jueves, 19 de marzo de 2009

DE MALQUERIDO A DESEADO


¡En horas veinticuatro de las musas al teatro! Aquella fobia juramentada de todos contra el Partido Popular se la ha llevado el viento electoral y el malquerido ha pasado a ser adorable, apetecible y deseado casi hasta el requiebro amoroso. Ayer, como en Fuenteovejuna, todos contra el PP y hoy, todos haciéndole gracietas, invitándolo a su mesa y guiñándole ojitos de desesperación porque sin él no conciben la vida y lejos de él todo es tiniebla, llanto y crujir de dientes. Durante la pasada campaña electoral vasca, todos acusaban a todos de querer pactar con el Partido Popular, pero abierto el melón de la urna, todos han descubierto que sin el Partido Popular la cuesta se hace tan empinada que no creen tener resuellos para coronarla y ahora los emisarios cargados de prebendas hacen turno ante su puerta porque han pasado del odio eterno al amor infinito.

Un día ha sido suficiente para que los osos amorosos de ayer se den la espalda hoy y para que los programas electorales se hagan humo, porque ahora el que dicta el programa es el aborrecible PP, del que ayer había que huir porque olía como una familia de mofetas y hoy es un Chanel-5. El PNV, dispuesto a gobernar como sea, está al borde de un ataque de nervios, porque después de 30 años de mangoneo nacionalista, poniendo velas a Dios y al diablo, bendiciendo, condenando y rentabilizando las exigencias de los violentos, pero aprovechándose del río revuelto de todos los desencuentros, considera que es un drama universal que ahora lleguen otros y levanten las alfombras que ocultan los aromas de las cloacas nacionalistas. El clientelismo acumulado en 30 añoso de falsa democracia, comienza a perder solidez, porque incluso los más cercanos ya van por la calle con una pinza en la nariz. Ibarretxe y todos sus planes de mierda-ficción no pueden imaginar el mundo sin la prebendas del chalaneo nacionalista y acostumbrado a pasar facturas imposibles, creen que se va a resquebrajar la techumbre del templo si ellos salen de la madriguera del poder.

¿Y el PSOE? ¿Se acuerdan Uds. del pacto de Tinell, por el que el tripartido se juramentaba para echar al PP de todas las instituciones, comprometiéndose a no pactar jamás con él, “¡nada y en ningún sitio!”? El PSOE pretendía reeditarlo en cada pueblo y ha estado haciéndose carantoñas con todos los pelajes, porque a la hora de la verdad les daba igual pactar con un separatista vasco que con un serrano de Gata. Ahora ve la posibilidad cercana de desplazar a sus socios de eterna fidelidad y se ha dado rimel en las pestañas para resultar más atractivo a un Partido Popular que tiene que elegir entre el mal y el peor. Se ha abierto la espita del chalaneo y consideran que es un honor pactar con el PP, fotografiarse con el PP y presentarse en sociedad de la mano del PP. No descarto que Patxi López ponga en su mesita de noche una foto dedicada de Antonio Basagoiti, porque está claro que en esta política de trincheras, falta en coherencia lo que sobra en desvergüenza...

¡No es de extrañar que con estos espectáculos de circo de tres pistas, la gente esté cada día más asqueada de los políticos y del abrevadero de la política! Razones no faltan

