jueves, 26 de junio de 2014

VA CLAREANDO EN LA CAJA RURAL

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      El son de los asombros
                        VA CLAREANDO EN LA RURAL
                                                Tomás Martín Tamayo
                                                Blog: Cuentos del día a día
                                                tomasmartintamayo@gmail.com


¡Raro, raro, raro, raro! Que una entidad de crédito se olvide durante dieciséis años de una deuda, que al día de hoy puede superar los 80.000 euros, es raro, pero también resulta raro, pero que muy raro, que el deudor se olvide de ella porque, según afirma, nunca se la reclamaron. ¡Qué suerte la de Alejandro Nogales! ¿Alguien puede creerse semejante despropósito? La Caja Rural de Extremadura no es excepción en los desahucios y tiene en su haber incluso sonados escraches por pretender desahuciar a una familia de Don Benito, con hijos, sin trabajo y con los progenitores enfermos, pero, oh milagro, oh misterio, hasta que no han surgido los líos, las reformas y las contrarreformas de sus estatutos para poner límite a los lotes de representación, no han encontrado el papel perdido de la deuda del diputado de IU. Apesta. Apesta que la enarbolen ahora como apesta que la tuvieran olvidada antes. ¿Por qué no airean el nombre de los 34 morosos  que deben más de 24 millones de euros? ¿O no es cierto que entre ellos se encuentran altos excargos de la entidad?

Estos extraños olvidos ayudan a explicar la situación de muchas cajas en general y la de la Caja Rural de Extremadura en particular. Y lo del deudor, el garante y socio de Monago, es para nota. Pide un crédito personal, no sabemos con qué avales, y el paso siguiente es olvidarse de él. ¡Qué pensaría de sí mismo Alejandro Nogales cuando se enteraba de que la misma Caja que “olvidaba” su deuda, estrangulaba hasta la desesperación a familias que no podían pagar unos centenares de euros? Tan olvidado lo tenía que en la declaración obligatoria presentada en la Asamblea no lo hizo constar. ¡Cuánta desmemoria por parte de todos, mientras que los trabajadores de la entidad se desfondan para evitar que “la más nuestra”, pase a ser memoria en un logotipo!
 
 Cuando el Partido Popular llegó a la Junta de Extremadura la integración de la Caja Rural con las dos andaluzas estaba concluida y el proceso parecía tan irreversible que un inspector del Banco de España, enfatizando y con evidente pedantería, repitió tres veces a los que pretendían la revisión del SIP (Sistema de Integración Patrimonial): “En un SIP se entra, pero de un SIP no se sale”. Bueno, para resumir, el inspector pedante estaba confundido, porque finalmente el propio Banco de España dio el visto bueno a la ruptura, permitiendo a la Caja Rural seguir su camino en solitario… ¡La sombra de Montoro es alargada!  Hasta aquí se sabe todo o casi todo, pero como a veces es imposible ocultar incluso los pensamientos, poco a poco van llegando noticias que aclaran el antes, el durante y el después de un conflicto que, lamentablemente, “ni contigo ni sin ti, tienen sus males remedio”. El mismo Consejo Rector que la lió y la deslió, se enroca para, pase lo que pase, seguir liándola. ¡Oh, cuanta generosidad!

Nogales y la vicepresidenta, no se sabe en qué orden de aparición, acordaron desmontar el andamiaje del SIP con la Caja Rural del Sur y para alcanzar sus objetivos llamaron a Román Prieto, gran conocedor de la entidad y con la suficiente tenacidad y temeridad como para afrontar un reto que de entrada parecía abocado al fracaso. Sabemos que finalmente se consiguió, pero ahora quedan muchos cabos sueltos, como es si la intervención de Alejandro Nogales ha estado en todo el proceso ajena a sus intereses personales. Nogales es portavoz de su grupo en la modificación del Decreto Ley de Crédito Cooperativo, lo que parece claramente improcedente. No afirmo ni niego, pero creo que la Caja Rural debe dar muchas explicaciones para justificar, primero el olvido de la deuda y después la reclamación de la misma por vía judicial, cuando parece que hay un conflicto de intereses entre su Consejo Rector/dirección general (que viene a ser lo mismo) y el diputado de IU/ Junta de Extremadura (que lo mismo viene a ser).

