viernes, 18 de septiembre de 2009

ESTO ES LO QUE HAY

En “El tercer hombre” Graham Greene dice “déjalo que hable, que él sólo se condenará”. Se ha hecho verdad su sentencia en la entrevista que HOY hizo al presidente de la Junta la semana pasada, en la que se despejaron algunas incógnitas sobre su personalidad, su poso ideológico y los referentes políticos en los que se mira. Aunque no lo había dicho de forma explícita, intuíamos que el principio y el fin de su ideario político no se basa en ninguno de los grandes filósofos y pensadores de la izquierda sociológica. Que su referente político, según dice, sea Ibarra, no entraña sorpresa y que su referente ideológico, según dice, sea Ibarra, tampoco. Ibarra lo recondujo hacia su particular izquierdismo y lo llevó de la mano a su gobierno, como director general primero y como consejero después. Ibarra fue el que lo señaló con el dedo como su heredero, lo que le garantizó ser el candidato socialista a la presidencia de la Junta.

Por decirlo todo y para que no se vea intento de ninguneo, reconozco que fue un buen candidato, como lo evidencia el hecho incontestable de que sacó más escaños que el propio Ibarra y sin los alardes histriónicos y aspavientos de aquel. Pasábamos así, afortunadamente, del ruido al sosiego, del gesto grandilocuente y desabrido a la sonrisa amable, del “odio sarraceno” a la mano tendida y del aislacionismo soberbio y excluyente a la posibilidad de diálogo. Ibarra y Vara tienen personalidades muy diferentes y la aparente armonía que mantienen es también un mérito de Vara, que supo presentar a Ibarra como complemento lo que son diferencias abismales. No digo que lo engañara, pero es evidente que supo “llevárselo al huerto”, para sorpresa de los “patas negras” de toda la vida, que ni veían ni querían a un advenedizo, procedente del PP y sin el poso ideológico del que ellos presumen. Aunque algunos pasaron de la Falange al PSOE sin demudar el semblante.

Por tanto, no es extraño que Fernández Vara no vea más luz que la que le presta el foco de su padrino y protector y que a la hora de señalar sus referentes no se aventure ni corra el riesgo -conociendo como conoce al personaje- de señalar a alguien que pudiera incomodarlo. “Todavía está todo todavía”, que decía Manuel Pacheco, porque aunque Ibarra asegura que él va en el asiento trasero, Vara sabe que desde ese asiento se pueden hacer muchas cosquillas y lanzar muchas consignas. Vara para ser Vara, necesita que el viajero de atrás se baje del coche. Y, sobre todo, necesita dejar de verlo por el retrovisor.

Lo de señalar a Ibarra como su referente ideológico y político, aclara mucho su bagaje intelectual, (no es extraño que no sepa dónde está la izquierda), pero lo que resulta inadmisible, por grotesco, es que también lo tenga como referente literario. Se le pidió en la entrevista que señalara un libro y Vara no se acordó de ninguno, ni del Quijote, ni de La Regenta, ni de Guerra y Paz, ni de Cien años de soledad, ni… Penoso. La visión más cercana que tiene Fernández Vara de un libro es “Rompiendo cristales”. Produce escalofríos imaginar las directrices culturales que pueda impulsar en su gobierno y algo de desasosiego pensar que tal vez ese pueda ser su libro de cabecera. O su único libro. Pero esto es lo que hay, esto es lo que tenemos. Amen.



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