sábado, 13 de abril de 2013

HABÍA UNA VEZ UN CIRCO


La calma del encinar
                            HABIA UNA VEZ UN CIRCO…
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmaetintamayo@gmail.com

Gregorio Marañón en “Crónica y gesto de la libertad” apunta que los sumisos y serviles hacia los de arriba suelen pasar factura a los de abajo con actitudes torpes, improvisadas y crueles, porque necesitan autoafirmarse devolviendo los golpes recibidos. Así justifica los erráticos comportamientos de Tiberio, siempre sumiso y servil hacia Augusto, y de Calígula, igualmente sumiso y servil hacia Tiberio. En esta misma dirección, José Manuel Roldán, catedrático de Historia Antigua de la Complutense en “El autócrata inmaduro” abunda en que la perturbación mental de Calígula, sus caprichos y crueldades, tenían sus raíces en el sometimiento y la disimulación que había mantenido siempre, para poder sobrevivir y llegar a su objetivo. Tuvo que arrastrarse y necesitaba arrastrados.
 
No estamos hablando de tiberios ni calígulas, afortunadamente, y tampoco pretendo establecer comparativas, pero los sarpullidos torpes e incontrolados de autoritarismo de algunos personajes que rigen nuestras instituciones democráticas, como la Asamblea de Extremadura, hay que buscarlos en el sometimiento y la claudicación que han mantenido a lo largo de su vida política, hasta llegar a ocupar un cargo en el que pueden desarrollar una impronta de autoafirmación para hacerse de un lugar al sol. Impedir que el ex presidente de la CEXMA acuda como invitado a una comisión de la misma, con la estrategia artera y pueril de ocupar con diputados de relevo todos los asientos de la misma, como impedir que un ex diputado de la institución llegue hasta las dependencias de su grupo, no son más que pruebas de un desnorte institucional, propias de alguien que propende a someter porque ha estado o se ha sentido sometido. Prefiero no opinar de la condición de comparsas de los diputados populares que se prestaron a semejante papelón, con el juego de las “sillas calientes”. Hasta es posible que ese día retornaran a sus pueblos considerando que habían justificado el sueldo que les pagamos.

Pero lamentablemente no es el improvisado presidente de la Asamblea el único que parece necesitar autoafirmarse con espectáculos circenses, porque la representación que se visualizó en la puerta del parlamento, PSOE e IU sacando sillas para dialogar con los activistas de la Renta Básica, abunda igualmente en una carencia de respeto a la institución y a lo alejados que están todos, unos y otros, de las verdaderas preocupaciones de esa calle que ocuparon como comadres al atardecer para tomar el fresco. Chungo y patético lo de una IU, que sostiene a la Junta con justificaciones y complacencias, escenificando, una vez más, una contestación externa que a la hora de la verdad es apoyo y colaboración efectiva. Incluso se puede decir que IU, con la ayuda del PP, impidió la entrada de IU (contestación interna) en la Asamblea.

¿Qué fue lo que se debatió dentro de la Asamblea? Fuere lo que fuere, poco importante debió ser cuando lo que trasciende es el espectáculo, el vocerío y los gestos sobrecargados hacia una postura torpe, excesiva e intransigente del presidente de la Asamblea, poniéndose a su misma altura. Lo que ya es ansia. Que en el PSOE analicen los réditos electorales que puede reportarles esa fotografía junto a una IU que parece asentada definitivamente en la esquizofrenia y la contradicción, pretendiendo que se visualice como “gauche divine” lo que es “droite dissimulée”. Había una vez un circo…

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