La calma del encinar
FUEGOS
DE ARTIFICIO
Tomás Martín Tamayo
En julio de l987, se produjo un
amotinamiento en la prisión de Badajoz durante el que murió un recluso, alumno
mío, Antonio Ruiz Santaella. Hubo también cuatro heridos entre funcionarios y policías.
Después de muchas horas de conversaciones inútiles, durante las que me
entrevisté con mi alumno en tres ocasiones, los amotinados, que disponían de
una pistola y munición, comenzaron con los fuegos de artificio y para que
pudiéramos comprobar su determinación de “morir matando”, fingieron ejecutar
ante una ventana a dos reclusos. Nos quedamos atónitos porque nadie esperaba
una reacción tan extrema. La representación la vimos desde otra ventana el
delegado del Gobierno, el coronel de la Guardia Civil, el juez de vigilancia
penitenciaria, el presidente de la Junta, el presidente de la Audiencia…
Los fuegos de artificio de los amotinados no consiguieron el autobús
que pedían a cambio de parar las “ejecuciones”, pero dispararon un dispositivo
extremo como fue solicitar la presencia urgente de la Unidad Especial de la
Guardia Civil, que en apenas dos horas llegó en helicóptero desde Guadalajara.
Y contra el fuego de artificio de los reclusos, más fuego de artificio de la
Unidad Especial, que asaltó la prisión con ráfagas de metralleta mientras
gritaban “¡remátalo, remátalo!”. Los que presenciábamos el “espectáculo” desde
fuera estábamos convencidos de que las bajas iban a ser cuantiosas, pero salvo
la extrañísima muerte de Antonio Ruiz Santaella, que algún día contaré si ya
veremos..., no hubo ningún herido por arma de fuego. O sea, que los 20 miembros
de la Unidad Especial se hicieron con el control de la prisión, con casi mil
reclusos, en apenas media hora, usando la misma estratagema, el fuego de
artificio y sin víctimas reales.
Ahora, ante el fuego de artificio cruzado entre Bárcenas y la cúpula
del PP, parece que estoy en la reposición de aquella película que vi hace 26
años. Allí hubo una víctima real y aquí puede haber otra con algo de apariencia,
pero al final, después de tanto “pum-pum-pum”,
concluirá el episodio con un “O killed”, un ok que parece tan cantado
como acordado, porque al final los bomberos no se pisan la manguera y del mal
el menos. Las filtraciones de Bárcenas son parecidas a las ejecuciones de los
amotinados en la prisión de Badajoz y las respuestas corales de los dirigentes,
pasados y presentes del PP, van muy cargadas de ráfagas de metralleta, pero las
vainas están vacías y apenas quemarán unos kilos de pólvora para diversión del
respetable. Fuego de artificio de Bárcenas, del PP y del PSOE, porque la
amenaza de la moción de censura de Rubalcaba lleva menos metralla que un roscón
de reyes.
¿Tiene mucha importancia lo que pueda decir Rajoy sobre la acusación de
haber cobrado en negro un pastizal? Si es mentira dirá que no y dirá que no si
es verdad. Bárcenas cumplirá relativamente una condena relativa y esperará su
día para poder disfrutar de lo que haya puesto a salvo, que no será poco y que
poco interesa porque aquí nadie se queda
a la intemperie, y después de un poquito de sombra todos tienen una parcela en
el gran sol para compensar. Y como en el motín de la prisión, colorín colorado.
En septiembre más.
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