La calma del encinar
QUE NO TE DÉ CALAMBRE
Tomás Martín Tamayo
Ayer escuché en una emisora a un experto en energía, que un calambrazo
bien dado puede costarnos hasta 0´5 céntimos de euro, por lo que recomendaba
que, antes de hacer un empalme o cambiar un enchufe, pulsáramos el diferencial
de desconexión, no sólo para evitarlo sino para ahorrar, porque los calambrazos
no salen gratis y las eléctricas los contabilizan como consumo. ¿Una
electrocución? En EE.UU, con una larga experiencia en ejecuciones sumarias en
la “silla eléctrica”, tienen muy medido su coste y parece que supera los siete
dólares. Aquí podía pasar de diez, así es que menos alegrías con la
electricidad si no queremos calambrazos en el recibo. José Manuel Soria López,
el ministro más triste en este Gobierno de tristes, en el que sólo se salva del
muermazo Arias Cañete, anda en un dilema permanente porque no sabe cómo
contentar a las eléctricas, que mañana pueden acogerlo generosamente en sus
consejos de administración, y no cabrear al consumidor más de la cuenta, así es
que está deshojando la margarita para decidir una subida esta noche o mañana
por la mañana. Hay que entender su dilema, porque sabemos que el presente de un
ministro es más corto y está peor pagado que su futuro y si se porta bien,
mañana lo conectarán en uno de esos sillones donde, según Felipe González, uno
se aburre mucho.
El precio medio de la electricidad en el mercado mayorista subió un 52%
en diciembre, en comparación con el mismo periodo del año anterior. En ese
mismo periodo bajó un 9% en Alemania y subió un 1% en Francia. Antes y después
de la subida, tenemos una de las tarifas energéticas más caras de Europa. Pero
las eléctricas siguen hablando del “déficit tarifario” mostrándonos unos
gráficos en el que el Gobierno se lleva la parte del león, después de que éste
anulara la subida, acusándolas de haber manipulado el precio. Broncas
familiares de ficción, porque entre lo que nos clavan las eléctricas y los
impuestos del Gobierno, lo único claro es que todo lo paga el consumidor y que
las eléctricas se quedaron con una infraestructura pública, pagada por todos
nosotros, para crear un monopolio con precios pactados, inflados y manipulados
contra el consumidor.
El colmo es que, encima,
Iberdrola, una de las principales eléctricas se desmarca con unas destempladas
declaraciones de su presidente, anunciando que no va a invertir en España, para
buscar mayor seguridad jurídica en otros países de nuestro entorno. Y, que se
sepa, los antidisturbios no lo esperaban en la puerta para darle unos cuantos
zurriagazos, a ver si espabila. Que alguien se moleste en averiguar cuantos
políticos siguen sentados en su consejo de administración y cuántos han
renunciado después de semejante desafío “antiespañol”. Puede que sea un
espejismo, pero mientras los políticos encuentren suculentos acomodos en las
eléctricas, a las que ellos mismos “ayudaron” durante su gestión pública, la
oscuridad se verá con claridad. Y la sospecha también.
¿Cómo pueden seguir con el camelo del
“déficit tarifario” si, por poner un solo ejemplo, Endesa obtuvo 2.212 millones
de euros de beneficios netos en 2011? Un servicio básico no puede estar
sometido a los especuladores que, para evitar impedimentos mayores untan con el
mayor descaro, enseñando rutas de navegación a muchos de nuestros responsables
políticos. Así se explica que cuando la oposición en bloque propuso que no se
cortara la luz a las familias pobres durante los días de frió, el PP catalogó
la iniciativa de demagógica… ¡Méritos que están haciendo! Las eléctricas van a
tener que ampliar sus consejos y celebrarlos en el Bernabeu.