sábado, 12 de enero de 2013

COSA NOSTRA HISPANA


La calma del encinar
COSA NOSTRA HISPANA
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com

El no a los productos catalanes, sean cavas, yogures o útiles de limpieza, se asemeja al ahora en circulación no a MoviStar,  para castigar a la Compañía Teléfónica por practicar en su seno las leyes de reciprocidad de la “cosa nostra” siciliana.  No me gustan las campañas generalistas que se mueven por impulsos de revancha política, porque finalmente los paganos suelen ser gente que está al margen y que se ven arrastradas por decisiones que no son suyas. Con Telefónica, ahora MoviStar, el personal tiene un cabreo especial, porque todavía no hemos asumido que la otrora multinacional  CTNE, dejó de pertenecernos y pasó a ser una empresa privada. Tal vez los dardos deberíamos dirigirlos hacia los que hicieron el trueque para entregar una de las empresas más lucrativas del sector público a un grupo de amigos que, a la hora de la verdad , “cosa nostra hispana”, devuelven los favores recibidos. Por esas alturas los lazos de sangre son menos importante que los “clanes familiares” establecidos bajo la conjugación del “yo te protejo, tu me proteges”.

Pasó casi de puntillas el nombramiento de Eduardo Zaplana, ex ministro de Trabajo   con Aznar, que acabó peleado incluso con su mala sombra, neófito total en el mundo de las telecomunicaciones, al que no se sabe para qué se le asignó en MovieStar un sueldo estratosférico, al mismo tiempo que la compañía hacía publico su propósito de despedir a 6.000 trabajadores, cientos de ellos titulados superiores del ramo. ¿Además de cobrar, qué hace allí el gran encorbatado? Eso sigue siendo un misterio muchos años después. Pero tal vez haga lo mismo que  Javier de Paz, otro que tal, pero recogido de las filas socialistas, amigo íntimo de Zapatero, por aquello de la ley de la compensación ideológica. MovieStar lleva camino, si no lo es ya, de ser parada y fonda para “ricos sin frontera”. Por eso no extrañó el costosísimo fichaje de Iñaki Urdangarin, exiliado voluntariamente a Washington, para alejarse de las malas tentaciones que lo perseguían en España. Le renovaron el contrato incluso contraviniendo las normas de la compañía, después de haber sido encausado por sus escándalos financieros.

Pero a Telefónica, MovieStar o a la compañía de Cesar Alierta le va la marcha y está demostrando una predilección especial por personajes controvertidos y de trayectoria inequívocamente negativa. Ahora el todopoderoso César Alierta, amigo intimo de Aznar, recoge en su casa a Rodrigo Rato como asesor para Latinoamérica y Europa, aclarando que lo hace “por su experiencia y trayectoria”, aunque no dicen si en el FMI o en Bankia. Y ya entramos en el toma y daca, porque resulta que Rato, siendo ministro de Hacienda, nombró a César Alierta presidente de Telefónica, poniendo la compañía y la posterior privatización en sus manos. Cuando miles de clientes de Bankia se sienten atracados, cuando aún duelen las cantidades astronómicas que entre todos tuvimos que poner para tapar el agujero negro de su gestión, cuando un juez acaba de imputarlo, MovieStar se pone una pinza en la nariz y se inventa otro puesto de platino para el amigo Rato. Cierta clase política sigue a su bola, enclaustrada en su torre de marfil y pensando que pueden seguir carcajeándose eternamente del personal. Pablo Guerrero debería cantarles al oído aquello de que “hay señales que alumbran/ que la siesta se acaba”. ¿Los cogerá dormidos?




1 comentario:

Pia dijo...

Completamente de acuerdo contigo. La pregunta, es si además de denunciar estas situaciones, podemos hacer algo más que castigue este tipo de actuaciones perjudicandoles en lo único que entienden estos personajes de novelas de bajos fondos, el dinero.