sábado, 5 de diciembre de 2015

PRIVILEGIOS VERGONZOSOS



                            




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                                     La calma del encinar
                            PRIVILEGIOS VERGONZOSOS


                                               Tomás Martín Tamayo
                                                tomasmartintamayo@gmail.com
                                                Blog Cuentos del Día a Día

Con sordina, dos semanas atrás volvió a perpetrarse en Extremadura el acuerdo entre PSOE y PP para no recortar los privilegios que disfruta Rodríguez Ibarra. Mucha deuda, mucho recorte y mucha austeridad en Extremadura porque estamos prácticamente en banca rota, pero nueve años después de dejar el cargo, el expresidente sigue luciendo palmito en  coche oficial y teniendo a su disposición tres personas que le pagamos entre todos, eso sin entrar en la costosa reforma que se hizo en su domicilio particular… ¡Jo, el tío, qué manera de ordeñar la teta! El denostado bipartidismo consistía y consiste en presentar como antagónicas y enfrentadas las dos orillas del río, PSOE y PP, subrayando las diferencias para ocultar las coincidencias en los intereses comunes. ¿Qué por qué le interesa al PP que Ibarra siga agarrado a la teta de forma tan desvergonzada? ¡Ay, las cosas de Monago! El caso es que codo con codo, prietas las filas, los dos partidos han vuelto a blindar las tonterías de Ibarra para que se siga creyendo algo.

 Ibarra se jubiló con una pensión hecha a su medida porque en su cabeza no cabía irse como un profesor normal y le amañaron una jubilación de oro, pero sigue en el machito del “ex”, además de tener un sillón en el Consejo de Estado. Él no podía alinearse en el pelotón de los jubilados, porque se siente diferente, sobre todo a la hora de cobrar o a la de usar un coche oficial  a su capricho, porque ni del personal, ni del conductor, ni del vehículo tiene que dar cuenta a nadie. Para él no ha cambiado nada desde 2007, fecha en la que se fraguó el estatuto del expresidente, y las circunstancias económicas de España en general y Extremadura en particular parece que no le conciernen porque PSOE y PP se han empeñado en seguir protegiéndolo en un gasto tan grande como chirriante. ¿Cuánto nos cuesta su faraonismo?

Mantener los privilegios catetos de Rodríguez Ibarra es algo tan grotesco que hiere la sensibilidad de los propios socialistas y populares, al margen de la decisión de sus cúpulas. Si han erradicado los privilegios para los demás expresidentes, debería, por vergüenza, renunciar a los suyos, pero Ibarra a la hora de poner el cazo no cede el paso a nadie. Podemos presentó una iniciativa para suprimirlos, pero los dos “enemigos íntimos” pasaron a la misma trinchera para mantenerlos y a la iniciativa la mandaron a la trituradora. ¡Vade retro, Satanás! Ibarra no tendrá que bajarse del coche oficial –acaban de cambiárselo- ni prescindir de los  “servidores” que le pagamos para que “trabajen” en su fundación particular o le asen unas morcillas. ¡Qué manera de alargar el chicle de la mamandurria la de este hombre, al que PSOE y PP blindan en su estrafalaria megalomanía!

Además de separarse del resto de los extremeños y burlarse de los que tienen que hacer cola en los comedores sociales, ¿para qué quiere Ibarra un coche oficial a estas alturas? ¿Para sentirse diferente, para seguir chupando de una teta de la que más que leche brota sangre? Los tiempos han cambiado pero él sigue con sus privilegios caciquiles y mohosos, porque para eso el PP y el PSOE van cogiditos de la mano. ¡Algunos incluso al cementerio irán en el coche oficial!
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