domingo, 31 de mayo de 2015

EN MEMORIA DEL POETA SANTIAGO CASTELO

TOMAS MARTÍN TAMAYO:
LA REALIDAD Y LA DUDA

                                                   Santiago Castelo
 (Del prólogo de “Cuentos al alba”)


Pero, ¿existe, en verdad, Tomás Martín Tamayo?
O es sólo un vago sueño, un nombre sorprendido,
una estela en un surco de la letra. Tan sólo.
A veces,
muchas veces,
 me pregunto en silencio:
Pero ¿Tomás existe?
No es una broma, amigos, os cuento un sortilegio:
Hay un Tomás, muchacho, que a fuerza de sentirse
se hizo hondo, callado y serio y fue a golpe de tierra
donde curtió sus dientes con fuerza indomable
y todas las mañanas se pone una coraza.

Ese es uno, pero además,
hay otro,
y otro,
y mil más y uno Tomás Martín Tamayo…
y el espejo se mueve y muestras irisaciones
tan complejas que, luego, cuando llego a casa,
si miro hacia las cosas de Tomás yo me palpo
por si también me hubiese convertido en un sueño.
¿De dónde es este hombre?

Hay quien dice que estuvo
en un pueblo lejano de esos que no quedan
y que sigue viviendo con retamas y encinas
en el misterio grave que le dio la amargura.
Porque Tomás conoce, como nadie, el triunfo
y ha bebido muy pronto los laureles y el vino.

¿En sus ojos?
En los ojos de Tomás habita una pena solemne
llena de incomprensiones y navajas abiertas.
Por eso va en silencio, cuando va
y cuando viene
masca un trozo de acíbar que le sube del pecho
por tanto como ofrece la vida y quita
y por tanta careta como juega el que la tiene.
¿El qué?
El que la tiene, así, a secas.
El que tiene se sobra.
Tomás Martín Tamayo ha conocido ocasos
y primaveras claras
y en sus sueños, tantos,
ya sabe del exacto caminar de la hierba
y por qué van las sombras por senderos distintos
de los que lleva, alegre, el sol enamorado.
Pero, ¿existe o no existe Tomás Martín Tamayo?
Buscadlo en los ecos, las ramas
de un tiempo que se marcha y que siempre regresa
cada tarde, en silencio y de su mano. Buscadlo en sus distancias y silencios.
O quizá por sus libros.

Sí, buscadlo en lo que escribe, donde se muestra desnudo y sin fisuras.
Tomás Martín Tamayo cuando sangra convoca
a la sangre ¡y que llegue cuanto antes! ¡que ponga
su color a la herida!

Ahora, Tomás, como siempre, sigue escribiendo
como entonces. Ahora, Tomás Martín Tamayo
luce los costurones en el alma y escribe
porque es una terapia que nadie le ha mandado
pero él la sabe cierta y saludable y viva.
Por eso yo lo quiero escribiendo cuentos de madrugada,
cuentos de estrellas, de atardecido, cuentos.
Buscad en el misterio de esos trozos de fábula
la irreal consistencia de todo lo que apena
y esa manera, tan  suya, tan simple, de ir diciendo cosas
como el que va a la mina para buscar la muerte.
¿Por qué se desangra Tomás en cada artículo?

¿Le contará a sus hijos los sueños
de noche, o solamente luchará con su suerte
como un fantasma que le abriese las carnes?
Yo le he visto en la alta noche de Leningrado
-para mí Petersburgo, dorado Petersburgo-
entregado a las suaves  divagaciones de su mundo,
dejando reflejos en los ojos eslavos de muchachas hermosas
donde dejó prendidas páginas imborrables.

Vamos envejeciendo, Tomás, pero,
¿existes, mi entrañable amigo?
Dime dónde está ese muchacho que andaba por el pueblo,
maestro en la ciudad cerrada,
 viajero por el mundo,
amigo fiel y mal enemigo a la hora de las verdades,
que sigue firme en sus lealtades y tiene
una mujer callada como un jacinto chico?