Lo único evidente es que la entidad, sus trabajadores y socios, no se merecen estos forcejeos, estas luchas intestinas por el poder y que, además del daño causado, pueden abocar al derrumbe total del edificio. Viéndolo así, algunos, desde dentro, comienzan a cuestionarse el acierto de la salida del SIP con la Caja Rural del Sur. De estas riñas tabernarias, donde las navajas enseñan sus filos, la Caja saldrá herida, pero puede recuperarse. El diputado Nogales no sufrirá merma de vergüenza ni de prestigio porque de donde no hay no se puede sacar.




viernes, 20 de junio de 2014

CHINCHE Y MALAS PULGAS

ABREVIANDO

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                           El son de los asombros
                           CHINCHE Y MALAS PULGAS
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           Blog: Cuentos del día a día
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com


Antonio Fernández, el exconsejero de Economía y Hacienda y yo somos del mismo pueblo, Campillo de Llerena, tenemos casi la misma edad, yo dos años más que él, y compartimos aficiones como el golf, la lectura, el buen vino, el mejor jamón y la vocación política, aunque en su caso se hiciera efectiva muy tarde. Digamos que cuando yo salí entró él. En el golf hemos jugado en la misma partida algo más de diez años, forjándose en tanto caminar juntos una amistad que a mí me parecía sólida, pero que se frustró inesperadamente por una pataleta de escolanía y que, por razones obvias, no voy a traer aquí. Pero vamos, que conozco a Antonio Fernández y sé que es “chinche y malas pulgas”, pero no mucho más que yo. Como conozco su limitado aguante, cuando lo nombraron consejero de Economía y Hacienda, por sugerencia de Miguel Celdrán, yo vaticiné que no duraría un año, pero ha superado los tres, lo que es todo un éxito para alguien que no necesita de la política para vivir, tiene criterio y más pundonor que el Alcalde de Zalamea.

¿Qué ha ocurrido para este precipitado estallido final? Cristina Teniente, la superpoderosa “vicejejeje” se ha cruzado en su camino y la cuerda siempre se rompe por el sitio más débil, que era Antonio Fernández. Monago, que posee más astucia que inteligencia, tiene el poder en un triángulo: el partido para Fernando Manzano, el gobierno de la Junta para Cristina Teniente y la cacharrería y el chunda-chunda a Iván Redondo, reservándose para él lo que realmente le gusta que es la pasarela, figurar y demostrar su poderío e infinita sabiduría y capacidad porque Monago es de los que tienen orgasmos cuando se ven en un espejo. Todo y todos los demás son “lechemigá”, asuntos menores que le aburren sin ocuparlo.  El problema es que el reparto es muy inestable porque Fernando Manzano no anda muy sobrado, es cortito y de una incultura que resbala en cualquier asfalto. La vicejejeje es una “topamí”, una “melopido, meloquedo” tan insaciable que si pudiera sumaría a lo mucho que tiene la capitanía general que el jueves estrenó Felipe VI. E Iván Redondo, pobrecito, está mojama y anda en el dilema de “¿cómo me la maravillaría yo?” después del tortazo de las elecciones europeas.
 
¿El desencadenante? En el asunto de la Caja Rural de Extremadura vieron la oportunidad de lucirse un rato, metiendo un dedo en el ojo de Fernández Vara y pese a que la fusión, más bien entrega, con las cajas andaluzas parecía ultimada, se les ocurrió poner la moviola, encargando el proceso de la reversión a Román Prieto. Todo un acierto porque posiblemente era la única persona que podía liderar la recuperación. Pero detrás de esta operación, enmarcada en teoría en Economía,  estaban Cristina Teniente y Alejandro Nogales, el socio redentor de IU, que con el propio Román Prieto tenían programada la voladura del Consejo Rector de la Caja y el cese del díscolo director general, que desde el principio se negó a entregar su cabeza. Teniente y Nogales tenían sus propios planes para hacerse con el control de la Caja Rural y Antonio Fernández, al comprobar que entraban en su parcela, se propuso recuperarla maniobrando en dirección opuesta. Grave error, la vicepresidenta y Nogales tenían embridado el asunto y el consejero de Economía y Hacienda comenzaba a ser un estorbo al que había que liquidar cuanto antes.

“En horas 24, de las musas al teatro”. Desligaron Economía de Hacienda y, de forma ambigua, como de tapadillo, se la entregaron a Cristina Teniente, haciendo saltar al consejero, que se vió desautorizado y disminuido. Todo absolutamente previsible. La gran triunfadora, una vez más es la vicejejeje, que se queda con Economía, suelta el lastre de Empleo, pone en Hacienda a alguien de su confianza y, ya de paso, eleva a consejera de Política Social a un directora general de su departamento. Pronto, hasta las cigüeñas  crotorarán según convenga a Cristina Teniente. A Antonio Fernández le quedan sus lecturas, sus clases,  el vino, el jamón y, si quiere, sin pataletas infantiles, volvemos a jugarnos unas bolas en el golf… ¡Felicidades, Cristina, eres la más grande!