miércoles, 18 de marzo de 2009

CRITICA DE FELICIANO CORREA EN VITELA


EL ENIGMA DE PONCIO PILATOS
Tomás Martín Tamayo
Tecnigraf Editores
Badajoz, 2008
Hace ya algunos años, y en un programa televisado que realizaba el periodista Lucio Poves, escuché la entrevista que le hacía a Tomás Martín Tamayo. Acababa él de concluir una etapa de su acción política y manifestaba el deseo de dedicarse a las letras, señalando que trabajaba en una obra sobre Poncio Pilatos. Un tiempo después le vi retornar a la vida pública y me pregunté con cierto interés ¿qué habrá sido de Poncio Pilatos? Incluso estuve a punto de escribir un artículo con ese título. Pero consideré que tal vez mi curiosidad pudiera ser mal interpretada, y por ello desistí de hacerlo.
Así que la contestación a mi interrogante se ha presentado ahora, mucho tiempo después, servida en letra impresa, en novela histórica y en más de doscientas páginas.
Me gustaría aproximarme en esta crítica literaria lo más posible a lo que quiero decir, pero tal vez no lo logre satisfactoriamente porque la obra de la que me ocupo es rica en contenido, variada, es decir, con diversos planos de consideración.
Los seres humanos somos siempre lo que hemos sido, de tal modo que en cualquier momento de nuestra vida, sea éste el que sea, cargamos siempre con nuestra propia biografía, porque nadie puede huir de su sombra, de los pasos dados. En la película “Primera Plana” donde se cuenta la vida profesional de un periodista de vocación, el director del diario —Walter Matthau— le sentencia a un redactor del periódico —Jack Lemmon— “no se pueden borrar las manchas de un leopardo”. Así sucede con todo aquel que ha practicado un oficio con vocación y entrega, en él deja su huella, sí, pero se queda también la trayectoria recorrida en la esencia de quien la ha protagonizado. Y si se es escritor, aun se plasma más la trayectoria de la vida pasada en quien escribe.
Porque el que escribe no hace otra cosa que airear su interior; hace pasar lo que piensa, imagina o recuerda, por el alambique de su personalidad, de tal modo que algo de ese sello personal queda atrapado en las redes de la escritura.
A fin de poder ofrecer al lector el resultado de mi lectura, quiero me sea permitido enjuiciar la obra que trato compartimentando los distintos aspectos, caras o cualidades del escritor que nos ocupa y que, naturalmente, entresaco de “El enigma de Poncio Pilatos”. Así que la interpretación que yo haga del libro, mi asidero en todo lo que argumente, se apoya en el texto que estudio.
TMT, en lo político:
Aprecio en estas páginas esas maneras del autor que hemos visto antes ejercitarse en la tribuna o en el debate. Tal vez por ello aquí es rompedor muchas veces, con quiebros que se escapan del tono rectilíneo de su narración y que pueden proceder del ejercicio polémico y recio de lo político. Digo ya, de partida, que su novela es, por encima de otras consideraciones, un análisis del poder, de las tramas del poder podríamos decir con más precisión. Ahí aparecen los trucos del saber decir sin que se note demasiado la intención por delatar las no confesables pretensiones del político al uso. Es el lenguaje político, en no pocas veces, el arte del circunloquio, a fin de que de una manera subliminal se alcance lo pretendido. De todo ello hay mucho en estas páginas como consecuencia del “saber político” de Tamayo.
Y, junto a esto, retomo lo que antes decía, y es que en ocasiones el lector se sorprende, es como si los platillos llamaran la atención y rompieran la cadencia de la orquesta armonizada. Así que podemos ver como TMT suelta un palabro, o una frase que bien podría haber escuchado o usado en un mitin, o en una interpelación parlamentaria, pongamos por caso. Veamos alguna muestra:
—“porque yo sé del Nazareno más que todos los charlatanes que ahora brotan como setas, venenosas casi todas” (p. 37).
—“Además, ¿qué tiene que ver el rabí de túnica blanca con todos los buscavidas que a su sombra están sabiendo?” (p. 37).
—“¡Ejército de vividores, malsanos y egoístas, atrincherados en las creencias y superchería de los incautos!” (p. 38).
—“Los gestos, había dicho Tiberio en el Senado, son siempre interpretativos y por tanto todos mis gestos pueden indicar, al mismo tiempo, aceptación y denegación, porque solo yo sé lo que significan. ¡Nadie tiene un código para traducirlos!” (p. 66).
Muchos políticos son ignorados por los propios y con frecuencia caen en desgracia entre sus paisanos. TMT ha estado siempre en minoría, y ahí es donde en verdad se piensa, y se aprende:
—“¡Los pueblos no quieren a sus profetas!” (p. 144).
—“…pena que Roma tuviera ese comportamiento con los que estábamos a su servicio” (p. 191).
