viernes, 30 de enero de 2015

LO NUEVO ES VIEJO

                                        El son de los asombros
                                        LO NUEVO ES  VIEJO

                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                        tomasmartintamayo@gmail.com
                                                        Blog Cuentos del día a día



A la hora de opinar de política se impone la eterna argucia de hablar de lo nuevo y lo viejo, intentando confrontar el ayer y el mañana como términos contrapuestos. Es lo que se ha hecho siempre, con lo que se evidencia claramente que lo que se presenta como nuevo es más viejo que un suspiro. O sea, que lo nuevo y lo viejo vienen a ser lo mismo, o parecido, pero con un ropaje aparentemente diferente, que también concluye por ser igual. Vamos, diferencias abismales como las que hay entre las corbatas de rayas y las de lunares. Además, se parte de la premisa de que lo nuevo es mejor que lo viejo, que es, claro, donde se residencian todas las corruptelas y podredumbres. ¡Que estrategia tan vieja! ¿Lo nuevo es fresco, puro, inmaculado, original, independiente, libre, incorruptible…? ¡Ay, que me da la risa! Durante la Transición Política todos los partidos, incluso AP/Fraga, se presentaban como novedad, pero ninguno como el PSOE de Felipe González supo capitalizar la frescura de su oferta.
 
El PSOE de ayer se vendía exactamente igual que el Podemos de hoy, con la diferencia de que la cúpula socialista no tenía flecos en su pasado y a los de Podemos se le están viendo costurones antes de empezar a andar.  Parece claro que alguno de ellos pertenecen a la misma casta que denostan. El eslogan “Por el cambio” fue en sí mismo un buen programa electoral porque, al margen de la letra pequeña que nunca se lee, el electorado ansiaba algo diferente y después de dos intentonas fallidas, la descomposición de UCD sirvió el poder en bandeja a los socialistas que, además, presumían de “cien años de honradez”.  Un humorista del momento les respondió con la retranca de que “cien años de honradez, pero ni un minuto más”, aunque en el electorado ya había anidado la frescura que traía el socialismo de aquel joven abogado laboralista sevillano, que incluso en los carteles electorales aparecía mirando un luminoso cielo azul. El bueno de Felipe y el malo de Guerra eran lo nuevo, frente a la supuesta tropa arcaica que se había descolgado del franquismo. El PSOE contra “los de siempre”, es ahora Podemos contra “la casta”. Pablo Iglesias es la sombra de Felipe González y Monedero la de Guerra… Solo falta que acaben  igual, a tortazos entre ellos.

Fíjense en qué ha devenido aquel Felipe de la transición, que hoy se disputa  consejos de administración y sueldazos con Aznar, abotargado, empurado, de yates y jet set internacional, furibundo de la monarquía, representante del bon vivant y con una derechización en la sesera y en el bolsillo como para echarle un pulso a “los de siempre”. ¿Alguna diferencia entre Felipe y Aznar? Algunos se van a cabrear, pero yo creo que la diferencia mayor es que Aznar está un poco más a la izquierda.
 
En Extremadura también hicimos nuestra transición particular y, estudiándola con un poco de generosidad, se ve que “el invento” se hizo con mucha improvisación y a salto de mata, manteniendo algunos tics de la etapa franquista que, cuarenta años después, aún laten en las instituciones, en las clases sociales y en la política. Y no veo que lo que se presenta como nuevo esté en disposición de erradicarlos. Ignacio Sánchez Amor, exvicepresidente de la Junta y actual diputado en el Congreso, acaba de sacar un esmerado ensayo, “Extremadura embrionaria”, en el que hace un estudio detallado de las instituciones y partidos políticos de 1983 a 1987. En el se ve que, más allá del desconcierto y el entusiasmo de aquellos días, lo que se hizo permanece y cómo se hizo también. No es un ensayo para multitudes, pero sí es un libro que cubre un inmenso espacio vacío porque de la transición se habla mucho y se sabe poco.


