jueves, 14 de abril de 2011

ODIO ANTIGUO




El próximo jueves, jueves Santo, unos grupos que se autodenominan “Cultura laica, progreso universal” y “Ateos en lucha”, tienen programada una procesión atea y blasfema en Madrid. Si el tiempo y la autoridad no lo impiden, la procesión se materializará en un desfile macabro en el que, ultrajando símbolos sagrados de la Iglesia católica, se escenificarán burlas grotescas contra ella y sus feligreses porque, como bien se sabe, atentar contra la fe de los católicos sale barato, tiene tirón mediático y garantiza un plus de modernidad y “progreso universal”. Estos fulanos, como los que filmaron el asalto programado a la capilla de la Universidad Complutense, quieren manifestar su odio visceral contra todas las religiones, pero, qué listos, para hacerlo han elegido a la Iglesia católica. Seguro que a ninguno de los valientes que andan elaborando el libreto de la burla, se les ha ocurrido hacer algo parecido con otros dogmas que no toleran cachondeitos, chistes, caricaturas ni bromas. El miedo guarda la viña de los progres universales


Lo pueden disfrazar con el manto de la progresía, porque cualquier imbécil y cualquiera imbécila, puede pasar hoy por progresista, pero el odio antiguo que algunos demuestran hacia la Iglesia católica, no es más que un signo caduco, casposo, visceral y repugnante de racismo e intolerancia, que debería perseguirse de oficio en una sociedad civilizada. Rubalcaba, el gran librepensador, ya ha sentenciado que “se trata de una manifestación más”. El pluralismo es tolerancia, respeto hacia las ideas de los demás y aceptación de que no hay un pensamiento único. La obsesión que se ha despertado en algunos sectores por anatematizar socialmente a los católicos es fruto revivido de un sarpullido guerracivilista que nos atrasa el reloj cincuenta años y fija nuestra moviola en un pasado que solo añoran los resentidos que no creen en el presente y desconfían del futuro. A estos memos de libro les quitas a Franco y a la Iglesia y caen al vacío.

Sesenta mil personas han pedido a la delegada del Gobierno en Madrid que prohíba la burla que se gesta contra las creencias religiosas de los católicos, contra el Papa y contra sus símbolos sagrados y la delegada, atendiendo los razonamientos expuestos, no ha autorizado la burla, pero la bobería de los bobos sigue en pie y pretenden procesionarse con o sin autorización, porque interpretan que esa decisión vulnera su libertad de expresión. Veremos. ¿Dónde está el descubrimiento

Qué hay de nuevo en burlarse de las creencias de los demás, ametrallar imágenes religiosas, profanar lugares sagrados, organizar orgías o practicar ritos satánicos en el recinto de la iglesia católica? Todas esas barbaridades están en los anales y la de la procesión blasfema tampoco aporta novedad alguna. En 1938, en el Colegio de Santiago Apostol, de Bilbao, se organizaban procesiones sacrílegas, entre burlas y blasfemias, mientras se colgaban de las lámparas del recinto imágenes religiosas, que se ametrallaban... Dice San Agustín en “De spiritu et anima” que “la ira engendra odio y del odio nacen el dolor y el temor”. Estos espantajos son zombis que andan hacia atrás y acabarán en el animalismo más execrable, pero no por ateos, sino… ¡por gilipollas!

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