sábado, 31 de marzo de 2012

ALEJADOS DE LA REALIDAD


Desde sus primero pasos, la mitificada Constitución de 1812 tuvo una crítica incontestable: estaba alejada de la realidad de la calle. El propio Muñoz Torrero, en una de sus intervenciones reconoce que en su aprobación faltó la representación de sectores importantes que debieron ser consultados. El recuento de los diputados constituyentes es elocuente: noventa y siete eclesiásticos, ocho aristócratas, treinta y siete militares, dieciséis catedráticos, sesenta abogados, cincuenta y cinco funcionarios, quince latifundistas, nueve marinos, cinco comerciantes, cuatro escritores, dos médicos y un arquitecto. Ni economistas, ni pequeños propietarios,  jornaleros, arrendatarios, munícipes y artesanos… con lo que el texto se inclinaba más hacía la política que hacia la economía real.  

 Canónigos, militares, abogados, aristócratas y funcionarios sumaban 257 de los 308 constituyentes,  una mayoría absoluta que se dejó ver en el articulado del texto. A pesar del sesgo, aquellas fueron unas cortes más representativas de la realidad de la calle que las actuales, o que las de cualquier parlamento regional. Ahora no hay gremios, personalidades ni tendencias. La decisión de Rajoy es seguida por ciento ochenta y seis diputados y la de Rubalcaba por ciento diez. Es lo mismo que decir que de los trescientos cincuenta diputados del Congreso, la decisión de dos de ellos suma doscientos noventa y seis. Si se estableciera el voto ponderado en las sesiones plenarias, bastaba con la presencia de tres o cuatro diputados para poder hacer un recuento real de los que la Constitución de 1812 reconocía como “representación de la soberanía popular”.

Si nos centramos en el parlamento extremeño, más de lo mismo porque aquí con la presencia de tres diputados podíamos ahorrarnos el trasiego de los otros sesenta y dos. Si se analiza la tendencia de voto en la Asamblea de Extremadura, se comprobará que a lo largo de sus treinta años de existencia, con miles de votaciones, apenas ha habido media docena de “versos sueltos” y que la uniformidad entre los diputados de cada formación ha sido total. Los diputados votan lo que se les dice y la tendencia del grupo la marca el líder, que como tiene el “cuaderno azul” es obedecido militarmente. Los diputados votan según los dedos que levanta el portavoz o el secretario del grupo, porque en la mayoría de las ocasiones no saben lo que se está debatiendo y necesitan una guía visual para poder votar. Hablan entre ellos o por teléfono, hacen crucigramas, ríen, leen, salen a fumar y se ausentan durante los debates, hasta que vuelven al redil cuando el timbre los llama. Votar es lo único importante. Algunos es lo único que saben hacer.

El parlamentarismo se ve así ninguneado porque la máxima de Alfonso Guerra, “el que se mueve no sale en la foto”, se ha hecho universal. Y no salir en la foto supone un drama para la mayoría de ellos, que carecen de un sueldo en la vida civil y dependen exclusivamente de la política. Así es que, a pesar de todo, aquellos diputados de las Cortes de Cádiz, podían tener y votar con opinión y criterio. Ahora no hay ninguna de las dos cosas.

viernes, 30 de marzo de 2012

LA BALADA DE ANÍBAL MALVAR (Crtítica literaria)