—“Si Roma tenía o no tenía razón, es algo que ni siquiera nos planteábamos, porque… ¡la razón es el poder y el que lo tiene siempre tiene razón! ¡la razón es mejor ejercerla que tenerla!” (p. 145) (Consideración ésta que bien podríamos haber leído en “El Príncipe”, de Maquiavelo).
—¡Al final, la gran panacea del poder es llevar moscardones encima! (p. 203).
TMT “tamayiza”:
TMT tiende con frecuencia a subrayar más incluso su afán rompedor, inclinación a sonorizar lo escrito, podríamos decir, en esas poses verbales que es, al decir de algunos, cuando el autor “tamayiza” el texto. Véanse algunas muestras:
—“Roma no estaba en esas sutilezas y la desautorización de un gobernador importaba menos que la cagada de una paloma sobre la cabeza de un senador” (p. 118).
—“¡El ejército no está para cascar huevos, ni vender naranjas en el mercado!” (p. 121).
—“¿Se calmó así la ira de Tiberio? La cabeza de Sejano fue hervida y cocinada como sopa, que obligaron a degustar a todos sus seguidores y amigos, antes de decapitarlos” (p. 104).
Este estilo que quiebra el ritmo y es sorpresivo, lo hemos visto ejercitar al autor en el artículo periodístico, y ahora —en la novela— lo retoma, sin duda como despertador para el que lee:
—“Su nombramiento fue para los senadores un escupitajo en los ojos del predico de Tiberio” (p. 53).
—“Aquellos sátrapas, más cerca del oficio del alcahuete que del legislador” (p. 58).
—“¡Roma es posible en cualquier parte del mundo, menos en este rincón, lleno de alacranes rabiosos!” (p. 71).
—“Por qué la guardia del Sanedrín infiltrada en cada familia, era tan eficaz a la hora de detener a un robagallinas y tan cegata, si el que robaba el gallinero entero, era un zelote como Barrabás?” (p. 130).
—“El Sanedrín jamás presentaba un informe o solicitaba un requerimiento al prefecto de Roma sin una abundante dosis de veneno” (p. 136).
—“¿Qué buscáis con esta muerte? Hasta las sanguijuelas se conformarían con la sangre que ha derramado!” (p. 174).
—“Sal del agua, no la contamines con tu suciedad, no dejes en ella las pústulas de tu podredumbre” (p. 142).
—“Que si quiere divertirse despierte a sus bufones o al tronco adúltero que duerme con ella” (p. 142).
Con su pulso periodístico, incisivo y picante, que no puede ni quiere domesticar, vemos en todo el texto, salvo la última parte en la que luego entraré, esos golpes de efecto.
TMT.– Lo erótico:
TMT tiene en sus alforjas la experiencia de haber tratado el ángulo erótico de la literatura. Pues bien, tampoco escapa a esa página de su currículum, y se regocija con acierto en una fraseología liberada y antitímida, ante la que el lector no deja de percibir esas letras que hacen difícil equilibrio en el estrecho margen fronterizo que discurre entre lo creíble y lo impensable:
—“La maledicencia del populacho cambió la venganza por la habilidad de Livia Drusila para lograr sucesivos orgasmos al más desganado de los varones” (p. 62).
—Se decía que en la misma audiencia Livia materializó su agradecimiento con una felación que hizo gritar al triunviro de tal forma que los soldados de su seguridad personal entraron precipitadamente en la sala, creyendo que estaban atentando contra su vida (p. 62).
—“Julia era una ninfómana, con inclinaciones hacia los más depravados delirios sexuales, incluidos los asnos enanos de Batida, que caía en trances epilépticos tras cada apareamiento y había pasado por la cama de la soldadesca…” (p. 65).
—“Por aquellos días ya se le conocía como Claudio Biberius aunque lo común era “Viejo Cabrón”, por la lascivia permanente que mantenía en la isla, a la que se apodó como “la isla de las perversiones” y en la que había construido grutas artificiales en la playa, para practicar desvíos” (p. 102).
TMT.- Lo castizo:
Ama el autor el casticismo, y, junto a ello, se refleja su pensamiento ubicado ideológicamente en el centro izquierda. A él le interesa el hombre necesitado:
—“Nunca antes, nadie había liderado el mundo de la miseria, el hambre y la enfermedad” (p. 149).
Pero, junto a esta tensión social, he de subrayar ese apego por lo popular y castizo, por los asuntos de base podríamos decir hoy que, a fin de cuentas, son los verdaderos asuntos de altura. Así que, de cuando en cuando, le aflora esa vena expresada en refranes, frases hechas o conocidos giros del lenguaje:
—“El legendario héroe se había convertido en un barquichuelo que bailaba al son de la ola de una acelerada locura” (p. 49).
—“Pilatos nunca pudo ser Pilatos. No le dejaron, no pasó de ser una marioneta movida por hilos de muchas manos” (p. 60).
—“Pero como las desgracias nunca cabalgan solas” (p. 102).
—“¡Los problemas que tenemos los vamos a resolver con problemas mayores, plantando cara al infortunio!” (p. 107).
—“¡Haz lo que tengas que hacer, pero a la tercera va la vencida!” (p. 121).
—“Pretenden que demos vueltas y vueltas… ¡cómo burro en una noria!” (p. 125).