jueves, 19 de junio de 2014

REPUGNANTE SECTARISMO DE LA ASAMBLEA DE EXTREMADURA



La Universidad de Extremadura incluye, entre sus Cursos de Verano, el dedicado a "ADOLFO SUÁREZ, EXTREMADURA Y EL ESPÍRITU DE LA TRANSICIÓN (1976-1983)". Patrocinado por la Asamblea de Extremadura y codirigido por su Letrado Mayor y Secretario General, un tal Ciriero, dejan fuera del mismo a Tomás Martín Tamayo, imprescindible testigo de primera fila para aportar su mejor conocimiento del personaje y su relación con Extremadura y la transición. El sectarismo tiene estas consecuencias disparatadas y en este caso el que lo ejerce es tan torpe como para quedar con las pústulas de sus miserias al aire. Capaz es de sacar pecho mientras supura.

viernes, 13 de junio de 2014

NO SE QUIEREN ENTERAR

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                                               Tomás Martín Tamayo
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Ayer leí en la redes un mal chiste, pero que daba para pensar. Se trataba de un señor al que su mujer le había puesto los cuernos y, lógico, se quejaba amargamente, pero no por los cuernos, sino porque se le habían infectado y le dolían mucho… ¿Han oído ustedes a Rajoy o Rubalcaba referirse a la abstención en las pasadas elecciones europeas? Para nada. Los líderes del bipartidismo han hecho su particular lectura del resultado, pero no se han detenido en el insignificante detalle de que la abstención ganara por mayoría absoluta y, muy de pasada, despreciándolo, se han referido a  Podemos como antisistemas, oportunistas, perroflautas, gente extrema y utópica que no serán capaces de montar una organización política para competir en las elecciones generales, autonómicas o municipales… ¿Será verdad que no se han enterado de que entre el millón doscientos cincuenta mil votos de Podemos hay voto de izquierda, de centro e incluso de derecha? ¡Ojo, cuidado con los cuernos que se pueden infectar!

No se quieren enterar. Les huele el culo a pólvora, pero no se quieren enterar y se niegan a ver y valorar el hartazgo de un electorado que, como primer aviso, se negó mayoritariamente a pasar por las urnas, renunciando a la responsabilidad democrática del voto. ¡Vaya ceguera sacar como conclusión que el electorado propio se quedó en casa por los ajustes y recortes de uno y otro partido! PSOE y PP se dejaron cinco millones de votos en la gatera de las europeas pero, al mejor estilo Rajoy, se han limitado a mirar al cielo y proclamar que está lloviendo. Si ya es grave que los abstencionistas sean el grupo mayoritario, resulta aún peor que los que todavía disfrutan de este bipartidismo agonizante, caigan en el onanismo electoral y se contenten con la notable diferencia que aún mantienen sobre todos los demás. IU, pese a su avance, se desangra por su izquierda; CIU ve positivo que ERC la supere en Cataluña y el PSC no se estremece ni corrige el rumbo por el descalabro.
 
En Extremadura más de lo mismo, lo que demuestra que las diferencias entre ellos son escasas. El PP por boca de su  enviado providencial, se refugia en la indiferencia del electorado hacia una Europa lejana, pero enfatizando que cuando llegue el momento de la verdad, las autonómicas y municipales, la labor de la Junta tendrá un peso específico y la gente no se quedará en casa… ¡Seguro que sí! Cuando llegue ese momento la gente, que es menos idiota de lo que piensa el tío de las ocurrencias, se acordará de todo el ruido mediático y posiblemente no se queden en casa. Extremadura es la comunidad donde más votos ha perdido el PP y la única donde ha perdido gobernando. Y el PSOE extremeño, que ha ido bastante a remolque ante el aluvión de estupideces que le llegaban por la derecha, ha sido el que más ha crecido de España y el único que ha ganado sin estar gobernando. ¿Alguna conclusión para cambiar la hoja de ruta? Ninguna, Monago sigue enamorado del eco de su voz y confiado de que el consejero de Ocurrencias establecerá los contrapesos con más altavoces y pasacalles. ¡Qué atracón de cuernos se van a pegar algunos!
 
Prex-Crex habrán comprobado, supongo, que fuera del paraguas protector del PSOE se quedan a la intemperie y que las prisas por romper los acuerdos electorales con los socialistas dejarán al regionalismo sin fuelle institucional. Si querían voz propia, doce años tuvieron para afinarla y sin necesidad de escenificar rupturas en momentos de crisis. Como son gente buena y yo no puedo evitar quererlos, espero que saquen conclusiones inteligentes.