No creo que esté todo inventado, pero las novedades políticas que se presentan hoy son un reflejo de las novedades de ayer. Y de antes de ayer.  Si, por ejemplo, Ibarra es un dinosaurio político, ¿a qué especie pertenecen los que intentan imitarlo, superándolo en zafiedad e inconsistencia? Yo coincidí en Méjico con las elecciones presidenciales de 1982, que dieron el poder a Miguel de la Madrid, y me asombraba que, siendo el candidato del mismo PRI de siempre, se presentara como lo último de lo último. Y la gente se lo creyó porque el reclamo de lo nuevo tiene mucho tirón. La única novedad en política sería un partido de arcángeles y serafines, bajados del cielo y sin bolsillos en las túnicas. Los bolsillos son la perdición y, por lo que se ve, “los nuevos” también los tienen. Y con mucho fondo.

jueves, 22 de enero de 2015

LA PASIVIDAD DE VARA

 Si desea recibir mis artículos directamente, facilite un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com                             


                                    El son de los asombros
                                    LA PASIVIDAD DE VARA

                                                               Tomás Martín Tamayo
                                                               tomasmartintamayo@gmail.com
                                                               Blog Cuentos del día a día


Hay revuelo en el patio socialista porque ni los de dentro ni los de fuera entendemos el atípico comportamiento de Guillermo Fernández Vara como jefe de la oposición. ¡Qué suerte ha tenido Monago! En IU un Pedro Escobar desclasado, relativista, experto en encogerse de hombros y en decir lo contrario de lo que finalmente hacen. Los dos del Prex-Crex, desgajados del grupo socialista, a la deriva y tan desnortados que quieren ahogar a Monago por la mañana y le lanzan salvavidas y botellas de oxígeno por la tarde. Y un PSOE mansurrón, incapaz de articular una estrategia de oposición definida y dando la sensación de que calla porque no puede hablar. ¡Qué peligro si en el electorado anida esa convicción! Sí, porque tanta bondad no se entiende si no hay una diarrea contenida y mal administrada, que puede explosionar por urgencias en cualquier momento. La insistente ausencia de Fernández Vara en el debate político, empeñado en permanecer al margen de la indignación que en la calle produce el comportamiento tramposo de Monago, y encerrado en un marco de estadista que no le corresponde, da la sensación de que, cuatro años después de perder las elecciones, aún no ha asumido que el electorado lo puso en la oposición.

De ahí el revuelo, todavía soterrado, entre sus compañeros, que no asumen como propia la pasividad que su líder impone en un PSOE como el extremeño, siempre aguerrido y beligerante con sus adversarios políticos. Esta actitud medrosa de Fernández Vara, se entiende más como distanciamiento estratégico que como empeño ético para no enfangar aún más la situación política que vivimos. Los líderes políticos, como los primeros espadas, no pueden escabullirse del enfrentamiento con la dificultad y tienen que estar en el centro del ruedo, dando la cara y exponiéndose a que se la partan. Imaginemos la reacción del respetable si Talavante, ante un morlaco resabiado, cede la muleta a un subalterno. Pues eso es lo que se visualiza en el líder socialista  y de ahí que el adversario se crezca y se vea compensado incluso por su desfatachez. Fernández Vara quiere impulsar una regeneración ética en la función pública y eso es loable, porque es más trabajoso elaborar un catálogo de sesenta medidas y comprometerse con ellas, que montarla parda todos los días, con salidas estridentes pero, “a Dios rogando y con el mazo dando”, existe un término medio, que es ejercer la oposición responsablemente y ofertar propuestas alternativas al mismo tiempo. Él, o quienes le asesoran, apuestan por una oposición sin rozaduras y eso…

