sábado, 1 de diciembre de 2012

LA PAGA EXTRA



Lo políticamente correcto es subirse al carro y aplaudir que a los funcionarios de la Junta se les abone, por cualquier procedimiento, por torticero que sea, la paga extra en enero, febrero o  en diciembre. Ni políticos ni medios de comunicación se posicionan negativamente ante semejante medida, porque eso supone ponerse frente a un pelotón de 50.000 dedos que, por su efecto multiplicador, puede aumentar hasta los 200.000 cabreados. Así es que todo el mundo tocando la pandereta detrás de la última improvisación del departamento de Ocurrencias de la Junta, aunque eso abra más costurones de los que cierra. Nadie, y desde luego yo tampoco, quiere que los funcionarios sigan siendo los primeros paganos de una situación que no han generado y que la sufren como todos los demás, aunque tengan, todavía, estabilidad laboral; pero en política, como ante el tablero de ajedrez, hay que pensar mucho los movimientos porque la pérdida de un peón puede dejar desguarnecida a la reina. Monago de esto ni sabe ni sabrá, porque lo suyo será siempre la impronta ocurrente y nunca el análisis sosegado.

¿Midieron en la Junta las consecuencias de su última, acelerada e improvisada ocurrencia? Evidentemente no. Parece bastante claro que cuando se anunció adelantar la paga de junio a  50.000 funcionarios, se olvidó que en Extremadura tenemos otros 50.000 que no pertenecen a la administración autonómica, poniendo a los pies de los caballos a los municipios, diputaciones, mancomunidades, administración del Estado… que ahora se encuentran con la exigencia lógica de sus propios funcionarios por aquello de que “o jugamos todos o rompemos la baraja”. Hay municipios que podían estirar su economía incluso para abonar la extra en Navidad, pero eso sería ir contra una norma básica y por tanto de obligado cumplimiento… ¡para todos! Podían buscar un atroche para burlar la Ley, que es lo que en definitiva quieren hacer en la Junta, pero eso sería adentrarse por un camino de inestabilidad, a todas luces ilegal, de consecuencias imprevisibles. Si lo hacen, que algunos lo harán, se aumentará el agravio, porque incluso dentro de la propia Federación de Municipios, unos funcionarios cobrarán y otros no. De momento ya salió el gallo Quirico de la Asamblea de Extremadura, para adelantar que allí se pagará la extra. Sodoma y Gomorra, vamos.

Un cachondeo más que pone en tela de juicio al propio sistema,  porque parece evidente que sin respeto a las normas básicas, sin armonía general y sin solidaridad interterriorial, no vamos a parte alguna, y Extremadura no puede pedir lo que en la primera ocasión no da. Pero es que, además, en el caso particular de Extremadura, las cañas se nos tornarán lanzas, porque somos la comunidad más pobre de España, una de las que más paro arrastra, tenemos endeudados incluso a nuestros nietos, arrastramos déficit en Educación, en Sanidad, en Infraestructuras… y no parece sensato que porque nos hayan tocados los cupones no peguemos un chute de populismo barato y demagogia que nos saldrá muy cara. Y todo esto sin olvidar que se está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, es decir, improvisación, precipitación y, una vez más, ganas de dar un repique de campanas, cuando no tenemos campanas. Ni campanario.

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