CUARTO PODER

La balada de los Miserables

                                                                                  Aníbal Malvar

                                                                                  Ediciones AKAL, S.A., 2012

                                                                                  349 páginas

                                                                                  ___ euros



La trama de esta apasionante novela, la desaparición de una niña gitana en un poblado marginal, es una percha, una disculpa que Aníbal Malvar aprovecha para llevarnos de la mano a un mundo de pesadilla, donde lo patibulario se mezcla en un cóctel imposible con la corrupción, la brutalidad, el delito, la marginalidad, la humanidad  y escenas de humor desternillante. No es novela ni de principiante ni para principiantes porque Malvar se propone, de principio a fin, no dar un solo respiro al lector, impidiéndole tomar distancias, para involucrarlo como un personaje más en esta narración coral en la que no hay protagonistas y quedan difuminados incluso los narradores, que pasan, según las circunstancias, de las víctimas a los verdugos. En un correturnos de vértigo,  la historia prosigue, cediendo el testigo de la narración de un juez a la vejez, de una rata a un policía, de una polla (pene) a un putañero o al quejido de un poblado miserable, enfangado, marginal y olvidado, donde nada merece el ulular de una sirena y todo lo que llega se acepta con naturalidad: “Las gitanas muertas no despiertan jueces a media noche”
 No es un mundo nuevo ni desconocido, en esta balada todos los acordes resultan previsibles e incluso en  la serie televisiva de “Callejeros” hemos visto escenas que podrán servir como fotos fijas de esta canción de miseria. La historia, como sus protagonistas, es intencionadamente irrelevante, porque resulta evidente que Aníbal Malvar lo que quería era contar a su manera, sin limitaciones estéticas, como él ve y siente, deteniéndose muy poco en los conceptos formales de una literatura que puede enmarcarse en la novela negra, si optamos por el reduccionismo de las definiciones. Creo que esta novela, sobria, conceptualmente avanzada, novedosa y bien construida, no pertenece a ningún genero, excepto al de las novelas dignas de ser leídas y analizadas, porque cuando creemos que todo está dicho y todo está escrito, ”La balada de los miserables” nos demuestra que siguen vigentes los versos de Jesús Delgado Valhondo: “después de la hierba pisada /queda hierba por pisar”.
 ¿Qué aporta “La balada de los miserables”, una novela inclasificable, en la que el argumento y los personajes, triturados hasta la inexistencia en la coctelera de un vértigo narrativo, dicen poco? La novedad la aporta el autor en sí mismo, en su modo expositivo, en la fiereza de sus frases rotundas, en los giros difíciles, a veces alambicados, del lenguaje y en la jerga ocasional para proyectar sobre la pantalla el perfil de unos personajes principales que devienen en secundarios y se desmoronan como estatuas  de arena a la primera envestida del agua. No es novela de fondo, es novela de forma, con algunos excesos prescindibles.
 Aníbal Malvar escribe con pasión, con obcecación contagiosa. Despreocupado de las reacciones del  lector al entrar en su mundo de pesadilla, es éste el que debe correr con la carga de la prueba, claudicando, dejándose embridar hasta lograr, con algún esfuerzo inicial, las claves de una forma de escribir que concluye en dependencia embriagadora. Cada página empuja a la siguiente, sin dar resuello ni tiempo, sin permitir el análisis mínimo del trasmundo de un universo que acaba siendo normal, familiar y reconocible. Malvar escribe: “el tasco  oloroso a meo del Parlemino, donde las moscas se quedaban pegadas a las bombillas peladas por culpa del opio ambiente” y sigue su camino, despreocupado e indiferente, como si no tuviera tiempo para las sutilezas literarias y no pudiera sostener el vómito que le aflora. Es el lector el que tiene que poner el esfuerzo intelectivo si no quiere quedarse descolgado. Muchos, lo sé, abandonarán esta novela en el primer tercio, después de ir y venir, leer y releer, sin haber logrado las imprescindibles claves de complicidad con el autor. El esfuerzo merece la pena, porque, como conclusión, Malvar da más de lo que exige.
 El relato, con recurrentes flash-backs, se ve enriquecido por frases que exigen detenimiento:  “La luz sólo ve lo que alumbra”, “el cadáver quedó allí tendido, echando sangre por todos los agujeros por los que se vacía y llena el cuerpo humano y por dos más”, “tetas amenazadas por feroces cocodrilos de Lacoste”, “polla que huele, duele”, “no hay nada peor que ser la polla de un capullo”, “las ratas tenemos los ojos chicos para desconfiar más” “Valdeterneros es tan arrabales  que aún no se ha instalado allí ningún chino”, “¿qué tal mi amigo el Calcao? Supongo que mal, porque está muerto”, “cuando notas la caricia fría de la vaselina en el culo, es que algo te va a doler”…
 Al socaire de un humor negro, paralelo al de el Corto, entre lo escatológico y lo nauseabundo con ramalazos poéticos, dando manotazos para arribar a una orilla que flota para alejarse, Aníbal Malvar se posiciona claramente del lado de sus personajes más irredentos y miserables, con una crítica inmisericorde hacía una normalidad contra la que se revela: “los jueces teníamos que dictar las sentencias según las empresas de sondeos”. Uno de los personajes, uno más, es un inspector de policía, tramposo, sucio y trapacero, lleno de vicios y carcomas, al que, a pesar de todo, lo hace brillar por encima del sistema. Lo quieren apartar por sus desmanes y drogadicciones múltiples y él se queja amargamente: “Joder, tíos. De pequeño me echaron dos veces del colegio. De bares me han echado mogollón de veces. Me han echado de timbas ilegales de póquer. De bailes de salón. De entierros. De charlas de alcohólicos anónimos. De muchas camas… Pero tíos, ¡joder! Que me vayáis a echar de la policía, eso sí que es caer bajo”.
 En pocas ocasiones he tenido en mis manos una novela tan rotunda y ultimada, llevada de principio a fin con un ritmo agotador. Apasionante y apasionada. Después de esta experiencia, habremos de esperar la trayectoria literaria de este Aníbal Malvar que escribiendo a brochazos y evidencia en cada página que después de la hierba pisada, le queda mucha hierba por pisar.