Eso de “no embarrarse” está muy bien como recurso dialéctico, pero a la hora de la verdad, desde dentro y desde fuera, la gente quiere ver actitudes firmes y posturas congruentes con el papel real que cada uno tiene. Y aquí lo tenemos todo trastocado porque Monago, que está en el gobierno, hace oposición y Vara, que está en la oposición, no parece capaz de apearse de un papel institucional que no le corresponde. ¿Por qué tanto “buenismo”? ¿Por qué tanta aparente huida? ¿Por qué tanto poner la otra mejilla? En cada ocasión que se le presenta se pone de perfil, como si él estuviera en meditación permanente y fuera un ente seráfico que no mea ni caga. Algo etéreo, intangible, angelical e incapaz de un parpadeo que no esté medido y ponderado por la armonía celestial. Sé que está trabajando, que es un político honrado, que es buena persona, ajeno al rencor y a las malas artes. También sé que, como no se le pueden pedir peras al olmo, a Fernández Vara no le podemos exigir actitudes chulescas, matonas y tabernarias, pero la tibieza y la pasividad extrema que mantiene no le favorecen ni a él ni a su partido. Así se explica lo “sorprendente” del sondeo de la pasada semana de HOY, en el que, pese a sus mentiras, sus fanfarrias estridentes y sus viajes y cruceros,  el verso loco del PP tiene mejor valoración que él y su partido se distancia del PSOE en diez puntos, algo que no me creo… ¡Menos lobos, mayoral!

Es verdad que el gran necio de la ceja lastró a todo el PSOE, pero los restos de aquel naufragio pueden incluso ser añorados por lo que puede quedar después de los tsunamis que se aproximan. Fernández Vara, que salvó los muebles en Extremadura, debería reaccionar, porque de gente como él puede llegar una regeneración política que necesitamos. Y reaccionar es también reconocer lo evidente y asumir el papel que te da el electorado. Lo demás son ensoñaciones.




viernes, 16 de enero de 2015

¿ESPARADRAPO O UN TIRO?

        Si desea recibir mis artículos directamente, facilite un correo electrónico a: tomasmartintamayo@gmail.com         


                   El son de los asombros
              ¿ESPARADRAPO O UN TIRO?
                                                  
                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomasmartintamayo@gmail.com
                                                                       Blog Cuentos del día a día



La manifestación de París por la libertad de expresión,  -Je suis Charlie-, ocupada en sus primeras filas por mandatarios de diferente signo y color, fue en apariencia como un grito unánime a favor de la tolerancia y contra aquellos que no respetan las opiniones adversas, aunque mirando el careto de algunos de los que la encabezaban,  al margen de la cartelería y consignas que se gritaban, también podía ser una manifestación contra la libertad de expresión porque muchos de ellos, por no decir todos, imponen la censura por la fuerza, con guante blanco o previo pago de su importe. Es decir, unos violan con vaselina y los otros por la fuerza bruta, pero a fin de cuentas, violación es aunque, como somos tan puntillosos, pretendamos establecer diferencias y buscar atenuantes a los que con nuestro dinero pagan para que nos callemos o para que nos callen. ¿Un esparadrapo o un tiro? ¿Hay un solo medio, público o privado, que no tenga establecidas limitaciones para poner sordina a los que van contra lo que ellos llaman eufemísticamente “línea editorial”? Menudo camelo.

Que nadie se santigüe de horror, porque yo no establezco comparativa alguna entre los cafres iluminados que resuelven estas cosas con cinturones explosivos, bombas de mano o un Kalashnikov, pero salvando los métodos, más o menos expeditivos, más o menos sangrientos, la pomposamente llamada libertad de expresión tiene mucho de entelequia, porque frente a ella está la censura, más poderosa, organizada, difundida, asumida e incluso aceptada con cierta naturalidad y complacencia. La censura se ha ejercido, se ejerce y se seguirá ejerciendo, con mayor o menor grado, con mayor o menor altura, desde una emisora municipal, un periódico impreso/digital, un canal de televisión e incluso un panfleto. No lo llaman censura, claro, lo llaman supervisión, línea editorial, oportunidad, conveniencia del momento, respeto…. O sea, con vaselina. Por eso, viendo el careto de tanto fantoche manifestándose en París, en plan indignados y para defender “el sacrosanto” principio de la libertad, pues a uno se le revuelve la tripita…¡Vamos, que Pedro J dejó la dirección de El Mundo porque le picó un modelo de su señora o Pepa Bueno y Ana Pastor dejaron TVE porque le dio un aire.
 
