex presidente del Congreso y diseñada por el gran manijero, desmantela el idílico escenario que la gestora estaba montándole a la presidenta andaluza y hace un corte de mangas a todo los que, descaradamente, apostaron por ella como la única solución, incluso apresurándose a mediar para que fuera una candidatura de consenso, bla, bla, bla, pero única. Vamos, que se pedía la aclamación para que ella, sumisa y disciplinada, aceptara el sacrificio… ¡Nunca te lo perdonaré… Rubalcaba!

El efecto rebote es que los que estuvieron con Pedro Sánchez, como Rafael Simancas o Rodolfo Ares, “asistente” de Rubalcaba”, se han apresurado a vitorear la llegada de Patxi López porque en el PSOE siempre votan contra alguien. El mismo Zapatero salió por el rechazo que producía el beatífico Bono. Puede que ahora ocurra lo mismo y el empujado por Rubalcaba desmonte definitivamente la candidatura de Pedro Sánchez e impida la aclamación de Susana Díaz. Me recuerdan la fábula del oso y el león que, mientras discutían por la presa, no vieron a la zorra que se la llevaba.
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REAL ACADEMIA DE EXTREMADURA

Crónica de Feliciano Correa sobre EL SECRETO DEL AGUA

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miércoles, 18 de enero de 2017

CRÍTICA LITERARIA DE ANTONIO SALGUERO EN eldiario.es

Crítica de libros

El Secreto del Agua, de Tomás Martín Tamayo

"El hecho de haber practicado tanto este tipo de narración es el que le permite que ahora, en su novela El secreto del agua, logre dosificar su trama dramática sin altibajos durante toda la amplia narración con intrigantes episodios que reactivan la atención del lector continuamente".
Antonio Salguero Carvajal
Tomás Martín Tamayo ha elegido para presentar su segunda novela una apacible portada con la imagen de un manso lago en cuya orilla se encuentra una casita arropada por una alameda de eucaliptus. Pero Tamayo no sería un fabulador si la quietud de ese grato entorno no fuera aparente y no planeara sobre el plácido atardecer el inquietante título El secreto del agua.
Esta paradoja, que pone al lector en guardia desde el primer contacto visual con la novela, resulta un hábil recurso de Martín Tamayo para mantener en ascuas al lector desde la misma portada. Y no es la primera vez que usa este eficaz medio de atracción, pues ya en el título de su opera prima El enigma de Poncio Pilatos, una novela histórica muy interesante,  aparecía ese componente de misterio con el que, de entrada, ganaba de forma instantánea la atención del lector por el camino de la intriga.
Ciertamente ese ingrediente es el elemento fundamental en que Martín Tamayo basa su técnica narrativa, pues será el suspense el que mantenga la atención lectora desde el inicio al fin de la novela, cuyo dinamismo descubre unas vigorosas ganas de contar de Tamayo, después de cuatro décadas escribiendo relatos cortos en cuya composición es un maestro. El hecho de haber practicado tanto este tipo de narración es el que le permite que ahora, en su novela El secreto del agua, logre dosificar su trama dramática sin altibajos durante toda la amplia narración con intrigantes episodios que reactivan la atención del lector continuamente: “El inspector que se había sentado comenzó a curiosear en el cajón central de la mesa, mientras el otro iniciaba el interrogatorio en un tono que casi parecía la lectura de una sentencia” (38).
Y a mantener constante el flujo discursivo dirige el autor todos sus esfuerzos de narrador atendiendo no solo al desarrollo temático sino también a su exposición. Así lo primero que hace Tamayo es sorprender al lector en la portada del capítulo 1 con un título inesperado y preocupante: “Un tiro en la madrugada”: “Hasta los grillos callaron. La detonación estremeció el corazón colectivo de Encinares” (11). Y seguidamente, en el mismo inicio del capítulo, vuelve a llamar la atención descubriendo la causa de la trama en forma de suceso impactante: el suicidio del protagonista, Antonio Godoy, un maestro desterrado con un pasado enigmático que, sin embargo, no tiene enemigos, es un hombre en paz consigo mismo, buen maestro, amante de la naturaleza y solidario. Resulta lógico, por tanto, que su muerte deje en el ambiente abundantes dudas y sus allegados no crean la versión oficial: “Antonio no se ha suicidado, de eso estoy seguro” (100). La clave se encuentra en la presa que finalmente inunda Riscos del Encinar, porque ha sido construida en un lugar distinto del proyectado para que no anegara tierras de terratenientes con buenas relaciones en el poder. Y Antonio Godoy, capitaneaba las protestas contra la decisión arbitraria de inundar el pueblo.