Tomás Martín Tamayo ha vuelto a reencontrarse
-encerrado en sí mismo, como si no existiera-
y sigue escribiendo para desangrarse
por esa herida abierta desde su infancia.

Leedlo, está en lo que escribe.
Dime tú si es que existe
o no existe este hombre.


S. C.

sábado, 30 de mayo de 2015

MONAGO ¿QUIÉN TE DIJO BONITO?

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                             El son de los asombros
                                    MONAGO, ¿QUIÉN TE DIJO BONITO?
                                                                  
                                                                      Tomás Martín Tamayo



Son muchas las cusas que se apuntan para justificar la caída del Imperio romano, pero parece que la más evidente es la rebeldía de los gobernadores de provincias para seguir las consignas que llegaban desde Roma. Estos, amparándose en lo que consideraban “su ejército”, en  vez de cumplir, traducían las órdenes que llegaban según les convenía, dejando su impronta personal en todo lo que hacían.  Como si fueran pequeños emperadores que, ante la debilidad y la corrupción que azotaba a Roma, iban casi por libre. Hoy se les reconocería como “versos sueltos”. Cambiaron los estandartes, los signos, las costumbres e incluso las leyes… En esa deriva hacia los personalismos provincianos, el Imperio perdió cohesión y su propio peso aplastó las columnas que lo sostenían.

Hago esta incursión, sé que un tanto cogida por los pelos, para explicar el extraño caso de PP en Extremadura, con un Monago y un minúsculo cuerpo de ejército, asentados en la rebeldía y renegando de todo lo que pudiera llegar del PP como marca matriz. Por renunciar incluso renegaron del propio nombre, Partido Popular, para sustituirlo por uno de nuevo cuño, Hacemos Extremadura. Y ya puestos, cambiaron el logotipo, el color, la música, el mensaje, los modos y las formas… Un disparate, una deslealtad sin precedentes que el PP nacional consentía poniéndose de perfil para no reconocer una evidencia que podía resultar aún más inconveniente.
 
Así las cosas, ha ocurrido lo que algunos veníamos vaticinando desde hace mucho tiempo y al desgaste de Rajoy se ha unido el desgaste de Monago. Dos por el precio de uno, Extremadura es la única comunidad autónoma donde el PP ha perdido las elecciones. La única que ha devuelto con intereses el capital que el necio de Zapatero puso en sus manos.  La única. En todas las demás perdió mayorías, pero aquí, haciendo gala de una torpeza sublime, han entregado el poder al PSOE, que se ha visto compensado por la buena imagen, apacible y sensata de su candidato, y por las estupideces que se han orquestado desde la consejería de Ocurrencias, que es la que durante cuatro años ha movido los hilos de la triste marioneta, corre caminos en delictivo chándal verde pistacho y ciclista estático, con ínfulas de divo de la pantalla. ¿Quién te dijo bonito, Monago? ¡Anda, rapea y baila el hip hop ahora!

Con Monago presidiendo el ridículo gobex y el partido y  Manzano presidiendo  el ridículo “parlamento” y dirigiendo el PP con su torpe cacumen, han cosechado lo que han estado sembrando, las semillas vanas que el tipo de las ocurrencias ponía en sus manos. Iván Redondo, desde su desconocimiento, se ha querido reír de Extremadura, vendiendo al monigote como si fuera una afeitadora o un frigorífico y Extremadura no se lo ha comprado.  Y como yo no toreo a toro pasado, invito al que tenga curiosidad a que revise en mi blog las advertencias que he vendido haciendo durante los últimos tres años. Advertencias al PP y a la marioneta. También avisé muchas veces a la IU del guitarrista Escobar.

