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La calma del encinar
LA MANO BLANDA
Tomás Martín Tamayo
Estaba en la cafetería del hotel Palace con dos amigos, periodistas de
El Mundo, y vi entrar a un tipo menudo, trajeado, repeinado y visiblemente escoltado
por dos gorilones. Se aproximó a una mesa cercana a la nuestra, donde le
esperaban tres señores que se levantaron como soldados ante un general. Mis
contertulios también se levantaron al verlo y el tipo respondió efusivamente al
saludo. Yo no lo conocía y permanecí sentado, pero me miró, como preguntando “¿este
quien es?” y uno de mis amigos hizo un gesto para que me levantara y nos
presentó. Me dio la mano blanda y fría que, según Cela, es una de las
características más definitorias del hijo de puta. Él se sentó en su mesa y
nosotros en la nuestra, pero antes de retomar la conversación, yo susurré en
voz baja: “Da la mano blanda”. Mis amigos rieron: “Sí, siempre la da blandita”.
Era el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, por aquel entonces una de las
personas más influyentes e importantes de España. Me explicaron que llamaba
directamente al móvil del rey, al presidente del Gobierno, a los directores de
los periódicos… y que un gesto suyo podía hacer subir o bajar la Bolsa.
Semejante poderío me dejaba tan frío como la mano que daba el figura,
porque tenía la ventaja de ignorarlo y de no necesitarlo para nada, pero ahora,
cuando lo veo entrar y salir de los juzgados, con la misma altivez con la que
entró en el Palace, me acuerdo de su mano blanda y fría. También me acuerdo de
la predicción de Cela. El estirado “matahipopótamos”, todo un prenda de
escaparate, durante su comparecencia ante el juez, no ha demostrado ni asomo de
arrepentimiento y sigue evidenciando su falta de escrúpulos, al cargar sobre
sus subordinados el latrocinio de las preferentes. Para él, jubilados que
firmaron con el dedo índice “no son ignorantes financieros”. Implícitamente se
define como un convidado de piedra en Caja Madrid, ajeno a toda culpa,
señalando como responsables directos a los directores de oficina, que ofertaban
la basura a los mejores clientes.
Dicen que es una reacción química, de antígenos que producen un rechazo
inconsciente, incluso entre personas que no se conocen y el tal Blesa, con su
pintilla relamida de señoritingo de porcelana, está en mis antípodas, pero
entre las cosas que ha dicho al juez, en medio de mucha bazofia, dijo también
verdades incuestionables: “La venta de preferentes estaba autorizada por la
Comisión Nacional del Mercado de Valores y por el Banco de España, con el
conocimiento del ministerio de Hacienda”. Muchos de los que depositaron sus
ahorros en esa trampa no leyeron nada y si lo hicieron seguro que no lo entendieron,
pero ¿la CNMV, el Banco de España y el Ministerio de Hacienda tampoco leyeron
nada? ¿Se van a ir de rositas? Entre esa práctica choricera y atracar con
pasamontañas, la mayor distancia estriba en el guante blanco con el que se
ejecuta el robo. O la expropiación, como dice el Solitario.
Ahora, para indignar al personal –ojo que hay mucho listo- están
sacando fotos de Blesa, matando bichos de todo pelaje y poniendo una diana en
su pecho para que no veamos a nadie más, pero lo que hizo estaba bendecido y en
un país serio y con una justicia sin sesgos los tiparracos del hisopo pasarían
también por la Audiencia Nacional para que les viéramos el careto. Da grima
saber que los únicos paganos van a ser los engañados, mientras los finolis
relamidos que los estafaron, después de mucho ir y venir, podrán elegir playa
para tostarse. Ellos siempre al sol que más calienta.
1 comentario:
No se puede decir más claro. Pero, por desgracia, pagarán, como bien dices, los de siempre. ¿Quién dió el visto bueno de la CNMV, del Banco de España y del Ministerio de Hacienda?Pero la desvergüenza del señor de "la mano blanda" (¡qué repulsivo!), el cinismo y la chulería de que hace gala no son culpa de esos organismos, sino de un impresentable como ese tal Blesa, que tampoco pagará por todo el daño que ha hecho.
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