sábado, 15 de febrero de 2014

PRIMOS Y PRIMARIAS


La calma del encinar
PRIMOS Y PRIMARIAS
Tomás Martín Tamayo

     Socialistas y aledaños andaban alborozados, convencidos de que con el arma de las primarias iban a decidir en el PSOE, pero Rubalcaba, ejerciendo la democracia my way, se levantó un buen día y, como ya hiciera Aznar con Rajoy o ahora Rajoy con Juan Manuel Moreno para Andalucía, señaló a Elena Valenciano como cabeza de cartel para las elecciones europeas. ¡Tomad primarias, primos!, les ha dicho el eterno Zapalgaba. Eso sí, guardando las formas de la democracia envolvente, sometió su determinación inapelable al juicio del Comité Federal que, oh coincidencia, también vio en la Valenciano su mejor baza electoral. Hasta Jáuregui y López Aguilar le han cantado el como tú no hay ninguna. Esta practica del yo decido, pero que sean otros los que justifiquen mi decisiónya la explotaban los emperadores romanos, que en algunos casos ordenaban la ejecución de unos cuantos senadores y después pedían permiso al Senado. No se conoce un sólo caso en el que los senadores denegaran la ejecución de los ejecutados, aunque supongo que a ellos les daría igual.

     Reconozcámoslo abiertamente, Franco también lo hacía así, pero lo hacía mejor porque no engañaba a nadie ni mareaba al personal. Él nombraba a quien le daba la gana, directamente, sin consultas ni debates. Tocaba una campanilla y le decía a su secretario los nombramientos y ceses que tenían que salir publicados al día siguiente en el BOE, que el tiempo es oro y no hay que perderlo en justificaciones tontas. ¿Que era un dictador? ¡Pues vaya descubrimiento, calvos se van a quedar algunos! Aquello era una dictadura y las dictaduras tienen dictadores que dictan, todos lo sabíamos. ¡Pero si nombraba incluso a los obispos! Días atrás dije esto en una emisora y enseguida llamó el ilustrado de guardia para desmentirme, afirmando que a los obispos los nombraba el Papa entre la terna que le llegaba de España. ¿Y quien nombraba la terna que se remitía al Vaticano desde España? Pues eso, que ni perdía ni nos hacía perder el tiempo. Y como estábamos en dictadura, cuando murió, ni un segundo antes, decidimos entregarnos a la democracia. O séase, a esto que tenemos.

     “Habla, pueblo, habla, libertad, libertad, sin ira libertady todo eso, pero cada día está más claro por qué dijo Franco aquello tan enigmático de lo dejo todo atado y bien atado. ¡Marchando una de risas enlatadas¡ De entrada y para hacer boca nos dejó nombrado a su sucesor en la jefatura del Estado y después parece que repartió generosamente su manual de instrucciones entre los papás de muchos de nuestros próceres, para que se lo hicieran aprender a los alevines, que parece que se repartieron los colores como si fueran cromos: el azul para ti, el rojo para mí…” El problema es que antes teníamos un problema, Franco, y ahora tenemos miles de problemas, porque hay más franquitosque rojos y azules, rosas y gaviotas. Hombre, también es un problema esa manía que tienen de comer cojonudamente y regarlo con buenos vinos, huyendo del tetrabrik de Don Simón.

     Reparemos en la enorme distancia que media entre señalar directamente, como hacía Franco, o señalar dos días después diciendo: el partido ha elegido a patatín-patatán. ¿La mayor diferencia? La pérdida de tiempo y lo costoso que resulta el disimulo. Quita, quita, puestos a dictar Franco lo hacía mejor.

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