—“Si Barrabás decidía atacar, picaría como un pez el cebo de la lombriz” (p. 126).
—“¿De dónde las sacaste? —De la manga” (p. 139).
Otros aspectos interesantes de la obra:
Tomás Martín Tamayo sabe presentarnos una sociedad de desigualdades, de gente que busca sin freno una razón para la esperanza. Así se aprecia en su texto cómo es el mundo de los oprimidos, de los necesitados. En su análisis nos muestra la realidad del mundo que narra, sin querer omitir la fatalidad de muchas desgracias. Esta descripción de ambientes lo lleva a cabo con buena pluma, y lo coordina con una lógica sencilla, asequible al lector.
Yo creo que si reescribiera la obra apreciaría que, como consecuencia de su afán por no parecer un espontáneo que se adentra en el mundo de la novela histórica sin experiencia, se excede tal vez en la enumeración de personajes, si bien los presenta adecuadamente arropados por términos propios de la época. Ello le hace meritorio, pues todo aquel que se documenta concienzudamente, como él ha hecho, muestra, además de razones de pundonor y honestidad personal, un respeto al lector, al editor, a su propio trabajo.
A Tamayo, como a otros escritores que se han enfrascado en una biografía, el personaje le puede, es decir, le encandila, le enamora. No tengo espacio para transcribir aquí esos párrafos en los que el autor se siente a gusto, goza del placer literario, al trasladarnos las virtudes de Poncio Pilatos, al que descubre y elogia. Casi podríamos decir que nos lo presenta como un contrapunto frente a otros, en aquella sociedad de tensiones, zafiedad, desconfianza, entrelazada con tramos por venganza, poder o celos. Porque Tamayo ve a Roma como “una gigantesca garrapata, siempre dispuesta para saltar de la oreja del perro muerto al rabo del perro vivo” (p. 201).
Según se avanza en la obra se aprecia un mejor tono de escritura, una mayor calidad literaria, un más atinado modo de decir. Tal vez sea porque el autor se va liberando ya del corsé obligado que supone explicar quiénes son los personajes que trata y el marco en el que los sitúa. Ya la trama está servida y se presta el momento para el pensamiento, para plantear interrogantes, para incitar al lector a la reflexión. Así que se va observando en algunos fragmentos más el texto de un humanista que de un simple narrador de novela (pp. 157 y otras).
TMT se convierte finalmente en filósofo, en afanoso buscador del misterio, con frases que bien podrían encajar en una tragedia griega: “¡Al tiempo ya le llegó su tiempo!” (p. 210).
TMT, finamente, no puede sacar otra conclusión a su trabajo que los interrogantes, porque ni la vida ni la novela lo explican todo. De ahí sus consideraciones últimas que son como un colofón en suspense de su propio libro:
—“El tiempo ensancha el misterio y agranda todo lo que no entendemos” (p. 210).
—“Cuando hago recuento final, veo que, como marionetas, siempre es algo ajeno lo que mueve los hilos invisibles de nuestra existencia” (p. 210).
—“Pasaremos la vida asumiendo sus misterios y nos iremos de ella convertidos en enigmas” (p. 210).
Así que para Tomás Martín Tamayo, Pilatos es en sí mismo un enigma. Alguien que pasó intentando interpretar enigmas y quedo él mismo hecho enigma, atrapado como estatua de sal entre la historia y el Padrenuestro.
Pero, puestos a buscar un poco más allá El enigma de Poncio Pilatos, para que dé consuelo al lector más impaciente, también podríamos convenir que Poncio Pilatos fue el pretexto que buscó el destino para que se descubriera la existencia de Jesús de Nazaret.
Sin la presencia de Poncio Pilatos en aquellos días, sin su forma de ser, sin su supuesta honestidad, el rabí vestido de blanco “no hubiera significado nada para los fanáticos del Sanedrín” (p. 159).
Tal vez por ello la vida pública real de Cayo Poncio Pilatos, como coetáneo de Jesús de Nazaret, sea —esa coincidencia en el tiempo—, el enigma que encierra el libro y la sugerencia más profunda que nos trae, a lo mejor sin quererlo creer, pero siendo honesto —no tiene otro remedio— con la historia y con su propia investigación.
Si la política en el futuro pierde a un escritor, todos ganamos. Porque no hay mejor servicio a la convivencia que las reflexiones y enseñanzas de una buena novela.
Nos falta todavía algo fundamental: que los políticos en activo se aficionen a leer y, al ser más cultos y menos chusqueros, acierten. Si lo hicieran, se notaría en la vida pública.
Al concluir este comentario confieso que no me preocupa lo que pueda pensar de él TMT, pero... ¿qué juicio le merecerá todo lo aquí escrito a un personaje tan buen conocedor de la historia de aquellos años como es Amasio Quilio?
Con un prólogo muy trabajado de Alberto González y una excelente ejecución de Tecnigraf Editores, la obra merece ser leída.

