sábado, 5 de abril de 2014

EXTREMOBLANDITO

                                   La calma del encinar
                                   EXTREMOBLANDITO
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintmayo@gmail.com


Años atrás, TVE emitía un anuncio para propagar las delicias del plátano canario: “Todos los días un plátano, por lo menos”. Era un spot inteligente porque por el doble sentido que se le podía dar al consejo publicitario, se prestaba al chiste fácil y algunas de las avanzadas del descoque nacional, no perdían oportunidad para exclamar: “He cumplido doblemente y hoy me he comido dos plátanos en vez de uno”. Al respecto, Marujita Díaz se mostraba comedida, mientras hacía girar los ojos como alucinada: “Pues a mi no me gustan los atracones, pero, eso sí, no puedo pasar sin mi plátano diario”. La carcajada estaba servida porque aunque el anuncio decía lo que decía, todos oíamos otra cosa. Y es que la mejor publicidad es la bifronte, la confusa que vende el producto de forma indirecta, dejando que la frase anide en el argot de la calle para que perdure. O sea, que ya llovió, aunque algunos se empeñen en vendernos el hilo negro como lo último en tecnología digital.

 Hace días, la “vicetodo” (je, je, je),  para distraer al personal y que no se fijara en los malos datos que acaban de hacerse públicos, nos alegró el día con una espectacular noticia. Aseguraba la buena señora que la Junta calcula que en Extremadura habrá 73.000 empresas en 2020. ¿Y eso qué es lo que es?, respondería Lola Flores. Es una de las declaraciones más huecas que han salido de la consejería de Ocurrencias, porque carece del más mínimo rigor y se queda en un decir por decir que concluye en la nada. Nada por aquí, nada por allí. ¿Por qué 73.000 y no 104.000? Pero lo más desternillante es el “largo me lo fiáis” del 2020. Bueno, pues semejante patochada tuvo su eco mediático en prensa, radio y televisión, colándose incluso en esos informativos que se repiten más que el ajo. Como Rajoy ya inventó las ruedas de prensa en “plasma”, no me extrañaría que la factoría esté trabajando para sorprendernos con las señales de humo y una manta.
 
“Y si estáis todos aquí, viendo como me muero… ¿Quién está en la tienda?”, preguntaba el viejo judío a su prole. Pues eso. Estamos como estamos y no se vislumbra mejoría ni para el 2020, pero ¿quién está en la tienda? Nuestro “gobex”, saca de nuevo a la “supervicetodo” para que nos diga que la Junta va a patrocinar los conciertos de Extremoduro, para que difundan comida ecológica regional. Doña Cristina, que parece saber de todo, menos de buscarse la vida fuera de la política, dice que “Extremoduro es el mejor  embajador de nuestros agricultores extremeños”. Nuestros y extremeños, dos indicativos por el precio de uno. ¿Estamos para esta fiesta que, según se apunta, puede costarnos hasta 500.000 euros, porque el grupo rockero lleve en sus entradas  el logotipo de “organics Extremadura?

Nada que objetar por mi parte hacia los hasta ahora irredentos  antisistema, que ayer cantaban: “La vida no me sonríe/ me cago en la humanidad/ hace un frío de cojones/va a llegar la Navidad… Noche de paz/ noche de amor/ todos contra todos/ me cagüendios”… No está mal para vender el “organics extremeño”.

Extremoduro puede trasmutarse en “extremoblandito”, comenzar sus conciertos con el “Yo soy rebelde”, continuar con “María Cristina me quiere gobernar” y concluir al ritmo de “Paquito el chocolatero”, con Robe Iniesta luciendo pajarita y zapatos de charol. Y si se tercia, pues “todos los días un plátano, por lo menos”. “París bien vale una misa”. Aunque esté oficiada por Rouco Varela.



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