sábado, 30 de noviembre de 2013

JARRONES CHINOS

Si deseas recibir mis artículos directamente en tu correo electrónico, cumplimenta el apartado que aparece a la derecha, son dos pasos muy sencillos. Nada más colgarlos serán transferidos al correo que indiques. Gracias.


                             La calma del encinar
                             JARRONES CHINOS
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com

En EE.UU los expresidentes pasan a ser ex  con todas las consecuencias y sin ningún complejo. Dejan la presidencia y asumen su condición de “pasado” con toda naturalidad, quedando en una reserva activa a disposición del nuevo presidente. Es frecuente que expresidentes demócratas y republicanos se conviertan en embajadores excepcionales, interviniendo en asuntos exteriores y contando con el apoyo y la confianza del gobierno, al margen de cual sea su signo. Gozan de un estatus especial que les permite vivir dignamente, pero en absoluta exclusividad no pueden recibir prebenda de ningún tipo, participar en actividades empresariales, ni colocarse en empresas que habían crecido a su amparo. Es decir, ejercen de ex puro y duro y no hay para ellos ningún cargo institucional en el que poder sentarse para contar las estrellas. En España hemos cogido el modelo norteamericano, pero para darle la vuelta y hacer exactamente lo contrario. Aquí todo es hacer caja.

Como bien lo definió Felipe González, los expresidentes son jarrones chinos con los que no se cuenta, apenas sirven para ornamentar y estorban en todas partes. No tienen cometido alguno, pero sí una renta vitalicia que les permite el sesteo el resto de sus días, compatible con otra canonjía muy bien remunerada en el Consejo de Estado. Su condición de ex no les impide asesorar a multinacionales o empresas que,  qué casualidad, recibieron un fuerte impulso durante el mandato del ahora “reasignado”. La legislación actual no impide que los expresidentes puedan ocupar cargos diversos en empresas privadas, como es el caso, absolutamente vergonzante, de José María Aznar y Felipe González, y seguir recibiendo el salario público que le pagamos por su condición de expresidentes. ¡Más que jarrones chinos, son huchas insaciables!

Aznar recibe  200.000 euros anuales como asesor externo de la cúpula directiva de Endesa y otros 180.000 euros como consejero de Rupert Murdoch, al margen de los 600.000 euros que le ha pagado Planeta por sus memorias, lo que no es criticable. Felipe González, el líder obrerista por los coj…, 150.000 de Gas Natural y otros 150.000 euros como asesor del magnate Carlos Slim, pero ninguno de los dos ha renunciado a los 90.000 euros que se levantan por haber sido presidentes del Gobierno. ¿Y Zapatero? ZP, pobrecito él, sólo cobra los 90.000 como expresidente y otros 90.000 como vocal permanente del Consejo de Estado, además de importantes cantidades para mantener “su oficina”, coches… No está mal para alguien que, al margen de la política, no ha cotizado ni media hora a la Seguridad Social.

Es verdad que “los jarrones chinos” no contravienen el régimen de incompatibilidades, arbitrado por ellos mismos, pero resulta llamativo que ante una crisis generalizada, los ex se pongan al servicio del gran capital y de empresas, privadas, sí, pero previamente privatizadas. Los fichajes de González y Aznar tienen mucho que ver con las negociaciones y privatizaciones que se llevaron a cabo durante sus mandatos con sectores estratégicos, lo que no deja de ser llamativo. Y ya me dirán si no resulta esperpéntico que ellos no sean incompatibles con ningún tipo de actividad y a un médico que quiere mantener su consulta privada se le restrinja drásticamente su salario oficial.

Y la cosa no acaba con los ex presidentes del Gobierno, porque también están los ministros, subsecretarios, directores generales… Y expresidentes autonómicos, como Ibarra, que con una jubilación de platino sigue manteniendo parte de sus prebendas, aunque presume de ser de los menos favorecidos.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Y ASÍ TODO EL RATO

                                       La calma del encinar
                                    Y ASÍ TODO EL RATO
                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomasmartintamayo@gmail.com