Feliciano Correa
(Publicado en el número 14 de la revista VITELA.
Libros y difusión cultural)

viernes, 13 de marzo de 2009


El Club Rotario de Mérida inicia una nueva etapa, dentro del mundo de la cultura y hoy vamos a inaugurar este nuevo curso, con la presentación de un libro, “El enigma de Poncio Pilatos”, para lo cual hemos invitado a Fernando Delgado, que dentro de unos instantes nos hablará de el.

A mi me corresponde hablar de su autor.

Hablar de Tomas Martín Tamayo, este extremeño de pro, nacido en Campillo de Llerena, para mí es un honor, una satisfacción y……… una dificultad. Si, porque tratar de resumir en pocas palabras la actividad de este hombre valiente y decidido, escritor y político bravo, animoso, sin pelos en la lengua, es complicado.

Para conocer a Tomás, el hombre, voy a intentar dar unas pinceladas que he tomado de su blog:

A Tomás le interesa, la literatura, la música, el golf, el vino y dice que……. su vecino y su vecina también.

Sus películas favoritas son “Amanece que no es poco” “Campos de sueños” “El cochecito” “El verdugo” y “Bienvenido Mister Marsall”.

Le gusta la música de los años 60, 70 y 80, y no soporta el rap.

Son sus libros favoritos “El otoño del patriarca” “La hojarasca” “La Regenta” “El pequeño príncipe y “El Quijote”



Pero hoy, en esta acto, hay que hablar de Tomás el escritor.

Tomás Martín Tamayo representa uno de los nombres más serenos e inquietos a la vez, si se me permite la contradicción, dentro del panorama literario de Extremadura y que desde su juventud, entre otras iniciativas, se lanzó a la aventura de escribir.








Tomás es un narrador brillante en la concepción del cuento y la narración corta. Ahí están obras como:

Cuentos de madrugada 1979
Abstracción de la culpa 1981
Cuentos del Alba 1984 y
Cuentos de la maldita resignación 1997 entre otros.

Tomás es un buen escritor también de artículos periodísticos. “Técnica nada fácil si se quiere captar la atención del lector y hacerse comprender”, que son palabras de Teresiano Rodríguez Núñez en la presentación del libro de Tomás “222 artículos de HOY”, recopilación de algunos de los más de 1000 artículos publicados en este periódico por Tomás.

Pero si he de quedarme con dos definiciones de lo que es Tomás como columnista y escritor, me quedo con la de Enrique Sánchez de León “”Tomás es un escritor en progresión, que no se ha envilecido y que solo está al servicio de su inspiración y de su pluma”

O esta otra de Francisco Umbral “Es de Extremadura, se llama Tomás Martín Tamayo y utiliza la pluma como su paisano Hernán Cortes utilizaba la espada”

Además de sus cuentos, sus antologías, sus colaboraciones periodísticas, tertulianas radiofónicas, en que por cierto en algunas coincidí con él durante casi tres años, Tomás entra en la novela con su libro El Enigma de Poncio Pilatos que hoy presentamos.

Por mi nada más, muchas gracias a todos nuevamente por su presencia hoy aquí.

