sábado, 7 de septiembre de 2013

SI ME NECESITAS, SILBA

                            La calma del encinar
                            SI ME NECESITAS, SILBA
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com

He visionado muchas veces la película “Casablanca”, en incluso he escrito, he participado en coloquios y hasta he dado algunas charlas sobre ella, destacando siempre sus garrafales fallos de producción y montaje y sus enormes aciertos literarios, dejándonos fragmentos aislados de diálogos que perduran en la memoria colectiva, incluso de los que no la han visto.  Así, la frase más recordada de Bogart en “Casablanca” es curiosamente una que jamás pronunció: “tócala otra vez, Sam”. A Bogart le aburría que en cada una de sus presentaciones se recurriera a semejante invento y en alguna ocasión, visiblemente alterado, lo desmintió inútilmente, porque el “tócala otra vez, Sam” se había acuñado en la fraseología popular y era imposible borrarlo. “¡Tócala otra vez, Sam, tócala otra vez, Sam!” dicen que repetía asqueado cada vez que se emborrachaba. Lo más cercano lo dijo Ingrid Bergman y fue “tócala una vez, Sam, por los viejos tiempos.

Pero es que de Lauren Bacall, con la que estuvo casado, también ha trascendido un “si me necesitas silba”, que tampoco dijo nunca en “Tener o no tener”. El error estaba tan asentado que cuando se casaron, Humphrey Bogart le regalón un silbato de oro, que la Bacall lucía como colgante, aceptándolo como irremediable.  Bacall, que a sus 89 años sigue participando en algunas películas, confiesa que no pasa un solo día sin que alguien le silbe, rememorando una frase que ella nunca pronunció en la película. Como Bogart con el “tócala otra vez, Sam” ella soporta con estoicismo el “si me necesitas, silba” y recuerda que en una ocasión, al entrar en un restaurante de Roma, todos los comensales se pusieron en pie, aplaudiendo y silbando. Una marca de refrescos llegó a ofrecerle tres millones de dólares si decía en un anuncio la puñetera frase que lleva 70 años persiguiéndola.

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