miércoles, 21 de octubre de 2009

PIJOTALIS DE PIJOLANDIA


Manolo Rojas, que además de alcalde de Badajoz fue diputado de la Asamblea de Extremadura, solía acudir a los plenos luciendo llamativas pajaritas de vistosos colores, que contrastaban con los pálidos de sus camisas de seda. En una visita que hicimos juntos a La Coruña, llevaba en su maleta una docena de pajaritas, camisas con variedad de cuellos y tres pares de zapatos, que le permitían cambiarse dos o tres veces por día, pero ¿fue Manolo Rojas un pijo? La respuesta nos la dio el entonces alcalde de La Coruña y hoy embajador ante la Santa Sede. Manolo Rojas contó un chiste sobre Fraga y uno de los presentes se mosqueó e hizo una alusión a lo pijo que resultaba con la pajarita el alcalde de Badajoz. Francisco Vázquez sentenció: “Si alguien de la derecha sociológica usa pajarita es un pijo de Pijolandia, pero si la luce un socialista es simplemente un socialista elegante”.

La afirmación de Francisco Vázquez puede resultar excesivamente reduccionista, pero la verdad es que Manolo Roja no daba sensación de pijo ni cuando usaba pajarita. El pijo nace, después se especializa y acaba destilando esencia de pijo por todos los poros. El pijo huele a pijo, tiene andares de pijo, habla en pijo y aunque lleve una corbata de mercadillo, da tufillo propio de pijo porque la pijería es algo consustancial con su persona. En Valencia abundan los pijos de libro, al margen de las ideologías y sin que esto deba entenderse como algo negativo. El valenciano Antonio Asunción, Ministro del Interior cuando las correrías del Roldán, era, además de socialista, un pijo enciclopédico. ¿Qué me dicen de Eduardo Zaplana, con aquellos trajes dos tallas más pequeñas, las camisas asfixiantes y las corbatas diciendo “aquí estoy yo”? ¿Se han fijado en la pinta de pijolati que tiene Francisco Camps? ¿Y Ricardo Costa? Ese señor mira en pijo, llora en pijo, habla en pijo, viste pijo y anda pijo. Todos ellos suelen lucir el gerselito al hombro con la lazada en el pecho. ¡Y van monísimos!

No es pijo/a el que quiere, sino el que puede, porque el pijo tiene un sello definitorio incluso para dar la hora. Leire Pajin o Rita Barberá no pueden ser pijas, mientras que María Teresa Fernández de la Vega o Elena Salgado no tiene más remedio que serlo. La Pajin tendría pinta de lechera aunque llevara pajarita y la Fernández de la Vega sería pija aunque luciera el mandilón de lechera. Pero tampoco hay que identificar elegancia con pijería, ni pijería con afectación, porque son términos que no se complementan. La persona elegante es la que sabe vestir sin estridencias, sin que se vea, sin dar la nota, y es capaz de lucir con naturalidad un esmoquin o un chándal. Por ejemplo, Jesús Delgado Valhondo, nuestro mejor poeta, siendo cojo sin disimulo, tenía tal porte que hasta al bastón le sacaba un pellizco de elegancia. La elegancia es un don natural, mientras que la pijería es una estridencia.

En Extremadura también tenemos nuestra particular pijolandia y dentro de la clase política hay una docena de cualificados representantes, que pueden echar un pulso incluso a los valencianos. Los tenemos en el Congreso, en el Senado, en la Asamblea e incluso en las concejalías de algunos pueblos. Joan Marsé, en “Las tardes con Teresa” describe al único pijo que admiro: El Pijoaparte.

EL CASO GÜRTEL


Hace unos días hemos vuelto a tener noticias del Prestige, asunto recurrente que el Gobierno y sus palmeros sacan de carpeta cada vez que le conviene, porque bien parece que el puñetero barco no deja de escupir chapapote sobre las inmaculadas costas gallegas. Zapatero ha tenido otros tres “prestiges”, pero de esos no nos acordamos porque el marchamo de contaminación de nuestras costas, quedó anclado en aquel vertido. Como todo no lo pueden hacer mal, hay que reconocerle al Gobierno de Zapatero una gran habilidad para manipular a la opinión pública. En eso pueden dar lecciones al mismísimo Goebbels.