Y cedo la palabra a Fernando Delgado para que comience su intervención


EL ENIGMA DE PONCIO PILATOS

Presentación


Fernando Delgado Rodríguez
Cronista Oficial de Mérida

Buenas noches

Querido Tomás, amigos y amigas.
Cuando comienzas la lectura de este libro “El enigma de Poncio Pilatos” engancha desde el principio. Me lo bebí literalmente. Después me invitó a su presentación. Me lo exigía. Cosas da la amistad y hermandad.
-Tomás, no me gusta viajar de noche.
-No te preocupes, me decía con todo cariño, hay muchos amigos de Mérida que vienen.
Me extrañaba que fueran muchos, pero me dijo uno que sé que no faltaría jamás. Me di cuanta, camino del Corte Inglés en Badajoz, que los coches por la autovía transcurrían con una lentitud poco común ¿Qué estará pasando?, al llegar cerca de Arroyo de San Serván, que por cierto llagamos rápido, los coches disminuían su velocidad, o, nosotros… miré el cuenta kilómetros y….íbamos a doscientos cuarenta kilómetros por hora. Pensé en mi padre, cuando viajaba en el coche con Jaime Álvarez Buiza, que se gastaba las suelas en pisar el acelerador le decía: “Jaime, hijo, su voz tenía cierta angustia, como nos demos un tortazo nos van a recogen con fregona”.
Yo pensé que pronto estaría en el cubo y comencé a rezar: Creo en Dios Padre todo Poderoso… y cuando llegue a “Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos”, y por su causa fui víctima en tiempos de Tomás Martín Tamayo.
Rezando llegue. Y rezando volví. De ahí que pensando en mí y en este sacrificio me dijo. Mi libro en Mérida lo presentas tú.

En el año 1979 viajamos a la Unión Soviética, hace 30 años, ya conocía a Tomás, era Consejero de Cultura y fuimos como enviado especial por la Ser y el Hoy para contar el viaje y así lo hice en varias páginas en unos suplementos semanales. Estuvimos con el alcalde Moscú, en Radio Moscú, en el periódico Novedades que tenía entonces más de un millón de lectores y salió nuestra fotografía en la visita a la capital soviética y cenamos con Samarat, era entonces Embajador de España en la Unión Soviética. Cantamos el “Viva España” en una discoteca y nos echaron con mucha educación, vamos, nos dijeron que ya era hora de cerrar. Salimos cantándolo. Con Tomás siempre se ha respirado cultura, lo malo es que le dio por la política en vez de escribir y ha perdido un tiempo precioso. Muchos hubieran preferido no tenerlo en la tribuna de la Asamblea de Extremadura donde era un azote para unos y una tragedia para otros. Ahora no le hacen ni caso en su partido, que no es su partido y desperdician lo mejor que tienen y lo mandan a un despacho para terminar mudo en lugar de aprovechar su valía.
Se han dado cuenta que las dos primeras letras del nombre y apellido de Poncio Pilatos es PP. ¡Casualidad!



Tomás ha bebido de muchas fuentes, le ha birlado horas al tiempo, investigado, trasnochado y ha saltado de la cama en esa inspiración que se palpa en cada línea. Y claro, escribir de un personaje que ahora resulta que no se lavó las manos en una palangana, como la que hemos visto en algunos pasos procesionales. Que es una buena persona. Me enseñaron que era un cobarde e impresentable romano sin personalidad y ha quedado para la historia ciertos dichos populares que son muy nuestros: "yo me lavo las manos como Poncio Pilatos". “Apelar a Poncio Pilatos”. “Clamar a Poncio Pilatos”. “Lavarse las manos a lo Poncio Pilatos”. “Que acuda a Poncio Pilatos”.
El Diccionario de Espasa Calpe en su tomo XLVI paginas 258 Y 259 vemos un dibujo con la palangana lavándose las manos Y El Pilatos de Tomas y el Pilatos del Espasa son distintos. Me quedo con el de Tomás, es más auténtico, más verosimil, pero, querido amigo, te has cargado unas páginas del mejor diccionario enciclopédico de habla hispana del mundo



El libro es un descubrimiento. Tiene una religiosidad que hay que sacarla de las mismas entrañas de Tomás Quiere ser agnóstico pero al escribir esta obra, sin darse cuenta, se ha hecho más espiritual, se ha encontrado con su propio personaje en el hombre de la túnica blanca, de su entorno, de su vivencia, desgrana paso a paso el camino de Jesús en su ultimas horas. Es cierto, ¿Quién se habría acordado de un gobernador en un territorio apartado sino fuera por darse de cara con Jesús de Nazaret y vivir su época? A Poncio Pilatos le han dicho de todo, menos que es un bendito y que las circunstancia le propiciaron portarse de esa manera que ha quedado en la historia “per insecula seculorum”. Estamos en tiempo de Cuaresma y Poncio Pilatos saldrá en procesión lavándose las manos, no creo que haya nadie en este mundo ni en el otro con las tenga más limpias, porque se las ha lavado en los cinco continentes y en presencia de centenares de millones de personas. Como me gusta escribir e investigar he encontrado, de verdad, la Iglesia de Etiopía celebra el 25 de junio San Poncio Pilatos como mártir y la Iglesia griega ortodoxa el 27 de octubre la de su esposa Santa Claudia Prócula.