 ¿Por qué cada vez que cambia un gobierno el que llega cambia de inmediato la dirección de los medios públicos? No me ceden este espacio para que hable de mis cuitas personales pero, imagínense las presiones que deben volar por ahí arriba, si a mí, escribidor provinciano,  llevan treinta años intentando callarme. Bueno, intentando y consiguiendo, porque a veces he tenido que recoger mis bártulos en una caja, como se ve en algunas películas con los empleados incómodos. De algunos sitios te tienes que ir, pero en otros no te dejan entrar porque, sabiendo cómo eres y cómo opinas, el veto,  que es peor que la censura, lo llevas en tu nombre, que es lo más doloroso. A veces, no se rechaza lo que se escribe sino quién lo escribe. En una ocasión escribí un artículo para un medio y el director tuvo la desvergüenza de decirme que era muy bueno y que coincidía con mi argumentación, aunque no podía salir con mi nombre, pero que, eso sí,  si se lo enviaba con otra firma lo publicaba de inmediato. Como yo quería que saliera, taché mi nombre burdamente y debajo puse el nombre de un fulano que hoy -¡lo que son las cosas!- también anda a la desesperada poniendo precio a mi cabeza… ¿Más? Suelo tener presencia en casi todas las emisoras, menos en las del “régimen” porque en ellas, previo pago de su importe, tienen porteros, como las discotecas, para no dejar pasar a gente que no ha hecho los cursillos de adhesión al verso loco. Y desde luego la televisión extremeña, esa que pagamos todos, está copada por los de la cuerda o asimilados y es tan pequeña que yo no quepo en ella.

Y un último dato, una novela mía, que estuvo con las finalistas de cuatro premios nacionales -entre ellos el “Ciudad de Badajoz”-, fue aceptada en la Editora Regional, pero después de muchas dilaciones y engaños, la tierna florecilla poética que la dirige, me dijo que “con gran pesar” no la podía publicar. ¿Es mala? ¡No, me ha encantado!  Seguro de que si aquí se hace una manifestación por la libertad de expresión, todos estos conmilitones irían en primera fila, sosteniendo la pancarta. ¡Faltaría más!

                                            

¿Y SI HAY UNA GUERRA Y NO VA NADIE?

                            
                             El son de los asombros
                           ¿Y SI HAY UNA GUERRA Y NO VA NADIE?

                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomásmartintamayo@gmail.com
                                                                       Blog Cuentos del día a día
                                                                       


La proclama pacifista “¿Y si hay una guerra y no va nadie?” tiene muchas autorías, incluida la de John Lennon, pero su autor fue Jean Jaurès, maestro, político socialista y militante antibelicista francés, que en 1913 la escribió en L´Humanité, periódico que él mismo había fundado. Sonaban tambores de guerra y Jaurés lanzó la proclama en un editorialEs una frase feliz porque en la interrogante encierra un atisbo de rebeldía, que haría inútiles las políticas que se hacen en nombre del pueblo pero contra el pueblo, que finalmente es el que sufre las consecuencias. A la guerra no van los que la declaran. Jean Jaurés escribía sobre las decisiones que algunos toman, “mientras se fuman un puro y degustan un buen coñac”, sabedores de que ellos están protegidos y al margen de los desastres que propicien. Fue asesinado tres días después de comenzar la Primera Guerra Mundial.