miércoles, 28 de marzo de 2012

DOS SERIOS AVISOS


En política, como en el toreo, en un segundo puedes jugarte la femoral y muchas veces el éxito depende de un guiño aparentemente imperceptible, pero que llega al tendido y capta la atención del respetable. El gesto más afortunado de José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, fue evitar la coincidencia de las elecciones andaluzas con las generales, porque supo anticiparse a la cornada y ver el  desastre que les iba a deparar el morlaco que había engordado Zapatero.  Si las elecciones se hubieran celebrado conjuntamente el 20-N, Javier Arenas habría sacado la mayoría absoluta que necesita para gobernar, porque en Andalucía no puede contar con IU. Allí no mezclan el aceite y el agua. Los artificios de IU-Extremadura no son extrapolables a ninguna otra comunidad.

 El PSOE andaluz se puso a salvo del astado, pero ayudado por las medidas precipitadas  de Rajoy, por su falta de sutileza y precaución, aprobando en plena campaña electoral una reforma laboral que deja a la clase obrera a los pies de los caballos de la patronal. El resultado ya se sabe, Arenas ha fracasado porque con su aparente éxito no ha logrado el objetivo de dar un vuelco en Andalucía.  Sólo tres diputados, un punto, 43.742 votos separan al PP del PSOE y eso supone un descalabro que tendrá consecuencias inmediatas. El pasado domingo fue la fecha de caducidad de Javier Arenas, que, pese a su valía política, tendrá que buscar cobijo fuera de Andalucía. No es nuevo. Carlos Floriano, el candidato mejor preparado e intelectualmente más solvente del PP extremeño, también hizo la maletas, porque no tuvo la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.

 Andalucía, después de treinta años, seguirá en manos del PSOE y en Asturias no se ha aclarado nada. El Foro de Cascos se ha dejado tres o cuatro escaños en la gatera, el PP mantiene los suyos, el PSOE ha subido. IU se queda como estaba y UPyD, que ha logrado entrar en el Parlamento, puede, con un solo diputado, ser el árbitro de la decisión final. Foro y PP pueden llegar a la mayoría absoluta, aunque a Álvarez Cascos también le queda la opción de ceder y pactar con el PSOE. El PP, que se portó con él de forma torpe, desconsiderada, grosera y prepotente, perdió una comunidad que tenía ganada. Estará mucho tiempo pagando esa factura, porque los errores se pagan y los absolutos se pagan absolutamente.

 Bajando desde Asturias, o subiendo desde Andalucía, está Extremadura, con un Gobierno en minoría, el único del PP sostenido por IU, algo que chirría en la dirección federal de la coalición y en gran parte de su militancia. Situación esperpéntica que no puede sostenerse porque es ridículo oponerse a las políticas del PP y apoyarlas al mismo tiempo.  Esto acabará posiblemente en ruptura, con el relevo o la expulsión de algún diputado. Es el mejor escenario para un posibilista como  Monago, porque lograría así la mayoría absoluta que la urna le negó, sumando uno, dos o tres diputados más. “Gato negro o gato blanco… ¡lo importante es que cace ratones!”

sábado, 24 de marzo de 2012

HUELGA GENERAL



 El Gobierno de Rajoy ha aprovechado este momento de confusión, la pésima situación económica y el descrédito de los sindicatos para entrar a saco y meter sin vaselina  una reforma laboral  regresiva y antisocial que cercena lo que, a estas alturas, deberían ser derechos indiscutibles de los trabajadores. Dudo que algo semejante pudiera hacerse en otro país de la UE. Ninguna huelga general ha estado tan justificada, porque ninguna se había convocado por una agresión laboral que deja a los trabajadores a  merced de los empresarios. La Reforma Laboral aprobada supone un hachazo a logros sociales que hemos ido cimentando durante los últimos cuarenta años, y ni durante el franquismo se aplicaron medidas tan regresivas. Entremos en algunos aspectos de su dudoso contenido legal.