El mismo chiste, aunque nos lo cuenten de forma diferente, acaba aburriendo y si la segunda o tercera vez todavía nos queda la sonrisa de cortesía, la insistencia se hace cansina e insoportable. Pues con las noticias, las propuestas o las ocurrencias políticas ocurre algo parecido, porque nos pueden vender humo, unas veces blanco, otras negro, amarillo, verde o lila, pero al final es humo y acaba ahumando. Y asqueando. Este principio de Perogrullo, que si hubiera una facultad de comunicación política se exigiría incluso antes de formalizar la matricula de ingreso, parece ignorarlo el aparato de propaganda, la consejería de Ocurrencias, de la Junta de Extremadura, que lleva casi tres años vendiendo globitos de colores. Ahora los rosas, ahora los verdes, hoy tocan amarillos… Son muchos, pero todos procesionan el mismo santo y al final es el mago del “nada por aquí, nada por allá” que se trajo Monago para que le llenara las alforjas de morillas vacías, el que decide, presentando, preferentemente en inglés, la última parida en bandeja de plata. Y así todo el rato.
 

No voy a perder el tiempo entrando en Internet para buscar las páginas que ocupan algunas propuestas inviables, auténticas chorradas desde su concepción, que después de un recorrido generoso de portada en portada, quedan en nada. ¡Qué santa paciencia la de los periodistas! Tonterías, más bien tonteridas, que se dicen para ocupar un espacio, pero que concluyen en un pufff grande, como la ventosidad de una vaca. En la Junta de Extremadura siempre funcionó el redoble de tambor, “romper cristales” para llamar la atención y sorprender al personal. Arte viejo como el hilo negro, que domina cualquier feriante si quiere que a su chiringuito se acerque alguien en medio del vocerío del recinto. “¡Oiga, oiga, oiga!”, gritaba un conocido tombolero en la feria de Badajoz, girando a tope la rueda del volumen. Pues lo mismo, pero sin gracia.

Esta misma semana hemos visto como tres de las morcillas que Monago vendió “urbi et orbi” como fruto de su irredento talante de verso suelto, barón rojo y ocurrente estadista, después de marear a media España con la cantinela, han quedado en nada, porque nada eran y nada se pretendía, salvo enredar y pasar el rato enseñando careto. ¡Joder, si tuviera el tío la cara de Alain Delon! La primera en la frente, modificar la ley electoral para hacer los ajustes de conveniencia con sus socios de IU. Después de explicarlo hasta por el lenguaje de signos, pues resulta que para hacer esos cambios necesita una mayoría que no tiene, o lo que es lo mismo, nasti de plasti. Pero eso ya lo sabían los goebbelianos de tienda cien y para mantener el pulso sacaron otra parida de la factoría: rebajar el número de diputados. ¿Y con permiso de quién? De nadie, así es que soltaron la palomita y antes de que volviera al nido ya estaban vendiendo otra morcilla de aire: reducir el porcentaje para acceder al reparto de escaños… ¿Y? Nada, lo mismo.


En el siguiente paso en este deambular hacia parte alguna,  Monago anuncia las listas abiertas, que resulta que tampoco porque son competencia del Estado. “Bueno, pues ahora voy y limito el mandato de los presidentes”, debió decirse. ¿Ahora sí? Pues tampoco, porque hay que modificar el Estatuto de Autonomía... Y así todo el rato.

sábado, 16 de noviembre de 2013

UN CUBO DE PROBLEMAS

                                   La calma del encinar
                            UN CUBO DE PROBLEMAS
                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomasmartintamayo@gmail.com


El emperador Vespasiano tuvo que ordenar el desalojo de 200 villas para poder construir el Coliseo romano, una obra monumental que nunca gozó de la aprobación del pueblo y que, por su fealdad, incomodidad y costo excesivo, tenía detractores en el propio Senado. Cuando se levantó en el centro de París la Torre Eiffel, se abrió en Francia un debate en el que casi todas las opiniones eran contrarias, hasta el punto de que el ayuntamiento parisino retrocedió y el propio Eiffel tuvo que abonar casi la totalidad de su importe… Ya sé que comparar el Coliseo o la Torre Eiffel con el cubo pacense es ridículo, pero aún así, creo que estas cosas hay que mirarlas con cierta lejanía porque los “impactos visuales” necesitan recorrido y los contrastes pueden resultar enriquecedores frente a un conservadurismo anquilosante. En Roma, en la Galería Borghese, casi en la misma sala se exhiben cuadros de Francis Bacon, Picasso y Caravaggio entre estatuas de Bernini, algo que obliga a los desprevenidos a restregarse los ojos porque eso si que es un impacto visual agudo. Bueno, pues está asumida la amalgama y ese es uno de los encantos de la Galería.