Y quedan los socios, los expertos en ponerse de perfil, los maestros en encogerse de hombros, los de IU. El guitarra de acompañamiento y vocalista del trío “Renta Básica, bla, bla, bla”, también brindó por el avance comparativo de votos.  Parece no haberse enterado de que la coalición en Extremadura ha sido la más castigada de España y que, pese al avance corporativo de la marca, se quedó casi a cuatro puntos de la media. ¿Análisis? Como Sabino Fernández Campo dijo el 23-F del general Armada, “ni está ni se le espera”… Unos y otros, todos, creen que el problema está en Podemos, UPyD, Equo, Vox, Ciudadanos… y no se quieren enterar de que el problema está en el electorado. Es decir, en ellos.

jueves, 12 de junio de 2014

sábado, 7 de junio de 2014

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                       CAJA RURALios
                                               Tomás Martín Tamayo
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La Caja Rural de Extremadura parece sentenciada  a la injerencia política que, sin cuidarla ni protegerla, la tiene como un juguete al que poder manipular a su antojo. Así fue, así es y así será si los saludables brotes de rebeldía no erradican definitivamente el mangoneo habitual. No hemos avanzado nada y si antes el manigero era Manuel Amigo, ahora pretende serlo Antonio Fernández, dos caras de la misma y despreciada moneda, empeñados en un “juego de tronos” pueblerino. El último presidentes de largo recorrido que tuvo, Mariano Señorón, el único mérito que tenía acreditado  para ocupar el  cargo era, además de saber mucho de cochinos, ser amigo de Rodríguez Ibarra, algo equivalente a una macro titulación, superior a másteres, doctorados y cátedras, porque Ibarra dotaba a sus protegidos ciencia infusa. La misma que él tiene. Digamos suavemente que tuvo que irse y hasta ahí puedo leer. Y más de lo mismo le ocurrió al siguiente, hasta la llegada de Román Prieto. Desde la Junta mangoneaban la Caja Badajoz, la Caja Extremadura y la Caja Rural, salvándose de la quema la Caja de Almendralejo que, consecuentemente, es la que pervive en solitario y con acreditada solvencia.

Hubo un tiempo en el que estuve muy involucrado en la Caja Rural de Extremadura, pero después de dejarme trabajar libremente durante unos meses, compatibilizando mi trabajo con la publicación de mis artículos, siempre críticos al poder, en la Junta se cansaron y dieron a la directiva de la entidad un ultimátum que me trasmitieron literalmente: “O Tomás se calla o Tomás se va”. Tomás se fue. No necesitaron señalarme la puerta porque yo sabía dónde estaba y, una vez más -como sucedió años antes en Caja Badajoz y por las mismas razones-, recogí un transistor de pilas, que es la única propiedad que me acompaña desde los lejanos días de la mili y salí de allí con menos dinero, pero contento y liberado porque el tufillo ya había pasado por debajo de la puerta de mi despacho.  Mi transistor y yo nos fuimos y allí quedó aquello, en la agonía permanente de una gestión errática y sometida a la ingerencia política que se cocinaba en la consejería de Economía. Yo me fui con la cabeza alta, otros… Poco antes se había ido también Román Prieto,  su secretario general y, sin duda, la persona más ética y capacitada de la Caja Rural. Perdió el pulso frente a la Junta y si yo salí con un transistor, él se fue con una carpeta. Amén.

La Rural ha ido de mal en peor, hasta el punto de que, cuestionada su viabilidad por el Banco de España, entró en una SIP en la que prácticamente se entregaba sin dote, en una operación vergonzante para sus directivos, que demostraron desconocimiento, egotismo, precipitación y ganas de salir por pies pero llevándose el riñón bien cubierto. Alguno con casi dos millones de euros como premio a la entrega y rendición incondicional. ¡Ay, cuantos voluntarios para servir en bandeja de plata la cabeza del Bautista! Es curioso, pero los que ahora se desgañitan por permanecer en el Consejo Rector, son los mismos que ayer votaron fervorosos por su una SIP que regalaba La Rural envuelta en papel de celofán y con un lazo muy vistoso. ¿Qué es lo que pretenden, que quieren salvaguardar con ese numantinismo ridículo que puede estrangular el desarrollo de la entidad?

Y en esa situación vuelven a acordarse de Román Prieto que, con una generosidad que no se estila ni se valora, ha necesitado quince meses para recuperar la Caja y devolverla a sus verdaderos propietarios. Misión cumplida por su parte, porque desde el principio dijo que llegaba para resolver pero no para quedarse, aunque finalmente se haya ido sin lograr la esterilización interior.  La Rural es una entidad privada en la que mandan sus socios, sus empleados, su consejo rector, pero la Junta de Extremadura, responsablemente, debería evitar el enrocamiento de un Consejo Rector a todas luces incapacitado para afrontar los retos del futuro. Román Prieto se ha ido y lo ha hecho a su forma, como un señor. A mi transistor y a mí nos parece muy bien.