Hace preguntas, contestarlas es un reto personal. Se las hace para conocerse así mismo, para responder a soluciones tan íntimas y espirituales que tiene la duda de la respuesta. Y nos implica a nosotros a que respondamos en su lectura. Como un examen de conciencia.

Narra episodios trágicos, inhumanos, cuya descripción estremece. Es una novela que llega desde el principio. Ha buceado en las entrañas de los personajes. Se ha identificarse con su entorno, con su personalidad. Pilatos es el personaje principal que anula toda crítica pasada, descubre un hombre distinto al que nos habían contado. Hasta llegas a comprender su postura
La conversación entre Pilatos y el hombre de la túnica blanca es estremecedora y con el Sanedrín, antológica
"Ese hombre se quiere poco y mal, porque no es provocador pero provoca; no es ofensivo, pero ofende; no es perturbador, pero perturba; es pacífico pero agrede y no es escandaloso pero escandaliza. Parece como si siguiera un plan estratégico y supiera el principio y el final de la representación de su vida".
Cuando habla en la montaña el hombre de la túnica blanca, se le oía sin alzar la voz, a distancias imposible de llegar. Tomás nos acerca diciendo que este hombre nos susurra en silencio, nos aconseja en silencio y en ese silencio, en esa soledad, Tomás se acerca, si eleva y se adentra entre las columnas de mármol y escucha el silencio de la palabra de aquellos personajes que describe. La resurrección de Lázaro, que la presencio Rino Galo, medico de Poncio Pilatos, le había visto muerto tres días y cuenta: Te he dicho lo que vi, pero yo no creo lo que vi, prefecto.
¿Ni aunque lo hayas vistos?
Una cosa es lo que se ve y otra es lo que se cree ver.

Poncio Pilatos sabía latín, griego arameo, estudia a Cicerón, Horacio, Virgilio y profundiza en la historia, geografía y costumbres de los pueblos conquistados por Roma, Distinto al que nos habían pintado en los libros sagrados
Hay que leer el libro como se bebe un vaso de buen vino, despacio, saboreándolo, recreándose en cada línea, a sorbo. Meditándolo

Reconozco Tomás, y estas últimas palabras son exclusivamente para ti, que después de leer tu libro he descubierto una faceta de el hombre de la Túnica Blanca, lo he puesto con mayúsculas, que desconocía y me une aún más a él, te invito a que profundices más en Jesús de Nazaret, lo merece y nos lo merecemos.

Y como decía en la presentación en Badajoz el director de Hoy, Juli
án Quirós, que Uds. lo disfruten

GARZON FOR PRESIDENT


Garzón, la fresa de la tarta judicial española, quiere ahora ser Presidente de la Audiencia Nacional. Si por él fuera incluso le habría gustado ser la muñeca Barbi en su cincuenta aniversario, porque este hombre desde el día en el que sintió el calorcillo de un foco en su cogote, vive en un sin vivir y necesita que el mundo sepa de su gloriosa existencia. No es guapo ni luce bonito, pero su ego ya no cabe en este mundo y algún día lo veremos salir de la Audiencia levitando porque él se siente super-hiper-mega-fashion-guay. ¿Garzón presidente de la Audiencia Nacional? ¿Y por qué no, si la desigual Bibiana Aido es ministra de la Igualdad?

¿Dónde hace menos daño a la Justicia el juez Garzón, como juez de la Audiencia Nacional o como presidente de la misma? Este estrellado con toga ya no da más de sí y yo creo que incluso él mismo está buscándose un puente de plata para salir corriendo, porque después de cada correría el buen señor necesita retroceder para tomar impulso. Ya lo hizo en el 2005, cuando solicitó una licencia de “docencia investigadora” para irse quince meses a Nueva York, a investigar. El Consejo General de Poder Judicial se la concedió creyendo que iba a hacer una especie de acto de contrición y que de allí iba a volver un Garzón nuevo, pero lo que volvió fue un Garzón más rico, porque aunque durante esos 15 meses estuvo cobrando su paga íntegra, unos 4.500 euros mensuales, la “docencia investigadora” consistió en dirigir un ciclo de conferencias por las que cobró incluso para poder escolarizar a su hijo.