El tipo de las ocurrencias, como ya predije, sacudirá las zapatillas y se irá buscando otro monigote al que poder manejar, pero ¿los dos “emes”, Monago y Manzano, no tienen que mover ficha? Si tuvieran más dignidad que necesidad de seguir aferrados al invento, habrían presentado su dimisión el mismo día de las elecciones, pero, “más cornás da el hambre”, el dúo, después de haberse inventado el engendro de Hacemos Extremadura, el rap y matado a la gaviota en pleno vuelo…ahora echan la culpa al PP nacional “por sus políticas”. ¡Ni la piedra de granito tiene tanta dureza! No pueden ser más zafios ni desleales. ¿Y ahora qué hará el PP de Extremadura? En mi pueblo hay un refrán que se hará verdad una vez más: “Pitos son, ellos sonarán”. La cuchilla de la guillotina ya está subiendo y enseñando sus reflejos…

A partir de ahora, poco tiempo les voy a dedicar a estos dos personajillos, porque no soy amigo de hurgar en las heces y tampoco me gusta recrearme en la visión de los cadáveres, pero les dejo el último punto del artículo que publiqué el pasado 9 de mayo, “Qué cansino eres, Monago”:


“Sé práctico, Monago, no pierdas tu tiempo con más tonterías y aprovecha el ejército de comunicación que todavía tienes y que te preparen media docena de iniciativas para cuando en julio estés en el Senado por la Asamblea de Extremadura. En el “Senao”, según tu acervo lingüístico. Para la ocasión, para cuando vuelvas al “Senao”, te sugiero que no dejes en la estacada al cohetero vasco que te ha llevado a la ruina y te lo lleves contigo. Y cuando te rapee o te cante milongas al oído,  se lo pagues de tu bolsillo. ¡Verás qué bien lo vais a pasar los dos juntos! Que el tipo de las ocurrencias te espere en la puerta del “Senao” y que cuando salgan todos los “senaores”, te toque un campano para que sepas cual es tu coche. Oficial, por supuesto”. Fin de la cita. Punto final.

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jueves, 21 de mayo de 2015

LA TORRE DE BABEL

ESO QUE LLAMAN CULTURA
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                                  El son de los asombros

                                   LA TORRE DE BABEL

                                                        

                                                              Tomás Martín Tamayo

 

Los que quieran el domingo votar a Podemos en las elecciones municipales ¿qué nombre tienen que elegir? ¿Los de Ganemos en la candidatura autonómica son los mismos Ganemos en las municipales? Los escindidos de IU, frente Sosa-Jubete, ¿qué siglas han elegido? ¿Se presentan también a la Asamblea de Extremadura? ¿Qué papeleta tienen que coger los que quieran votar  comunistas? ¿Socialdemócratas, liberales…? ¿Qué tienen que elegir los que quieran derecha, más derecha o derecha extrema? ¿Cuál es la papeleta que tienen que coger los que deseen regionalistas? ¿Cómo se presentan los restos de IU, subsector centro relativista de Pedro Escobar? ¿Quiénes son los de “Hacemos Extremadura? ¿Quién está detrás de “Adelante Extremadura? ¿Y los de Pacma?... Una auténtica Torre de Babel.
 La sopa de letras que han montado unos y otros puede propiciar que a la izquierda vayan muchos despistados de la derecha y que a la derecha arriben desconcertados de la izquierda, incapaces de localizar en medio de semejante patatal a la opción preferida. Y si es difícil saber el “quién es quién” en este soperío, tampoco resulta fácil identificar candidatos con nombres, siglas y colores, porque algunos, sintiéndose más prestigiosos que  la marca de origen, han cambiado el color, la música, el nombre y hasta el ademán, levantando el puño y dejando en el ropero la corbata de seda para coger el polo y las zapatillas de mercadillo. Sugiero que para la próxima ocasión se presenten con el nombre de “Partido Guay”.