Pero sentado lo anterior, respecto al cubo pacense, las cuestiones que se plantean en estos momentos no son sobre su impacto, conveniencia, utilidad o precio de la demolición. La cuestión de fondo es si las instituciones públicas, en este caso Junta y Ayuntamiento, tienen que cumplir las normas que ellas mismas dictan y que nos obligan a todos, y si deben acatar las sentencias judiciales como todo los demás. ¿Debemos aceptar que por su rango haya personas que no pueden ser imputadas e instituciones que quedan al margen de la Ley? Una sentencia sobre otra obliga a la demolición de parte de lo construido, el puñetero cubo, pero los responsables de hacerla ejemplarmente efectiva miran para otro lado y el cubo sigue ahí, como un monumento al cachondeo que señalaba Pedro Pacheco. ¿Estamos todos bajo el imperio de la Ley? Parece una cuestión obvia, pero la interrogante ya enmarca una duda que, en este caso, Ayuntamiento de Badajoz y Consejería de Cultura, están despejando con su descarada inacción, porque con las decisiones de los jueces y con el papel de las sentencias, ellos… ya se sabe.

Este feudalismo enmascarado es una desvergüenza para los que creemos, o queremos creer,  que vivimos al amparo de un Estado de Derecho. Si hay excepciones que confirman la desigualdad ante la Justicia, que se nos diga para que a esto que llamamos democracia le busquemos otros apelativos más ajustados. ¿Pueden el Ayuntamiento y la Junta seguir silbando con lo del cubo, mientras multan a un vecino y lo obligan a retirar unos azulejos que ha colocado en la fachada de su casa? ¿Las normas urbanísticas son para todos o quedan al margen los mismos que las dictan? Esa es la cuestión y todo lo demás, incluidos mandilones y recaderos, son ganas de enredar. El tema es si hay que cumplir o no las sentencias judiciales. Por ahora parece que no.


 No opino sobre el impacto visual del cubo, porque hay otros muchos impactos, incluso andantes, con los que nos encontramos nada más salir a la calle. Eso sin entrar en el impacto de determinadas decisiones y declaraciones. Y el  impacto de tanto cachondeo.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Y DALE CON FRANCO

                                      La calma del encinar
                              Y DALE CON FRANCO
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com


La partitocracia ha estrangulado a la democracia y lleva camino de acabar con los propios partidos que se nutren de ella, cada día más lejanos y oxidados. La descomposición del sistema es tal que ya no funcionan ni los filtros internos y hasta es posible que en su seno, con absoluto desconocimiento, y pese a llevar la firma de la portavoz del grupo socialista, se acepten iniciativas como la de desenterrar a Franco para llevar sus restos fuera del Valle de los Caídos. Una memez sublime que sólo puede salir de una cabeza hueca y desconectada de la realidad. Parece que la genial idea se acuñó en la brillante testa de Odón Elorza, que desde que perdió la alcaldía de San Sebastián anda lloriqueando, como Boabdil el Chico por la pérdida de Granada.

La tontuna fue de inmediato jaleada por la progresía al uso, por esos que, como no tienen nada que aportar, ordeñan el recuerdo de Franco como único recurso para justificar su parasitismo y seguir viviendo del cuento. ¡Es curioso, pero estas garrapatillas siguen chupando en la oreja del perro que dicen odiar! ¿Qué sería de ellos sin Franco? “Contra Franco vivían mejor” y treinta y ocho años después de su muerte siguen empeñados en mantenerlo vivo, porque Franco es su principio, su intermedio y su fin. A los zánganos que vivían a la sombra de Franco debemos sumar los zánganos que viven a la sombra de su memoria o de su tumba. Incluso les están pasando el testigo a sus hijos para que sigan explotándolo, como si fuera una herencia familiar. Así es que el tal Elorza, más bien cogorza, presentó en el Congreso una iniciativa reclamando al Gobierno la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Recordemos.
 
Franco murió en 1975 y Felipe González, con mayoría absoluta, accedió a la presidencia del Gobierno siete años después, pero durante los 14 años que duró su mandato, pese a la cercanía temporal y lo abiertas que estaban las heridas, nunca le dio por hurgar en el panteón del dictador. Pero es que después llegó Zapatero y, aunque era más propenso a estas diarreas, estuvo otros ocho años sin buscarle nuevo cobijo a la lápida. Es decir, que los socialistas han gobernado en España durante casi 22 años y en todo este tiempo el ínclito Olorza no se enteró de que en el Valle de los Caídos, en lugar preeminente, estaba la tumba que ahora quiere levantar. Parece claro que el diputado socialista vasco, además de pocos problemas, está completamente descentrado y que la naturaleza fue con él muy cicatera al repartir el don de la oportunidad. Una vez más ha hecho el ridículo y ahora, lo peor, arrastrando a su partido, porque, cuando en el PSOE se dieron cuenta, la nueva “elorzada” había recorrido un largo camino.