El trabajador que falte al trabajo  más de nueve días en dos meses, aunque  sea con una baja laboral por enfermedad, puede ser despedido.  Un esguince de tobillo, o una migraña pueden ser el desencadenante del despido. La prescripción médica que la guarde en la fiambrera o se la coma untándola en el pan… A partir de ahora el despido no sólo se produce cuando la empresa demuestre pérdidas, porque esta Reforma Laboral  respalda el despido cuando el empresario justifique que sus ingresos disminuyen nueve meses consecutivos… ¡aunque finalmente tenga beneficios! Pueden incluso despedir al trabajador si prevé pérdidas, aunque sean temporales. ¿Y si la previsión falla? El trabajador está igualmente despedido.

 El empresario puede, de forma unilateral, bajar el sueldo del trabajador, alegando razones de productividad, competitividad o de la organización del trabajo. Si hay convenios colectivos en vigor, estos quedan soslayados al interés del empresario. Es una medida ideal para imponer el “chitón en boca” a los trabajadores… Antes, la empresa tenía de demostrar que el despido era procedente, ahora todos se consideran procedentes y es el trabajador el que corre con la carga de la prueba, para demostrar que el despido ha sido improcedente.  Además, los salarios de tramitación sólo se abonan si el juez reconoce la improcedencia y el trabajador es readmitido, pero si  la empresa opta por la indemnización los pierde.

 Las administraciones públicas pueden despedir al personal laboral por alteración presupuestaria o justificando disminución de ingresos. Es decir, que pueden despedir a quien les plazca, incluso por aquello de que “el que se mueve no sale en la foto”. ¿Que administración no tiene una alteración presupuestaria? ¿Qué administración no sufre una disminución en sus presupuestos?

 Ahora el empresario puede afrontar un ERE sin el visto bueno del ministerio de Trabajo o de las CC.AA. Puede hacerlo directamente, según le convenga, sin supervisión ni autorización previa de las administraciones…Eso sí, para enseñarnos su vertiente progresista, la Reforma saca los “contratos de fomento a los emprendedores” para las empresas con menos de cincuenta trabajadores. En principio son contratos fijos, pero con la añagaza de establecer un año de prueba. Si el empresario quiere, a los once meses el trabajador puede ser despedido, sin explicaciones, sin derechos y sin indemnización… Está claro que el Gobierno ha sabido medir los tiempos y las circunstancias y la duda que tengo es si esta Reforma Laboral la ha hecho el Gobierno o los empresarios. A río revuelto…

miércoles, 21 de marzo de 2012

SIN GRITOS NI ESTRIDENCIAS



Desde el Congreso de Sevilla, en el que la nívea María Dolores Cospedal escrituró el PP a su nombre, la vieja guardia, lupa en ristre, volvió hacia ella la mirada porque su codicia hizo chirriar los goznes de todas las puertas del partido. La Cospedal, en la primera oportunidad, había dejado muy claro que las limitaciones éticas y estéticas las tiene poco perfiladas y aunque la dejaron hacer para que se visualizara el “cierre de filas” que había pedido Rajoy, estaba claro que la iban a seguir muy de cerca para impedir que ensanchara aún más el círculo de su poder y, lo más importante, para dejarla en evidencia por su ambición desmedida. Ya se sabe que “la ambición ciega y rompe el saco” y Cospedal, cabalgándola a galope tendido, no se dio cuenta de que su saco, por tanto peso, se estaba deshilachando.

La señora de nieve, aprovechando la inopia de Rajoy, la ausencia forzada de Arenas y la lejanía de los dirigentes ascendidos a ministros, dirige el partido desde Toledo y la Comunidad de Castilla la Mancha desde Madrid, con lo que está dejando muchos flancos desprotegidos porque no se puede estar en dos sitios a la vez. Ella, además de Madrid y Toledo, además del PP y el Gobierno de su Comunidad, quiere estar en todas partes, controlándolo todo, dejando la huella de su pisada en cada uno de los rincones y ensanchando el círculo de su influencia con interpuestos que se prestan a ejercer como sus delegados personales. El resultado más inmediato es que Castilla la Mancha parece gobernada con un mando a distancia que no satisface ni a su electorado natural y el PP comienza a sufrir una “cospedalitis” a la que quieren poner freno para que no se haga crónica.