Inicio mi artículo con este recordatorio porque, con motivo del concierto de Woody Allen en Badajoz, hubo un movimiento inicial, -“¿Y si organizan un sarao y no va nadie?”- con la pretensión de movilizar las conciencias contra el gasto de 165.000 euros en la Extremadura del paro, la pobreza y los comedores sociales. El intento se vio abortado de raíz porque, antes de que se dieran los primeros pasos, las entradas para oír al clarinetista de Manhattan se habían agotado. Una vez más, “semos asina” y, como dicen en mi pueblo, “sarna con gusto no pica”. Extremadura lo soporta todo y no parpadea por nada, ni por unos premios Ceres que queman en una noche un millón de euros, ni por un concierto que se lleva en poco más de una hora un dineral que bien nos vendría para aliviar muchas penurias.  Ni el día antes en Mónaco, ni el día después en Barcelona consiguió Woody Allen llenar el aforo, pero parece que en Extremadura el jazz duro de Nueva Orleans corre por nuestras venas y que la New Orleans Jazz Band cuenta en Badajoz con muchos seguidores, ya que, al margen de los 700 afortunados, más de quinientos fanáticos del jazz se quedaron sin la codiciada entrada. Ante esa respuesta abrumadora la protesta recogió velas, aunque el movimiento Marcha por la Dignidad hizo acto de presencia. ¡Sombrero!
 
¿Cuántos de los aficionados al jazz en Extremadura harían cola para oír un concierto de Benjamin Brea, Guillermo Gregorio, John Surman, Tony Cloe, Louis Sclavis…? Son los mejores clarinetistas de jazz del mundo, pero creo que pocos de los apasionados del jazz” serían capaces de unir esos míticos nombres con el clarinete o con el jazz. Es más, creo no excederme al afirmar que muchos de ellos no habían oído jazz en su vida y no serían capaces de identificar un clarinete entre varios instrumentos de viento. La Junta y el Ayuntamiento de Badajoz no contrataron a la New Orleans Jazz Band para que viniera hasta aquí a demostrar su virtuosismo, trajeron a Woddy Allen porque es “guay” y porque en el terreno de las ocurrencias -¡pólvora del rey!- una más no importa. La foto del presidente de la Junta y del alcalde de Badajoz guardándole la espalda lo decía todo. Me atrevo a asegurar que a la mayoría de los 700 afortunados que lograron una entrada les mueve muy poco el jazz. No fueron para oír a la banda, fueron para ver al cineasta y les daba igual que tocara el clarinete o las castañuelas.

 ¿Qué Extremadura no está para estos saraos oportunistas y un tanto esperpénticos? No pretendo criticar a nadie, pero creo que con mucha facilidad acudimos presurosos a la trompetería que llama al circo, porque nos falta conciencia colectiva, esa que Jean Jaurés quería despertar con su proclama “¿Y si hay una guerra y no va nadie?”. Aquí sí vamos y si cae el vecino “¡pobrecito, qué lástima!”. Por cierto, al llegar a Barcelona, a Woody Allen le preguntaron que de dónde venía y no supo decirlo. En la pasta no iba el nombre de Extremadura, lástima.

viernes, 2 de enero de 2015

VEREMOS

Si desea recibir mis artículos directamente, facilite un correo electrónico a                         tomasmartintamayo@gmail.com                       


                                 El son de los asombros
                                 VEREMOS

                                               Tomás Martín Tamayo
                                               tomasmartintamayo@gmail.com
                                               Blog Cuentos del día a día.