 ¿Están tontos o están tontos? Están tontos porque el respetable, debajo del vestido de seda, sigue identificando a la mona. Pero continuemos con un análisis simplista. ¿Qué es lo que pretenden las formaciones de nuevo cuño? Sobre el papel, romper un bipartidismo que con sus divisiones y subdivisiones van a fomentar, porque el carajal de siglas que han montado, con una ley electoral que prima a las mayorías, acabará engrosando el voto de los partidos hegemónicos, PSOE y PP. El 5% establecido para poder acceder al reparto de escaños, puede resultar un escollo insalvable para muchos y esos porcentaje perdidos confluyen finalmente en las grandes formaciones. Puede darse la paradoja de que los antibipartidismos acaben salvando el bipartidismo. Es buen momento para fijarse en el careto de cada cual y pasar facturas por actitudes y comportamientos, sin olvidar que los chulescos y matones, si son respaldados, serán más matones y chulescos.
 Tanto amago de ruptura con “el pasado” va a quedar en el parto de los montes y el cambio será poco perceptible, pasando de tres a cuatro partidos los que logren representación en las autonómicas y municipales. La gran novedad es que, por segunda vez consecutiva, no se vislumbran mayorías absolutas y eso forzará muchos acuerdos. En la Asamblea de Extremadura ya convivieron cinco formaciones y eso no impidió al mayoritario hacer de su capa un sayo. Tres partidos (cuatro con los regionalistas) hemos tenido en esta legislatura que mañana concluye a efectos prácticos y, a pesar de gobernar en minoría, Monago no ha tenido dificultades para comportarse como si gozara de la mayoría absoluta porque,  a la hora de la verdad, a sus 32 diputados se sumaron los  tres de IU, expertos en ponerse de perfil. En el último tramo incluso contó con los dos regionalistas, separados del grupo socialista.
 La suerte está echada y, como suele ocurrir, el domingo iremos a votar sin conocer los programas electorales, porque el electorado sabe que sólo sirven para cubrir el expediente. Que cada cual vote lo que considere oportuno, con el corazón o con las tripas, que en eso consiste la democracia. ¿Un día para votar y cuatro años para lamentarse? Es el momento de evitarlo.
 
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viernes, 15 de mayo de 2015

ESO QUE LLAMAN CULTURA

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                              El son de los asombros

                              ESO QUE LLAMAN CULTURA

 

                                                                         Tomás Martín Tamayo

 

Tardé mucho tiempo, años, en enterarme de que cuando con otros amigos, esperábamos en la biblioteca municipal de Villanueva de la Serena a que pusieran en la mesa los últimos ejemplares de “El guerrero de la antifaz”, “Roberto Alcázar y Pedrín”, “Pantera negra”, “El Jabato” o el TBO, nos estábamos adentrando en el mundo sin retorno de la lectura y de la escritura. Tampoco supe que, cuando mi padre me entregó “Solo”, un relato tremendo de Armando Palacios Valdés, que me hizo llorar, me iba a marcar de por vida y no imaginé que al llevarme a ver el Museo del Prado, aquello era una visita cultural. Él me guiaba cogido de su mano, pero nunca dio importancia a lo que hacíamos ni me habló de “cultura”. Por supuesto, tampoco me dijo al entregarme un tomo encuadernado, con cincuenta ejemplares de “Blanco y Negro”, para que lo ojeara, que allí había información de España, de Europa, del mundo y que podía aprender… Eran cosas que me gustaban, con las que me entretenía, pero a las que no le daba mas importancia que a otras, como correr por las eras, subir a los árboles para ver nidos, jugar a “toro visto”, al fútbol o al “palo y la billarda”.
 Jugar era divertido y leer para mi era un juego porque soltaba mi imaginación, me hacía protagonista de historias fantásticas y, sobre todo, porque me señalaron el libro, pero jamás me obligaron a acercarme a el. Un día mi abuela me entregó un librito, “Dafnis y Cloe”, que conservaba de mi abuelo, escrito por un señor que se llamaba Longo y que despertó mi interés por el erotismo y me hizo pasar por el confesionario por los “malos pensamientos” que me surgieron. Tenía doce años. Qué sorpresa cuando, muchos años después, me enteré de que Longo era un escritor griego del siglo II. Por supuesto para mi aquello tampoco tenía nada que ver con la cultura, porque no podía ser cultura algo tan placentero, que ayudaba a imaginar otros mundos y divertía al mismo tiempo. Nadie me había dicho nada, pero yo asociaba “la cultura” con algo amuermante, tedioso, propio de gente aburrida y vieja, incapaces de sonreír. Después de Palacios Valdés y de Longo, se incorporaron Calderón, Lope de Vega, Tirso de Molina, Zorrilla, Bécquer, Machado, Lorca… ¡Yo no sabía que estaba leyendo a los que después estudié como “clásicos”! ¡Qué bien me lo pasé leyendo la historia de un majarón que se peleaba con molinos, escrita por un señor que se llamaba Cervantes! ¿Eso era cultura? Ni de lejos imagine semejante cosa.
 ¡Sorpresa, cuando me enteré de que, entre toda esa gente rara, que escribían cosas increíbles con las que me divertía, también había extremeños! Chamizo, Espronceda, Antonio Reyes Huertas,  Carolina Coronado, Felipe Trigo… ¿Y por qué yo no? Con catorce años encontré en un cajón del doblado de mi abuela “La serrana de la Vera”, un romance fuerte, cargado de erotismo y sensualidad, que leí muchas veces, casi hasta memorizarlo. Sobre la historia yo hice una versión muy particular, que fue lo primero que escribí, para mi desgracia. Aquello fue tremendo y me ponía directamente en las puertas del infierno, por lo que en confesión se lo conté a don José, el cura de mi pueblo. Me pidió que le llevara las hojas del cuaderno y,  arrellanado cómodamente en su sillón de la sacristía, las fue leyendo despacio, mientras yo esperaba frente a él, en pie y temeroso,  su sentencia en forma de penitencia. Cuando acabó de leer, sacó un mechero y las quemó en un cenicero, sin mirarme, sin decir nada. Después se levantó, vino hacia mí y me dio una bofetada que me hizo perder el equilibrio y caer al suelo: “¡Eres un guarro!”.Esa fue la penitencia y nunca más me dejó ejercer de monaguillo ni repicar las campanas… ¡Qué pronto supe  que la letra con sangre entra y que “escribir es llorar”, aunque todavía no había leído a Larra!
 