Hace unos días, la ministra de Defensa ha vuelto a colocar otra placa en recuerdo por las víctimas de Yak-42, pero pasa de puntilla sobre los soldados muertos en esas extrañas misiones de paz que nos hemos inventado en medio de un fuego cruzado. La abuela del cabo muerto ayer en Afganistán, se quejaba perpleja: “Nos dijeron que lo llevaban a una misión humanitaria y lo llevaron a una guerra”. Las víctimas del accidente en el Yak-42 pasarán a la historia, mientras que los 150 muertos de la era Zapatero, engrosarán el pelotón de los soldados desconocidos. La diferencia estriba en que los del Yak-42 eran soldados en guerra que murieron en un accidente de aviación y todos los demás son soldados en misiones humanitarias y de paz, pero torpedeados por bombas y misiles del enemigo al que queremos ayudar. La muerte los iguala.

Pero igual que rentabilizan a las victimas según el interés político del momento, saben silenciar los mayores escándalos, los que ocuparon portadas en la prensa internacional. Y no me refiero a la etapa de Felipe González. ¿Se acuerda alguien de la “Operación Faisán”? Fue un clamoroso chivatazo de las Fuerzas de Seguridad del Estado, para alertar a ETA de que no debía reunirse en un día y lugar concreto, porque estaban siendo vigilados y los que acudieran iban a ser detenidos. Sucedió en plena tregua, cuando Zapatero sostenía que Otegui era “un hombre de paz” y Josu Ternera un “político con legítimas ideas separatistas”. Un desconocido entró en el bar “El Faisán”, en Irún, y puso en las manos de su propietario un teléfono. Poco después ese teléfono sonó y alguien aconsejó que no se reunieran allí los cabecillas del aparato financiero de ETA, porque estaban controlados. Hay tres imputados. El sumario pasó, como no, a manos del juez Garzón, que en tres años no ha conseguido concretar nada, de nada, de nada. Ahora el fiscal, como no, pide el archivo del caso, porque al parecer no tiene mucha importancia la providencial colaboración entre tres miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado y los terroristas de ETA. ¿Cumplían órdenes superiores? Fue un secándolo internacional tratado con sordina en España. ¿Se imaginan ustedes que esto hubiera sucedido con Aznar como Presidente del Gobierno?

Ahora han dado instrucciones para abrir todos los días con alguna noticia sobre el caso “Gürtel”, con idea de desviar la atención de la crisis financiera, el despilfarro, la subida de impuestos, el paro, el cachondeo… Veremos en qué queda finalmente todo eso, pero estando en su origen el juez Garzón, hay que ponerse en el peor escenario. Esto se alargará sabiamente, con un goteo calculado, durante toda la legislatura y aunque finalmente quede en poco o en nada, Gürtel está teniendo más peso, espacio y titulares, que los cinco millones de parados. Son unos genios.

domingo, 18 de octubre de 2009

ESCRIBIR ES UN RIESGO

Recibo un correo electrónico de “anónimo”: “Yo sabía que el Gürtel llegaría a Extremadura, pero no imaginaba que usted fuera el pringado. ¡Qué cinismo escribir lo que escribe y después ser un trincón más. ¿Nos lo contará en su próximo artículo? ¡Vaya cara que tiene, qué poca vergüenza!” Como no sabía de qué iba todo aquello y los correos de majarones abundan mucho, pasé a otra cosa y me olvidé del tema. Horas después paro en un semáforo y desde un coche, a mi altura, me indican que baje la ventanilla. Pensé que querían preguntarme algo y lo hice solícito, pero me congelaron la sonrisa porque se limitaron a ofenderme, llamándome mangante, trincón y cabronazo. “¡Ahora vas y lo cuentas en el periódico!” Después aceleraron y se fueron entre risotadas. No lo relacioné con el correo de “anónimo” y seguí mi camino, pensando que desde esta columna había pisado algún callo a alguien y esa era la respuesta. Horas más tarde me llaman Ignacio Sánchez Amor y Luciano Fernández (nobleza obliga) para alertarme de que en un confidencial, en elplural.com, me involucran en el caso Gürtel, con fotografía incluida. Poco después lo hizo José Antonio Monago. Fue muy gratificante comprobar que los tres partían de la premisa de que se trataba de un error del periódico.

Antes de que pudiera hacer alguna comprobación, me llamó mi hijo muy angustiado: “Papá, me dice un amigo de Onda Cero que en un periódico digital aseguran que tú estas en una corruptela, que has recibido mucho dinero y que, además, han colgado una foto tuya”. Efectivamente, el digital que dirige Enric Sopena, dedicaba casi todo su espacio al Gürtel y allí se hablaba de un Tomás Martín implicado en la trama por haber recibido 157.800 euros de El Bigote y sus amigos. Y para ilustrar la noticia, habían colgado una fotografía mía. Intenté contactar con el digital, pero en información de Telefónica no pudieron facilitarme ningún número. Les envié un fax y dos correos electrónicos, pero era festivo, día de la Hispanidad, y dos horas después la noticia seguía intacta. Al atardecer logro contactar telefónicamente con Enric Sopena, que se sorprende del error, pero que me asegura que lo corregirán de inmediato. El inmediato fueron otras dos horas, durante las que recibí siete llamadas más.