La última de la Cospedal ha colmado el vaso de la paciencia y ha sido el propio Mariano Rajoy el que, sin gritos ni estridencias, ha tenido que descender para poner pie en pared -“¡ya está bien, María Dolores!”. ¿La causa? Un tema aparentemente menor, pero que en ella se hace grande, porque si la dejan se hace trino y persona. Su marido Ignacio López del Hierro, había sido designado como consejero de Red Eléctrica de España, un “dedazo” escandaloso, que le reportaba 180.000 euros simplemente por figurar en un listado, tras su participación en la quiebra de Caja Castilla La Mancha, la primera en ser intervenida. Pocas horas después de hacerse público su nombramiento y ante la escandalera montada en las redes sociales y en la propia estructura del Partido, el nominado se descolgaba con la renuncia. Mariano Rajoy ha dejado claro que si tiene que frenar frena y que no le tiembla el pulso.  De momento él predica con el ejemplo porque no tiene primos ni cuñados que lo aten.

 Son diferencias que marcan tendencia. Aquí, en Extremadura, si se denuncia que el compañero, el  primo, el cuñado, la esposa o el hermano de... han sido catapultados, lo único que hacen para arreglar la cacicada es matar al mensajero y apuntarlo en el listado de los malos, de los enemigos e incluso de los conspiradores y resentidos. ¡Ay, que pena, tanto pío, pío, para seguir con las prácticas que tanto criticaron!

domingo, 18 de marzo de 2012

NI IGUALES NI PARECIDOS


Ni iguales ni parecidos. Ni ante el espejo, ni ante la ley, ni ante la justicia, ni ante el tendero de la esquina somos iguales. Spain is different y los españoles también. Un señor, por estar casado con la hija del Rey, pudo meterse en un patatal societario que le reportó  beneficios estratosféricos porque todas las puertas se le abrían sin apenas tocar el timbre. ¡Ábrete Sésamo! Una señora, su señora,  la hija del Rey, invirtió 1.500 euros en uno de los tinglados y recibió 500.000 de beneficios, que retiró sin enterarse de nada, por lo que no es pertinente ni su inculpación ni su declaración. Era propietaria del 50% de algunos de los tinglados, se sentaba en el consejo de administración de otros y tenía entre sus responsabilidades la de levantar actas, pero no hay indicios probatorios de que tuviera algo que ver con todo aquello. La mejor prueba es que su esposo, en sus declaraciones ante el juez, la desvincula por completo. ¿Iba a  mentir Urdangarin en algo así?

Si la memoria no me falla, identifico al juez Castro con un funcionario de prisiones al que conocí en la prisión de Córdoba, mientras preparaba judicatura. Era un hombre formal, algo pijolatis, aficionado a los coches y buen dialéctico, con el que tomé muchos “medios”. A veces más de la cuenta. Si no me muestro muy seguro es porque al que yo conocí no le hubiera convencido nadie del desapego e ignorancia de la señora de Urdangarin, copropietaria también de un palacete “principesco”, pagado con las ganancias de las diversas sociedades del marido. Parece probado que la señora esposa sabía que su marido ganaba mucho, muchísimo dinero, pero, como es habitual, nunca preguntó nada. Tampoco debió enterarse que su señor padre sí se había enterado de algo y que por eso tuvieron que irse precipitadamente a Washington… Debió de creer que era para que los niños perfeccionaran el inglés.

Después de leer la declaración completa de Urdangarin, sí he entendido la ignorancia de la infanta, porque si él no sabía nada, de nada, de nada… ¿qué podía saber ella? Todo se coció en la cabeza de un exprofesor del duque, Diego Torres, que era el que manejaba los hilos del entramado en el que Urdangarin era una víctima más, que así es como él se considera. Urdangarin veía, eso sí, que las cuentas corrientes corrían más de lo corriente, pero como es un gran despistado, que tiene su cabeza ocupada en asuntos de mayor calibre, nunca se le ocurrió preguntarle a su socio de dónde venía tanta pasta. Y tan gansa. Ni él se lo preguntó a su socio ni su esposa se lo preguntó a él.  Ellos están en otra cosa, ellos son así.

