sábado, 27 de julio de 2013

FUEGOS DE ARTIFICIO

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                            La calma del encinar
                            FUEGOS DE ARTIFICIO
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com


En  julio de l987, se produjo un amotinamiento en la prisión de Badajoz durante el que murió un recluso, alumno mío, Antonio Ruiz Santaella. Hubo también cuatro heridos entre funcionarios y policías. Después de muchas horas de conversaciones inútiles, durante las que me entrevisté con mi alumno en tres ocasiones, los amotinados, que disponían de una pistola y munición, comenzaron con los fuegos de artificio y para que pudiéramos comprobar su determinación de “morir matando”, fingieron ejecutar ante una ventana a dos reclusos. Nos quedamos atónitos porque nadie esperaba una reacción tan extrema. La representación la vimos desde otra ventana el delegado del Gobierno, el coronel de la Guardia Civil, el juez de vigilancia penitenciaria, el presidente de la Junta, el presidente de la Audiencia…

Los fuegos de artificio de los amotinados no consiguieron el autobús que pedían a cambio de parar las “ejecuciones”, pero dispararon un dispositivo extremo como fue solicitar la presencia urgente de la Unidad Especial de la Guardia Civil, que en apenas dos horas llegó en helicóptero desde Guadalajara. Y contra el fuego de artificio de los reclusos, más fuego de artificio de la Unidad Especial, que asaltó la prisión con ráfagas de metralleta mientras gritaban “¡remátalo, remátalo!”. Los que presenciábamos el “espectáculo” desde fuera estábamos convencidos de que las bajas iban a ser cuantiosas, pero salvo la extrañísima muerte de Antonio Ruiz Santaella, que algún día contaré si ya veremos..., no hubo ningún herido por arma de fuego. O sea, que los 20 miembros de la Unidad Especial se hicieron con el control de la prisión, con casi mil reclusos, en apenas media hora, usando la misma estratagema, el fuego de artificio y sin víctimas reales.
 
Ahora, ante el fuego de artificio cruzado entre Bárcenas y la cúpula del PP, parece que estoy en la reposición de aquella película que vi hace 26 años. Allí hubo una víctima real y aquí puede haber otra con algo de apariencia, pero al final, después de tanto “pum-pum-pum”,  concluirá el episodio con un “O killed”, un ok que parece tan cantado como acordado, porque al final los bomberos no se pisan la manguera y del mal el menos. Las filtraciones de Bárcenas son parecidas a las ejecuciones de los amotinados en la prisión de Badajoz y las respuestas corales de los dirigentes, pasados y presentes del PP, van muy cargadas de ráfagas de metralleta, pero las vainas están vacías y apenas quemarán unos kilos de pólvora para diversión del respetable. Fuego de artificio de Bárcenas, del PP y del PSOE, porque la amenaza de la moción de censura de Rubalcaba lleva menos metralla que un roscón de reyes.


¿Tiene mucha importancia lo que pueda decir Rajoy sobre la acusación de haber cobrado en negro un pastizal? Si es mentira dirá que no y dirá que no si es verdad. Bárcenas cumplirá relativamente una condena relativa y esperará su día para poder disfrutar de lo que haya puesto a salvo, que no será poco y que poco interesa  porque aquí nadie se queda a la intemperie, y después de un poquito de sombra todos tienen una parcela en el gran sol para compensar. Y como en el motín de la prisión, colorín colorado. En septiembre más.

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