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La calma del encinar
FEMINISMO Y
GANSADAS
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
En una tertulia de TVE, integrada exclusivamente por mujeres
(¿?), parecían tener muy claro el comportamiento machista de la mayoría de los
hombres (¿?). Como evidencia
irrefutable, sacaron una encuesta que proclamaba que alcanza hasta el 87% (¿?).
¡Vaya, vaya, aquí no hay playa! Recuerdo que durante un debate parlamentario
pedí explicaciones sobre unos gastos que me parecían exagerados y la aludida,
directora general de la Mujer, me salió con la petenera de que la interpelaba
porque era mujer y porque yo era un machista. Hasta sus propios compañeros
hicieron gestos que delataban incomodidad, pero con aquella gilipollez de
feminismo cegato, la ilustre señora consumió su turno y dio por respondida mi
pregunta. ¡Qué cómodo! Si la directora general era tonta “etiqueta negra” o
lista “cinco estrellas” es algo que quedó en un interrogante, como los gastos
sobre los que pedía información. Para mí que era una listilla con muy poca
vergüenza. Confieso que ahora, cada vez que me encuentro con una guerrillera
del feminismo ramplón, me pongo en guardia, porque bajo la etiqueta feminista
se esconden muchas frustraciones, incapacidades y caras de granito.
Después de una charla
en un instituto, el claustro me invitó a un aperitivo en la sala de profesores y
uno de ellos, posiblemente para abrir brecha, contó un chiste que me hizo
gracia por su simpleza, al margen de si se refería a hombres o mujeres. Todos
lo celebramos, las profesoras también, claro, pero no faltaron dos “feminatas”
que, con mal talante, tildaron de machista al que lo contó y a todos los que
festejamos su chascarrillo. ¿Hay que pedir permiso para reír? Lo cuento para
que se vea la enjundia, ofensivamente machista, que encerraba: “¿Por qué la
estatua de la libertad es mujer? ¡Porque se necesita una cabeza hueca para
hacer un mirador!” ¿Eso es sinónimo de machismo? ¿Si te ríes de semejante
tontería es porque escondes a un machista en tu corazón? Para aliviar el enfado
de las “feminatas”, el mismo profesor, evidentemente cortado, contó otro: “¿Qué
es una neurona en la cabeza de un hombre? ¡Una ocupa!” Y las dos guerrilleras aplaudieron
entusiasmadas… Como diría José Mota “¡tontas p´a siempre!”.
Estas idioteces, que confunden lo esencial con lo accesorio,
no ayudan nada a la igualdad en lo fundamental y mientras las aguerridas
“feminatas” lleven la antorcha de la reivindicación femenina, la mujer, en
sectores esenciales, seguirá en un segundo plano, resignadas a ver cómo
mostrencos muy inferiores, las superan en salarios y puestos de responsabilidad.
Me van a caer chuzos, da igual, pero en estas feministas de pacotilla, se
esconde un machista sin remedio. Y sin humor.