Bueno, pues resulta que el juez Castro considera que  no procede imputar a la infanta, porque entiende que no hay indicios probatorios de que estuviera al tanto de los negocios de su marido, pero, al mismo tiempo, rechaza la ignorancia de Urdangarin y no se cree que fuera un mero asesor deportivo. Por cierto, la esposa de Diego Torres, que no figura para nada, sí está imputada. ¿Todos iguales? Ustedes mismos.

martes, 13 de marzo de 2012

EURO-GERIÁTRICO





Engelbert Hunperdinck, a sus 76 años, no dirá nada a los menores de 30, pese a que si buscan en la discoteca de sus padres pueden encontrar alguno de los 150 millones de discos que vendió. En 1967 desplazó a los Beatles del primer puesto en las listas de éxito con “Release Mé”, una balada con la que recorrió el mundo y que por cantarla en Arabia Saudita, ante un grupo de “petroricachos”, cobró 250.000 dólares de la época, con avión de ida y vuelta. Por aquellos días Elvis y Sinatra tenían un caché de 50.000 dólares. Ahora los ingleses lo han elegido para que represente al Reino Unido en el próximo Festival de Eurovisión, y lo han hecho para ganar, después de haber dejado en la cuneta a quince aspirantes, casi todos veinteañeros, que compitieron con él por la nominación. Hunperdinck, después de innumerables estiramientos faciales, implantes capilares y, según confiesa, “una vida ordenada, con huevos, pescado y buen vino”, conserva casi intacta la potencia vocal por la que se le llegó a comparar con Carusso, algo más que justificado si tenemos en cuenta que a Alejandro Sánz lo comparan con Mozard… ¡Anda ya!

                        Pero este año el Eurofestival nos permitirá ver en el escenario, además del exitoso Engelbert, a seis nonagenarias que representan a Rusia. Suman 511 años y cantarán en udmurta, un dialecto perdido de una de las ex repúblicas soviéticas. Defenderán los colores locales, ataviadas con vistosos trajes del folklore de su tierra y con una coreografía de balanceos en la que incluso llegan a levantar una pierna. Ojala no se rompan. Como en el caso de los ingleses, las seis matriarcas rusas tuvieron que emplearse a fondo, porque en la parrilla de salida había 60 aspirantes que no se lo pusieron fácil. Después de mucho deliberar  parece que el jurado y los televidentes se vieron arrastrados por el ritmo trepidante de las seis abuelas y el veredicto fue unánime para pasaportarlas ante las pantallas europeas. La canción, o lo que sea, la han compuesto ellas mismas, a base de mezclar ritmos del folklore udmurta y lo mejor es que nunca antes habían actuado en público, ya que el conjunto lo formaron exclusivamente para competir por la representación rusa en el Festival.

                        La pena es que, por dos votos, quedó descolgada de la cita Lys Assia, una anciana de 85 años que compitió por la representación de Suiza y que ya sabe lo que es el Festival, porque ganó el primer certamen, en 1957. La ayudaron a subir al escenario y durante su actuación se apoyaba en lo que podía para guardar la estabilidad desde sus altos tacones, pero dicen que su voz tenía “bríos de juventud” y que fue la favorita del público, que abucheó la decisión de los expertos al eliminarla. Lástima. El año pasado lució su barba plateada Dino Merlin, “el abuelo”, representando a Bosnia&Herzegovina, aunque el palmarés de la longevidad euro visiva lo sigue teniendo  una anciana moldava, de 97 años, que tocaba el tambor como una posesa. En España tenemos banquillo y podemos sacar a Ráphael, a Julio Iglesias, a Massiel, a Salomé y, si queremos reeditar el esperpento… ¡siempre nos quedará el Chiquilicuatre!

sábado, 10 de marzo de 2012

SIN ENGAÑO




No me siento engañado por los recortes del Gobierno porque sé que de dónde no hay no se puede sacar, y es urgente acabar con la tragicomedia de Zapatero, bajando el telón de una puñetera vez. No sólo no me considero engañado por las políticas de achiques presupuestarios y los lengüetazos a nuestra economía, sino que sé que a los recortes definidos se sumarán algunos más y no menos dolorosos, incluido el más grave, los 600.000 nuevos parados que vaticina el propio Gobierno. No es resignación, es realismo, es evidencia. Prefiero este “a cara de perro” que los ungüentos de los brotes verdes y demás monsergas. Rajoy no es milagrero, de él sólo podemos esperar un trabajo duro y, Dios lo quiera, honrado. Y que acierte. No lo busquemos haciendo brotar agua de una piedra, ni chasqueando los dedos para que nos llegue “el maná del desierto”. Ni subiéndose a un monte para reeditar el milagro de la multiplicación de panes y peces, porque lo que tiene son habas contadas. Lo de Churchill: “sangre, sudor y lágrimas”.