 Pero todo aquello me espoleó y desde entonces, bien, mal o regular, no he dejado de leer ni de escribir, aunque sigo resistiéndome a meter una actividad tan placentera y que me sirve de refugio y terapia, en algo tan sonoro como eso que llaman cultura. Con quince años y gracias a Pedro de Lorenzo, amigo de mi padre, vi por primera vez mi nombre en letra impresa, nada menos que en ABC y al lado de Néstor Luján. “El pino torero” fue mi segundo intento, después de la abofeteada versión libre de “La serrana de la Vera”. Cuando el ABC llegó a mi casa y mi padre, señalando mi nombre en el artículo me preguntó: “¿conoces a este?”, yo supe que nada ni nadie me apartaría del goce inenarrable que supone contar cosas. Puedo decir que, como maletilla de la escritura, debuté en la Real Maestranza, que era el ABC. También puedo decir que llevo toda mi vida leyendo, escribiendo, visitando museos, comprando más cuadros de los que puedo colgar, oyendo música, viendo cine y teatro, estudiando costumbres, analizando la historia…pero tal y como yo me lo tomo, como diversión, como mi padre me enseñó, estoy seguro de que nada de esto tiene que ver con eso que llaman cultura, que es cosa de eruditos, académicos, gente fina y sofisticada, que saben muchas frases y recuerdan fechas y nombres. Lo mío es pan de pueblo.
 (De Ámbito Cultural de El Corte Inglés)
 
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sábado, 9 de mayo de 2015

¡QUÉ CANSINO ERES, MONAGO!

