jueves, 19 de agosto de 2010

UN GENIO INCOMPRENDIDO


Hace tres años el rey de España visitó Ceuta. El gobierno marroquí, es decir su sultán, Mohamed VI, emitió una nota de protesta porque interpretaba que la visita del rey de España a esa ciudad española era una “intolerable provocación hacia Marruecos y sus intereses en la zona”. Ni lo entendí entonces con la visita del jefe del Estado a Ceuta, ni lo entiendo ahora con la visita del ex presidente del Gobierno, José María Aznar, a la ciudad de Melilla. ¿Por qué el rey de España tiene que comunicar a Mohamed VI su visita a una ciudad española y por qué entiende el gobierno español que la visita de Aznar a Melilla es una “deslealtad” hacia España? Nuestra política exterior es una claudicación en cadena y pronto tendremos la espalda doblada y callos en las rodillas de tanto postrarnos ante cualquiera que nos enseñe un diente, sea Gibraltar, Cuba, Venezuela, Bolivia o Marruecos. La diplomacia del Zapatero se concreta en la contundencia de dos palabras: pedir perdón.

El ministro de Fomento, don Pepiño Blanco, acaba de hacer un vergonzoso guiño de complicidad hacia los intereses marroquíes, criticando a Aznar por visitar Melilla. ¿Es desleal que Aznar visite Melilla y no es desleal que Aznar visite Zafra, Coria o Campillo de Llerena? De una forma muy clara, el ministro reconoce, en nombre del Gobierno, que Melilla es una ciudad española, pero ¿con muchos peros y sólo a medias? Sin rubor, o sin vergüenza, también reconoce que la “españolidad” de Melilla es tan cuestionable como el concepto de España para Zapatero. Para este Gobierno todo es cuestionable, menos el ejercicio del poder. Da igual Ceuta, Melilla o cinco millones de parados.

¿Qué es lo que duele al Gobierno, la visita de Aznar o la ausencia de Zapatero, de ministro del Interior, de la vicepresidenta primera, del ministro de Asuntos Exteriores o de la ministra de Igualdad? Zapatero, por lo que se ve, sólo está para los enredos internos del su partido; Moratinos, como siempre, ni está ni se le espera; Rubalcaba no se siente concernido por las ofensas gravísimas de unos salvajes marroquíes hacia nuestras fuerzas del orden y doña Bibiana no puede salir de la sombrilla para prestarle hombro a unas policías ofendidas y amenazadas por el grave delito de llevar uniforme siendo mujeres. ¿Y la vicepresidenta primera del Gobierno? Yo siempre me la imagino buscando modelitos para epatar al personal en su gloriosa reentré.

En el 2002, en plena crisis con Marruecos por el conflicto del islote Perejil, Zapatero fue allí para “trazar lazos de unión y suavizar las relaciones entre los dos países”. Incluso posó al lado de Mohamed VI, delante de un mapa imaginario en el que Marruecos se anexionaba Ceuta, Melilla y Andalucía (Ver en mi Blog). Zapatero lucía su mejor sonrisa y comenzaba a mostrarnos el talante con el que ahora dirige los intereses de España en el exterior. A fin de cuentas, es el mismo talante con el que dirige los intereses de España en el interior. Es un genio incomprendido.

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