Sé que no hubo intencionalidad, que todo se debió a un error, porque en el sumario del Gürtel aparece un Tomás Martín y el infortunio via Internet, facilitó una fotografía mía. Mala suerte, acepto las disculpas de elplural.com y me olvido del tema, aunque ayer, con mucho cachondeito, me lo volvieron a recordar en una gasolinera, haciendo hincapié entre lo que hago y lo que escribo. No es la primera vez que me ocurre algo parecido. Cuando un señor apellidado Tamayo, diputado socialista de la Comunidad de Madrid, se negó a votar a Rafael Simancas como presidente, lo que posibilitó la elección de Esperanza Aguirre, la noticia ocupó titulares de portada en toda la prensa. En La Vanguardia y en El Correo de Andalucía tiraron de archivo y, mala suerte otra vez, encontraron también una foto mía que en el caso de El Correo de Andalucía, repitieron durante tres días consecutivos. No tiene importancia, pero estos errores sirven a lechuguinos y lechuguinas para sacar a pasear sus fobias y ponernos contra la pared por lo que escribimos. Escribir es un riesgo.

jueves, 1 de octubre de 2009

¿SEXO O TALENTO?


La mujer, por su propio impulso, esfuerzo y talento, está acaparando puestos que históricamente parecían destinados al hombre. En casi todas las facultades las mujeres superan al hombre y en las oposiciones más prestigiosas, suelen ocupar los primeros puestos, en dura competencia con los opositores. Es difícil encontrar hoy una actividad en la que la mujer no esté presente porque, en igualdad de condiciones, ha sabido abrirse paso con los codos del esfuerzo, la perseverancia y la inteligencia. La mujer que vale no necesita de lisonjas blandengues, favoritismos humillantes y discriminaciones trasnochadas y machistas, aunque queden muchas trinconas, claro, que pretendan suplantar la inteligencia con el sexo para que se prime la entre pierna más que el talento. Suelen ser las guerrilleras de un feminismo estrafalario que no cree en la capacidad de la mujer y pretende primar el sexo sobre talento. Estas feministas son en el fondo unas machistas recalcitrantes.

La diatriba “sexo o talento”, por humillante para las mujeres preparadas, debería estar superada, pero con Zapatero y su gobierno nada es incuestionable y cualquier disparate puede ser incorporado a un texto legal. Este hombre no es capaz de hacerse ni una foto sin dejarnos en evidencia. Lo extraño es que en el seno del PSOE no surja un coro discrepante ante la zafiedad generalizada y todo el partido permanezca adormilado en el abrevadero del poder, guardando el silencio, resignado o cobarde, de los corderos. En esto si lleva razón Ibarra.

Como la procesión va por barrios, ahora el bochorno nos llega servido por la ministra de Cultura, Ángeles González Linde, una “guionista” sin bagaje personal ni profesional, que dicen pertenece al mundo del cine y de la que apenas se conoce otra aportación “intelectual” que no sea el guión de “Mentiras y gordas”, donde soltó sus fantasmas y explicó al mundo sus patologías sexuales. Esta señora pretende dar más ayudas a las películas dirigidas por mujeres, porque, según su criterio, “así se motiva a las creadoras”.

El cine español lleva años en estado de letargo, el público le ha dado la espalda, el talento ha huido y muchas de las películas que se subvencionan no llegan ni al día del estreno, porque sus propios “creadores” las consideran impresentables. Otras no recaudan en taquilla ni la quinta parte de lo que han costado al erario público y sólo tres de cada cien logran beneficios. ¿Por qué no nos ahorramos las otras noventa y siete? Con un favoritismo tan descarado, permanecerían abiertos los trescientos mil pequeños negocios que en lo que va de año han optado por el cierre. Nuestro cine necesita regulación, mano dura y mucho insecticida para desparasitarlo, pero la ministra quiere pasar a la historia ordenando una discriminación positiva para las cineastas, porque debe considerar que todas son como ella y que en igualdad de condiciones no pueden competir con el hombre.

Y esto ocurre en un país que se permite el lujo de tener incluso un ministerio para la igualdad, dirigido por una miembra que, hasta ahora, no ha dicho nada de la desigualdad que establece otra miembra del Gobierno, tan prescindible como ella. Un país que va a la cola de la recuperación económica, en el que sigue creciendo el paro y, para paliar el déficit, se sube el IVA y se ordeña económicamente a los que dicen que quieren proteger. ¡Esto es una película! De vampiros.