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                              El son de los asombros                               
                              ¡QUÉ CANSINO ERES, MONAGO!
                                                                              Tomás Martín Tamayo
            Ya no sorprendes ni causas perplejidad, has contado tantas veces el mismo chiste malo que maldita la gracia de oírtelo una vez más. Comenzaste hace cuatro años con tonterías -decías que hablando en extremeño, mientras ponías acento vallisoletano-, después seguiste con las mismas ocurrencias, pero como eres tan moderno retaste en catalán, haciendo también pinitos con el vasco, el gallego y no recuerdo muy bien si también el canario, que debes manejarlo con soltura. Dejaste el extremeño-vallisoletano y te pasaste al inglés, aunque no sabes más allá del “yes”, pero sin cambiar el repertorio de tonterías. La factoría del consejero de Ocurrencias, anda con encefalograma plano y ya non capaces de parir ninguna gilipollez que no sea autocopia y refrito de gilipolleces anteriores. Un corta y pega de parvulario, vamos.  Los conejos que saca el tipillo de la chistera salen corriendo, las palomas se van volando y hasta el desodorante lo ha abandonado, porque, como a ti te gustaba decir cuando no eras un políglota, “jiede contra el viento”. Todo en ti “jiede contra el viento”, porque eres muy cansino, Monago.
            Nos has hecho pasar los cuatro años más largos del calendario democrático. Algún día tal vez te lo perdonemos, todo menos el aburrimiento, porque la gota malaya a la que nos has sometido ha concluido por agujerear las testas más duras. Y tú tan contento por tener detrás de ti a tu banda de trompetillas, a tu sinfónica de panderetas e interpretando el himno de la alegría con “matasuegras” y pitos de cebada. Con tu tele de juguete, tu corte de correcaminos y tu periódico “chiripitifláutico”, pagando el alfombrado de baba que te han hecho con nuestro dinero, mientras te paseabas en plan Luis XV, creyéndote  “el bienamado”, dedicándote a la caza, a los viajes y a las diversiones de la corte. Y encima, ahora, en el último tramo, cuando falta un suspiro para que te vayas, además de seguir con “las cosas de Monago”, nos impides ver en Interviú unas fotos con las que, tal vez, te podíamos haber entendido un poco. ¿Por qué no has hecho una consulta popular no vinculante, preguntándonos si queríamos o no ver esas fotos de doña Olga Henao? Antes te ibas a verla con nuestro dinero y ahora, con nuestro dinero nos impides que la veamos. Aburrido y mala leche. ¿Cuánto nos ha costado?
         ¿La consulta popular no vinculante para cambiar la ley electoral es la preocupación que detectas en la calle? ¿Esa gente que dices que te paran y te llaman José Antonio, cuando se acercan te preguntan “¿qué, para cuando la consulta popular no vinculante para cambiar la ley electoral? ¿Eso es lo primero que vas a hacer si encuentras en la Asamblea a otro Escobar que se preste al manoseo y a desaparecer dentro de cuatro años? Esta tontería de la consulta debe ser un nuevo reto, superado aquel de “Para el gobierno de los mejores, lo primero el empleo”. Que no, Monago, que aunque te lo digan esos zascandiles, que son tus verdaderos enemigos, los extremeños están aburridos, pero no colocados. Vamos, que puedes insistir en el empeño y seguir con esa cantinela de las consultas populares, pero dile de mi parte a los pánfilos que te asesoran que si aquello del empleo vendió poco, esto de las consultitas en plan cantón suizo, no vende nada. Aunque hemos de agradecerte que hayas dicho consulta popular y no “Check out popular”. Lástima porque te hubiera quedado chupi. ¡Eso se le ha escapado al tío de las ocurrencias!
            Sé práctico hombre, no pierdas tu tiempo con estas tonterías y aprovecha el ejército de comunicación que todavía tienes para que te preparen media docena de iniciativas para cuando en julio estés en el Senado. En el “Senao”, según tu acerbo lingüístico. Para la ocasión, para cuando vuelvas al “Senao”, te sugiero que no dejes en la estacada al cohetero vasco, que te lo lleves contigo y que cuando te rapee o te cante milongas al oído, se lo pagues de tu bolsillo. ¡Verás qué bien lo vais a pasar los dos! Que te espere en la puerta del “Senao” y que cuando salgan todos los “senaores”, te toque un campano para que sepas cual es tu coche. Oficial, por supuesto.
 
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