Ahora el Tribunal Supremo, que va a tener que dedicar una sala exclusivamente par Garzón, lo acusa de ocultar el cobro de 203.135 dólares que cobró por su gira americana y el CGPJ, que acabará cobrando horas extras por el tiempo que les ocupa el juez multifuncional, tendrá que determinar si es compatible el cobro de su sueldo con el cobro de su minuta “investigadora”, de la que “por error” no había dicho nada. Error para el que el reglamento de los jueces contempla sanciones como la separación de la carrera profesional, suspensión de hasta tres años o traslado forzoso a un juzgado que esté a 100 kilómetros de distancia. Tres años antes Garzón había solicitado una licencia para impartir conferencias en EE.UU y el CGPJ se la denegó, pero esta vez Garzón rizó el rizo y para hacer lo mismo, lo envolvió en “docencia investigadora”. Previo pago de su importe, aunque no se acordó de decirlo.

Pero como la Justicia está como está, y no le demos más vuelta, todo este nuevo embrollo “garzonil” puede quedar en nada, porque la falta, el cohecho, la prevaricación o lo que sea, puede haber prescrito, con lo que Garzón puede librarse de todo por un defecto de forma, aunque quede claro que el puntilloso juez de los trajes, zapatos, tirantes y camisetas, sumó a su sueldo un pellizco de 203. 135 dólares, no informó de su verdadera actividad en EE.UU y pidió licencia para una cosa, pero dedicándose a otra. El colmo de los colmos es que como defensa de su “error” dice que él todo lo ha declarado a Hacienda. ¡Este tío es un genio!

jueves, 5 de marzo de 2009

¿ Y AHORA QUÉ?


Hay gente con una carga tan definida de insensibilidad genética que entre los principios y los objetivos siempre eligen los objetivos. Aunque caiga el buen nombre de una persona, aunque se embarre la fama y se deteriore la trayectoria profesional de alguien, ellos van a lo suyo y en ese repugnante “todo vale”, no dudan si tienen que demonizar a alguien para conseguir sus objetivos. Ahora ya está casi olvidado el revuelo mediático que, hace unos años, produjo lo que se conoció como “el fraude del higo seco”, pero detrás de aquella indagación judicial, que todavía no ha concluido, había mucha gente absolutamente inocente, que nunca tuvieron nada que ver en el asunto y que fueron señalados como delincuentes e incluso jaleados peyorativamente sin el más mínimo respeto.

Aquellos que se dedicaron a enfangar el buen nombre de tanta gente, deberían haber salido a la palestra pública y, con el mismo énfasis que pusieron para difamar, pedir perdón y rectificar, pero eso es impensable en mentes retorcidas, capaces de cualquier felonía si media un interés personal o político. Entre el centenar de víctimas que fueron inculpadas, porque la Justicia está como está y no hay que darle más vueltas, estaba Román Prieto, que fue señalado como un delincuente desde la impunidad de la tribuna del Parlamento extremeño, por el entonces presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. ¿Por qué? Porque Román Prieto, que está al margen de la política, tuvo la osadía de ejercer su libertad y aceptar una invitación de Aznar, para asistir a la presentación de FAES en Extremadura. Ibarra lo apuntó en “el listado de los malos” y aprovechó la tribuna de la Asamblea de Extremadura para señalarlo, despreciando la presunción de inocencia y condenándolo públicamente.

A Román Prieto, agricultor y abogado, lo habían inculpado porque la Caja Rural, de la que había sido director general, había concedido unos créditos cuando él ya ostentaba la condición de ex y no tenía nada que ver ni con los créditos, ni con el higo seco, ni con la Caja Rural. Lo metieron de rondón entre el centenar de imputados y allí estuvo dos años, soportando que Ibarra y otros “demócratas y progresistas”, lo señalaran como a un delincuente convicto y confeso. Una vez más quedaba claro que el miedo de muchos estaba justificado, porque sabían que en Extremadura sólo se podía asistir a actos del PSOE o de la Junta y que la mala sombra de Ibarra es tan alargada como la del ciprés.

Ahora se ha resuelto parcialmente aquel asunto del higo seco, en el que sólo han sido condenados dos implicados, pero ¿quién resarce a Román Prieto y a su familia del calvario que supuso para ellos el señalamiento público del que era presidente de la Junta de Extremadura? Ibarra lo utilizaba todo para agredir a sus adversarios y como puso toda su inteligencia al servicio de persecuciones infantiles, aprovecho siempre el eco mediático del cargo institucional que ostentaba. Sin reparar en el daño que hacía y sin titubear a la hora de señalar. Así se explica que, mientras se entretenía con estas grescas tabernarias, durante 25 años ningún tren de progreso paró en Extremadura. ¡El higo seco estaba menos seco que algunas molleras!