 El Gobierno está administrando una ruina, porque es una ruina lo que se ha encontrado. Nada untada con nada es nada, pero seguro que algunos dirán que eso es bueno porque no engorda ni sube el colesterol malo. Que los listos, entre los que están CC OO y UGT, den un paso al frente y nos expliquen cómo se hace pan sin fuego, sin cereales y sin agua, pero que los culpables directos de este desaguisado, incluidos UGT y CC OO, tengan la decencia de callarse un rato, porque ellos son los únicos que no pueden hablar, si no es para pedir perdón. ¿Qué van a tomar la calle? Si tuvieran vergüenza la que deberían tomar es la de Villadiego, y no detenerse ni para mirar de reojo. Tienen que subir los impuestos directos, los indirectos e incluso sacar de la chistera otros nuevos, porque la limonada la tienen que hacer exprimiendo la piel del limón, las hojas y hasta la corteza del limonero.

Asunto distinto es que no se puede igualar lo desigual y que Extremadura, castigada por el conformismo, sumisión y mansedumbre de nuestros dirigentes, no puede desde su situación soportar el mismo tirón que las demás CC AA, porque partimos de realidades diferentes y con unas condiciones muy desfavorables. ¿Qué hará la Junta? Lo anunciado: firme, saludo militar, tragar saliva, sonreír y cerrar el grifo, porque mientras algunos están exigiendo la independencia, aquí seguimos esperando la autonomía. Pero esto no debemos apuntarlo en el “debe” del Gobierno y sí en el “haber” de la Junta. Algún día habremos de analizar  estos cuentos de la maldita resignación.

¿Que esto es una catástrofe, una ruina generalizada, una agonía desde la que no se ve luz al final del túnel? Eso depende, porque la clase alta, los viejos generales, verán la guerra desde su atalaya, para que no les salpique la sangre. 14.000 euros mensuales, 7.000 por su condición de expresidente y otros 7.000 por estar en el invento del Consejo de Estado, garantizan a Zapatero seguir la tragedia con unos prismáticos… Aunque, como es tan listo, capaz es de ponérselos al revés.

jueves, 8 de marzo de 2012

EL EJEMPLO ISLANDÉS


A pesar de lo que popularmente se cree, Poncio Pilatos no fue destituido por haber firmado el exequátur (visto bueno), que le exigían los sacerdotes del Sanedrín para crucificar a Jesucristo. Vitelio, el gobernador general de Siria, que conocía muy bien a Tiberio, sabía que para el emperador la muerte de un predicador de Judea era un asunto menor, con el que no podía justificarse el cese de un pretor y acusó a Pilatos de un delito fiscal: haber abolido, sin autorización, la tasa del comercio de cereales, con el consiguiente perjuicio económico para las arcas del Imperio. ¡Eso sí era un delito mayor! Por algo semejante, el emperador había ordenado el suicidio a un recaudador en Egipto. Pilatos fue cesado “a uña de caballo” y, lo que era peor, conminado a comparecer con urgencia para responder de su falta ante el mismísimo Tiberio. Tres años antes, una larga sequía había arrasado los campos de cereales y para amortiguar la hambruna de la zona el propio Vitelio sugirió a Pilatos la abolición de la tasa para Galilea, Iturea y Samaria, las zonas más castigadas. Pilatos hizo extensiva la abolición a Judea, igualmente afectada, y esa decisión fue el motivo que el propretor de Siria pasó a Tiberio para justificar el cese de su representante en Judea.

Sirva esta introducción para aclarar que las responsabilidades penales de los políticos no es algo que se hayan inventado ahora los islandeses al juzgar a su ex primer ministro por mala administración y por su actuación negligente durante la gestión de la crisis. No añoro los procedimientos expeditivos de Tiberio, pero parece sensato que el político que usa, abusa, se lucra y malgasta los fondos públicos responda de sus acciones, porque la inmunidad para estos casos parece bastante arbitraria. ¿Es más grave robar un bolso que dilapidar el erario público con ocurrencias y payasadas? Creo que el ejemplo de Islandia puede abrir la espita para que los administradores públicos sopesen sus decisiones y sean más comedidos y responsables. Si todos somos iguales ante la Ley, sobran las licencias y canonjías de los que por haber sido elegidos para administrarnos, consideran que pueden reírse de los administrados, llevándolos a la ruina, mientras ellos se fuman un puro, hacen volutas con el humo y cuentan estrellas. Por sobrar, creo sinceramente que sobra incluso el concepto de “inimputabilidad” que ampara al Rey. Lo de la igualdad ante la Ley no puede quedarse en retórica. Se es o no se es.