Lo peor de todo esto es que con semejantes patochadas se acrecienta la lejanía entre una calle que lo está pasando mal y unos políticos que parecen estar completamente desconectados de la realidad, asentados en su torre de marfil y a su avío. Y lo peor de lo peor es que estas idioteces soplan las llamas casi apagadas de los nuevos redentores que están al acecho, pero los “cogorzas” no llegan tan lejos, lo de ellos a seguir jugando. Y chupando.








sábado, 2 de noviembre de 2013

UNA DE ESPÍAS


                                            La calma del encinar
                                            UNA DE ESPÍAS
                                                                 Tomás Martín Tamayo
                                                                  tomasmartintamayo@gmail.com

 ¡Ay, la que se va a liar con lo del espionaje de los EE.UU! El Sr. Torres-Dulce, fiscal general del Estado, el mismo que dice y razona que no se puede imputar a la infanta, debido a que no se puede imputar a la infanta, se ha enfadado mucho, está que trina, con lo de las escuchas de Obama y en uno de sus temibles arranques dice que “la Fiscalía investigará el espionaje de Estados Unidos”. ¡Toma ya! Temblando están los yanquis desde que se han enterado de que “está dispuesto a abrir diligencias para restablecer la responsabilidad penal de los servicios secretos norteamericanos”, porque el brío de este hombre ha traspasado fronteras y se sabe que para él lo mismo es Agamenón que su porquero, EE.UU que un percebeiro o la infanta que el tío de las chuches.

 Eso de espiar está feo y que se sepa más feo todavía. Así es que en el ministerio de AA.EE convocaron al embajador norteamericano y antes de que se quitara la gabardina, el sombrero y las gafas oscuras, le preguntaron: “¿Es verdad que habéis interceptado 60.236.752 llamadas telefónicas en España?” El embajador sacó un papelito del bolsillo, se puso las gafas de cerca,  lo miró y dijo: “¿Exactamente 60.236.752 llamadas? Pues no, no es verdad”. “Ufff, qué alivio, menos mal”, dijeron los de AA.EE mientras servían café y pastas al de EE.UU. Inmediatamente le comunicaron la negativa al ministro, que se mostró duro como el pedernal: “¡Ah, bueno, es que eso hubiera supuesto la ruptura de la confianza entre ambos países!” El ministro sacó un móvil encriptado, de esos que van dejando miguitas hasta en los lavabos de la CIA, y marcó el número de Rajoy: “Oye, Mariano, que no, que el embajador dice que ellos no han interceptado 60.236.752 llamadas”. “En estos casos lo mejor es saber preguntar. Pues nada, fin de la cita, aunque… ¿Y si le pidiéramos copia de los papeles perdidos de Bárcenas?”. Concluyó el presidente mientras se reía para adentro.

 ¿Qué cómo se sabe todo esto? Pues porque la KGB, ahora la SVR rusa, tiene pinchados a los servicios secretos israelíes, que habían  interceptado llamadas y mensajes de los franceses, que, previamente, captaron informaciones secretas de los alemanes. Y como los alemanes tenían instalados micrófonos en el cinturón de la gabardina del embajador norteamericano, pues todo el durísimo interrogatorio fue traducido de inmediato a 86 idiomas, entre ellos el catalán y el portuñol, porque la información llegó de retorno a España desde Papúa Nueva Guinea, incluso antes de que el embajador de EE.UU se volviera a vestir de espía…¡Pero si en el Pentágono conocían este artículo antes de que yo lo escribiera!

 
En 1980 un grupo de extremeños, invitados por la embajada rusa, nos desplazamos a Moscú y en la embajada española nos recibió Samaranch. Como consejero de Cultura yo iba al frente de la expedición extremeña y el embajador me sacó a un patio interior para hacerme una advertencia: “Oye, dile a los demás que tengan cuidado con lo que hacen en el hotel, con lo que dicen, con quién entran y con quién salen, porque aquí está todo controlado. Tan controlado que te he sacado al patio para decírtelo”. .. Mortadelo no descansa.