En adelante, el grueso de la novela será una muestra de las cualidades narrativas de Martín Tamayo, que establecen una densa e intensa urdimbre temática para contar lo que hay detrás del aparente suicidio de Antonio Godoy. Para ello Tamayo tiene que emplear sus amplios conocimientos de las relaciones que existen en los entresijos del poder a todos los niveles (económico, político, religioso), con el fin de advertir a sus lectores que, detrás de la realidad de la gente común, existe otra creada por los que dominan el mundo tanto a nivel local como nacional e internacional: “A nosotros no nos interesa la situación real de la presa, sino cómo la gente ve la situación de la presa. Nuestra misión no es enseñar la verdad, es propagar la realidad que queremos que se vea. La que a nosotros nos interesa” (343).
No obstante, aunque Martín Tamayo convierte la novela rural del principio en otra que abarca el ámbito de las finanzas y el poder mundial a través de Blas Godoy, presidente de la Oil Texaco Corporation, la trama se sitúa en un pueblo de la Extremadura de posguerra, lugar y momento histórico donde el autor se siente seguro y cómodo, porque nació y vivió en un pueblo extremeño en el que, sin duda, oiría hablar a sus mayores de los llamados “años del hambre”. De ahí que el maestro protagonista resulte ser un represaliado; Eulogio, su amigo, sea falangista y capitán mutilado de la Legión; los terratenientes miren solo por sus intereses y la gente común malviva en una situación de miseria material y cultural. El ejemplo más sangrante es el de Blas y Rosario, dos desgraciados que quieren salir adelante, pero ella acabará loca y él asesinado en la cárcel, sucesos indicativos de que a la gente corriente le resulta, cuando no imposible, muy difícil escapar de su triste situación: “-A tu marido lo han enterrado en el cementerio del Puerto de Santa María hace tres días, porque después de cuarenta y ocho horas no te habían localizado y el juez autorizó la inhumación. Lo siento, Rosario” (48).
En fin, El secreto del agua, interiormente, es una novela de grata lectura por la composición inteligente y la exposición elaborada de su trama narrativa y, exteriormente, resulta atractiva por su pulcra edición.

sábado, 14 de enero de 2017

UN GRAN DÍA. Ayer firmé los ejemplares solicitados por los lectores de HOY

QUE NO SE ENTERE NADIE

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                                   La calma del encinar
                          ¡QUE NO SE ENTERE NADIE!

                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com
                                                           Blog Cuentos del Día a Día

Como si entre el negro y el blanco no hubiera escala cromática alguna, en Extremadura hemos pasado de un gobierno “tararí-chimpún” a un ejecutivo “chitón en boca y que no se entere nadie”. Dos extremos, porque, si aquellos se pasaban en el chirriar y la estridencia, estos imitan el sigilo del gato y andan con los pies almohadillados, para que no se les oiga. El gobierno de la Junta tiene vocación de invisible, que es el sueño máximo de los liberales. ¿Qué quedará si algo queda? Entre los dos extremos prevalecerá el recuerdo de la estridencia de un gobierno de perfil meramente político, que trabajaba más la botella y la etiqueta que el vino. Aquellos, los “monagoboys”, se pasaban el día con el megáfono en la mano, voceando las excelencias de unas uvas cuyas cepas ni siquiera se habían plantado. Y además, para que sonara más guay, también lo pregonaban en inglés. Pero aquello pasó y tuvo su adecuada respuesta electoral, por lo que no merece insistir en la tortura del recordatorio. Vamos a lo que tenemos.
 
¿Y ahora? Ahora los “varachissssss”, los silentes que, como el fantasma de la ópera, pasan rápidos, como sombras que se diluyen en las paredes y atraviesan los cristales. Me aseguran que los consejeros trabajan, que son gente de currelo. No lo dudo, pero ¿quiénes son y sobre todo, qué hacen, aunque no nos digan a qué dedican el tiempo libre? En los cuarenta años de autonomía nunca habíamos tenido un gobierno tan misterioso. “Bueno, hay una que sale de vez en cuando con  las cuentas, otro tiene bigote y el de Sanidad”, acertó a decirme el director de un instituto de Badajoz.

No creo que haya que llegar a estrambotes pasados de tiempo y de rosca, pero desde luego estos ilustres “ladies and gentlemen”, bien parece que pertenecen a la cofradía de la evanescencia. Incluso a Fantomas se le vía más. Además de tener un perfil político inexistente, son pocos, porque, de los cien compromisos electorales, registrados ante notario por el actual consejero de Cultura -¿?-, parece que el reduccionismo del Consejo de Gobierno es uno de las más importantes, sin olvidar la restricción horaria para las grandes superficies de Badajoz, fastidiando a todo el mundo y sin beneficios reales para nadie.
Tal vez sea hora de agradecer los servicios prestados a los invisibles que, aunque no se hayan desgañitado, seguro que han  intentando hacer más vino que etiquetas. Próximo el ecuador de la legislatura, la Junta, más que un parche, necesita cambiar la rueda y que se engrase a fondo el eje sobre el que gira. ¿Junta o gobex? He ahí el dilema, pero se está haciendo mucho para que vuelva el gobex y Monago, si sigue callado, gana muchos enteros.

