sábado, 23 de noviembre de 2013

Y ASÍ TODO EL RATO

                                       La calma del encinar
                                    Y ASÍ TODO EL RATO
                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomasmartintamayo@gmail.com



El mismo chiste, aunque nos lo cuenten de forma diferente, acaba aburriendo y si la segunda o tercera vez todavía nos queda la sonrisa de cortesía, la insistencia se hace cansina e insoportable. Pues con las noticias, las propuestas o las ocurrencias políticas ocurre algo parecido, porque nos pueden vender humo, unas veces blanco, otras negro, amarillo, verde o lila, pero al final es humo y acaba ahumando. Y asqueando. Este principio de Perogrullo, que si hubiera una facultad de comunicación política se exigiría incluso antes de formalizar la matricula de ingreso, parece ignorarlo el aparato de propaganda, la consejería de Ocurrencias, de la Junta de Extremadura, que lleva casi tres años vendiendo globitos de colores. Ahora los rosas, ahora los verdes, hoy tocan amarillos… Son muchos, pero todos procesionan el mismo santo y al final es el mago del “nada por aquí, nada por allá” que se trajo Monago para que le llenara las alforjas de morillas vacías, el que decide, presentando, preferentemente en inglés, la última parida en bandeja de plata. Y así todo el rato.
 

No voy a perder el tiempo entrando en Internet para buscar las páginas que ocupan algunas propuestas inviables, auténticas chorradas desde su concepción, que después de un recorrido generoso de portada en portada, quedan en nada. ¡Qué santa paciencia la de los periodistas! Tonterías, más bien tonteridas, que se dicen para ocupar un espacio, pero que concluyen en un pufff grande, como la ventosidad de una vaca. En la Junta de Extremadura siempre funcionó el redoble de tambor, “romper cristales” para llamar la atención y sorprender al personal. Arte viejo como el hilo negro, que domina cualquier feriante si quiere que a su chiringuito se acerque alguien en medio del vocerío del recinto. “¡Oiga, oiga, oiga!”, gritaba un conocido tombolero en la feria de Badajoz, girando a tope la rueda del volumen. Pues lo mismo, pero sin gracia.

Esta misma semana hemos visto como tres de las morcillas que Monago vendió “urbi et orbi” como fruto de su irredento talante de verso suelto, barón rojo y ocurrente estadista, después de marear a media España con la cantinela, han quedado en nada, porque nada eran y nada se pretendía, salvo enredar y pasar el rato enseñando careto. ¡Joder, si tuviera el tío la cara de Alain Delon! La primera en la frente, modificar la ley electoral para hacer los ajustes de conveniencia con sus socios de IU. Después de explicarlo hasta por el lenguaje de signos, pues resulta que para hacer esos cambios necesita una mayoría que no tiene, o lo que es lo mismo, nasti de plasti. Pero eso ya lo sabían los goebbelianos de tienda cien y para mantener el pulso sacaron otra parida de la factoría: rebajar el número de diputados. ¿Y con permiso de quién? De nadie, así es que soltaron la palomita y antes de que volviera al nido ya estaban vendiendo otra morcilla de aire: reducir el porcentaje para acceder al reparto de escaños… ¿Y? Nada, lo mismo.


En el siguiente paso en este deambular hacia parte alguna,  Monago anuncia las listas abiertas, que resulta que tampoco porque son competencia del Estado. “Bueno, pues ahora voy y limito el mandato de los presidentes”, debió decirse. ¿Ahora sí? Pues tampoco, porque hay que modificar el Estatuto de Autonomía... Y así todo el rato.

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