El colmo de los colmos es que, como tenemos muy cerca, los culpables de haber arrasado el presente y el futuro de millones de familias, sean unos excelentísimos intocables y se retiren a disfrutar, de por vida, a costa de los propios arruinados y con un salario doble y grotescamente compatible. Ocho años dando zarpazos de oso y toda una vida para disfrutarlo. ¡Ole, mi niño! Si al ex primer ministro islandés lo condenan a dos años de cárcel, algo que yo no creo, se habrá abierto la veda contra los manirrotos públicos que, que casualidad, gestionan muy bien sus fondos privados. El horno no está para bollos, ni para zampabollos.



domingo, 4 de marzo de 2012

¡UFFF, MENOS MAL!


El ex juez Baltasar Garzón ha sido absuelto en el juicio por la investigación de los crímenes del franquismo y, -¡uffff, menos mal!-, eso  debe alegrarnos a todos menos a Garzón y comparsa, que ya no podrán ir por el mundo paseando el victimismo de ser silenciado por tribunales vendidos a la extrema derecha, aireando que al gran héroe de la judicatura universal ha sido condenado y suspendido por su defensa de la democracia y de las víctimas de fascismo. Se acabó el cuento. Seguirán con sus lloros y pancartas, manifestándose por la suerte del supermán plateado, pero su gran baza, que era poder enseñar una sentencia condenatoria por haberse metido torticeramente en berenjenales que no le correspondían, ha quedado desmontada por el Tribunal Supremo que, sin unanimidad, dice en su sentencia que Garzón se equivocó pero no prevaricó.  Una más, porque si lo hubieran condenado cada vez que se equivocó, sumaría más penas que el Arropiero.

 Bien, si ayer aceptamos la sentencia del mismo tribunal que, por unanimidad, lo suspendió como juez por las escuchas ilegales entre abogados y sus defendidos, aceptemos hoy esta, que lo descalifica como instructor y lo ridiculiza como juez, pero lo absuelve porque, como indica en su voto particular el magistrado partidario de su condena, es un ignorante que desconoce “cuestiones esenciales”. Con una condena sin paliativos, un archivo intencionado por prescripción y una absolución por ignorante, se cierran los tres procesos que Garzón tenía abiertos. Gritos de plañideros y algarabías carnavalescas, pero Garzón ya no es juez, lo que es malo para él y sus comparsas y bueno para todos los demás. Dos a cero, brindemos por la Justicia. Como decía mi abuela, “mientras que los que se cabreen sean ellos…”

“Es un insulto a la razón alegar desconocimiento y, en todo caso habría que conducir no a la absolución, sino a una condena por prevaricación, porque dar satisfacción a las justas pretensiones de los familiares de las víctimas del franquismo no puede servir de coartada para encarar una instrucción ilegal”, escribe el magistrado, argumentando su voto discrepante con la sentencia absolutoria. Juzgando el veredicto por su oportunidad, lo que ya es atrevimiento por mi parte, creo que la absolución ha sido la peor condena que le podía caer a Garzón y Cia, porque si lo hubieran condenado para él no supondría nada, porque ya está suspendido, pero le quedaría el recurso de marear la perdiz con la coña de su lucha por la democracia, contra las dictaduras y demás bla, bla, bla.

De momento están desmontando las carpas de los circos que en países ejemplo de democracia, como Bolivia, Ecuador, Cuba, Chile y Argentina habían levantado a la espera de una sentencia condenatoria. Tendrán que guardar las pancartas para mejor ocasión, pero es notable el revuelo internacional por la suspensión de la estrella estrellada. Tanto que  el Poder Judicial ha salido al paso para defender el rigor del Supremo, regalándonos “un Perogrullo”: “No han existido razones políticas ni extrajudiciales en las decisiones del Tribunal Supremo, que se ciñó en todo momento a argumentos profesionales”. Mejor así, pero el rigor ha coincidido con la oportunidad. ¡Uff, menos mal!