¿Qué trasciende? Creo que Fernández Vara es un hombre trabajador, pero que se está confundiendo en el mensaje, porque lo vemos más en los enredos del PSOE y en el escenario nacional que en el extremeño. Excesivamente dedicado y sobreexpuesto en el conflicto interno de su partido, no parece percatarse de que a los extremeños les importa más lo que pasa en Extremadura que lo que ocurre en el PSOE. ¿Ignora Vara que todo esto sopla las velas del adversario? ¿Quién está en la tienda? Él sabrá, pero estar en tres sitios a la vez es atributo divino, solo reservado para la Cospedal.



sábado, 7 de enero de 2017

NO SE QUIEREN ENTERAR

   NOTA: Hemos anulado de la lista de suscripciones a todos aquellos que no manifestaron expresamente su deseo de continuar recibiendo este correo semanal (76), pero por alguna dificultad técnica (solo consta el correo electrónico, ignorando el nombre de su titular) es posible que aún queden suscriptores  que no estén interesados. En este caso ruego se me indique. Gracias         

                 La calma del encinar
                 NO SE QUIEREN ENTERAR

                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                        tomasmartintamayo@gmail.com
                                                        Blog Cuentos del Día a Día

En el PSOE no se quieren enterar, prefieren tragar saliva, mirar al infinito, sacar pecho y seguir a su bola. Vamos, como si no hubiera ocurrido nada, porque para ellos los que vemos grietas en el casco del barco somos unos agoreros que no tenemos ni idea de política y, aún menos, de la colosal fortaleza del PSOE. Todavía no se han enterado de que un trozo de hielo a la deriva hundió al Titánic. Siguen enredando, se hacen trampas en el solitario y pierden el tiempo con artificios de gestoras inútiles, que no sirven ni para taponar una botella. (¡De parte del PP que dejéis la gestora para siempre, please!) Pretenden cerrar la herida en falso, ahora con la “democrática” pretensión del candidato único, sin aceptar que lo que tienen es una brecha tan complicada que casi vale menos hacer un barco nuevo. Y deprisa, porque el tiempo juega contra ellos, la mar está picada y los demás siguen navegando. Vamos, chungo, chungo.
 
 Los imperios caen más por la constante y eficaz gota china de los errores que por el furor arrasador de un tsunami, pero los lumbreras del PSOE, los de arriba, siguen creyendo que la caja de parches que tienen es un quirófano en el que pueden afrontar con garantías la intervención más delicada y urgente… ¡Qué leche se van a pegar! Cuando cayó el Imperio Romano, llevaba casi cien años descomponiéndose, previsible su final porque lo único que les quedaba era la inercia del poder que un día tuvieron. Si no cambian el chip a la de ya, en el PSOE todo será más rápido porque aquí hay que pasar la ITV política cada cuatro años. Cómo estarán de perdidos que ahora se empeñan en inflar el botecito de Zapatero, reivindicando al necio sublime que los dejó en un imposible y puso a España en dique seco. (¡De parte del PP que sigáis procesionando a Zapatero, que están dispuestos a pagaros peana y bocadillo!)

Y no se vislumbran alternativas, porque si a Pedro Sánchez no lo quieren los de arriba ni la derecha, a Susana Díaz no la quieren los de abajo ni el electorado de izquierda y los dos están amortizados. Incluso Guillermo Fernández Vara, el otrora hombre cauto y prudente, está tocado del ala por ir de rociero cantor, siempre a la sombra de la señora del sur. Vaya papelón el suyo, porque esta vez, aunque lo ha intentado, ha tirado la piedra pero no ha conseguido esconder la mano. (Plas, plas, plas de parte de Monago y Álvaro Jaén).

Pero la cúspide socialista, cayendo en el onanismo para recoger  aplausos de complacencia, no se quiere enterar de que han quedado enredados en las redes del gran pescador de oportunidades. Sus cataplines los tienen en las manos de un Rajoy que no dudara en girar la muñeca cuando le venga bien, que siempre será cuando al PSOE le venga mal. Si se ponen de alfombra no se comen un colín y si no lo hacen, Rajoy convoca elecciones y se quedan a dos velas. Lo hará porque si la alternativa es Podemos, tenemos Rajoy para rato. Y “tic-tac, tic-tac, tic-tac” el reloj sigue a su paso, llegará la hora de la verdad y entonces, solo entonces, volverán a pelearse para medir quién tuvo más culpa en el desaguisado. ¡La culpa es del viento!, que diría el gran Zapatero.

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