Durante el mes de diciembre pasado tres sondeos situaban a Podemos como tercera,  segunda y primera fuerza política en intención de voto. PSOE, PP y Podemos están tan cerca que es lógico que cualquier sesgo en el cocinado de las encuestas incline la balanza  hacia uno de ellos. A un año de las generales, a poco más de cuatro meses de las autonómicas y municipales y con un partido como Podemos, que no ha concurrido a ninguna de las tres elecciones, es lógico el baile en los cajones del podio electoral. Es posible que sea necesario recurrir a la “foto finish”, aunque no parece muy aventurado predecir una caída espectacular en el PP y el sostenimiento a la baja del PSOE. Todos los demás quedan como fuerzas testimoniales, que apenas sobrepasan el 5%, aunque por la dispersión del voto los más perjudicados sean los de estructura nacional, como  UPyD e IU. VOX parece no contar y  Ciudadanos, pese a la simpatía y alta valoración de su líder,  aún está sin catar. Así, si se confirma la tendencia, Podemos es la única novedad electoral y la que rompe el bipartidismo alternante que han mantenido PSOE y PP.

Pero Podemos se reserva para las generales y, en una extraña pirueta circense, quiere participar sin que se le vea excesivamente en las municipales y autonómicas, donde curiosamente tiene una intención de voto creciente, a pesar de carecer aún de estructura política, programa y candidatos. ¿Fe ciega en la novedad o hastío de lo que hay? El problema para Podemos es que puede tener más intención de voto que voto real porque, sin asiento básico en los municipios, apenas recogerán para las autonómicas un voto testimonial. No es fácil conseguir que el elector mayoritario elija dos papeletas diferentes y vote a una opción para su ayuntamiento y a Podemos para las autonómicas. Y el tema se complica aún más si están vendiendo la marca Podemos y después concurren con otro nombre. Eso solo es posible en el País Vasco donde los radicales tienen un voto muy fidelizado y da igual que concurran como Herri Batasuna, Bildu, Sortu...

 En apenas un año serán las elecciones generales, en las que, más de lo mismo, tendrán serias dificultades para lograr el voto real si en las municipales y autonómicas no  tienen en ayuntamientos y parlamentos regionales un asiento efectivo. Me temo que la predicción de Julio Anguita, “Podemos puede ser flor de un día”, no es descaminada, porque el electorado está hastiado de lo que hay, pero a la hora de la verdad y cansado de esperar, puede dejar a Podemos en un “veremos”. Para las municipales y autonómicas apenas tienen tiempo y el poco que tienen lo están perdiendo en discutir sobre el sexo de los ángeles. Y las generales no son las europeas pasadas, en las que concurrieron incontaminados, como fuerza de choque contra la corrupción imperante y cogiéndolos a todos con el paso cambiado.
 
Ahora los cañones de “la casta” apuntan hacia ellos y, después del desconcierto inicial, están ajustando sus coordenadas para un fuego que puede resultar mortífero para la nueva formación. “La casta” reacciona, se está desperezando y el resultado de la metralla ya lo conocen Iñigo Errejón, Tania Sánchez y su pareja, el propio Pablo Iglesias. “Donde las dan las toman”, dijo descaradamente un contertulio, que se caracteriza por defender posiciones de extrema derecha. El año electoral va a ser un órdago permanente y antes de llegar a las generales del próximo diciembre habrán analizado incluso las fotos de la primera comunión de todos los de Podemos. Y si para entonces, cosa lógica, han surgido discrepancias en los grupos municipales y autonómicos, el eco mediático será atronador contra ellos. Espabilan o morirán en el intento. O sin intentarlo.


Oigo campanas de que se están elaborando encuestas en Extremadura y que este mismo mes conoceremos el resultado de las mismas. Puede resultar una avanzadilla muy aproximada de lo que finalmente ocurrirá el 24 de mayo porque la legislatura está prácticamente concluida. Si hacemos lecturas un poco arriesgadas, es evidente el nerviosismo en los actuales responsables de la Junta de Extremadura, aprovechando a la desesperada hasta una salutación navideña para barnizar la dura realidad de una gestión basada durante cuatro años en el ruido de tapaderas al caer. Se percibe más sosiego en Fernández Vara, que parece estar convencido de que no tiene que empujar a Monago porque éste se empuja solo. ¿Sabrá aprovechar Podemos el río revuelto? Veremos.